ENTRE 1830 Y 1860 Chile vivió una etapa de crecimiento y consolidación económica envidiable para los estándares de la época. Según Encina y el gran Aníbal Pinto, el desarrollo de Chile a mediados del siglo XIX era comparable al de EE.UU., y ya superaba a España.
En el gobierno de Balmaceda hubo un intento explícito de retomar el desarrollo y reducir la dependencia del salitre, esfuerzo que terminó abruptamente con la revolución del '91. Entre 1925 y 1927 vuelven a tomar protagonismo los mismos temas (desarrollo y dependencia del salitre). El amplio consenso al respecto permitió una vertiginosa modernización institucional. Solo en esos tres años, además de la Constitución del '25, se crearon, entre otros, el Banco Central, la Tesorería, la Contraloría, el Seguro Obrero y el sistema tributario moderno. ¡Pero muy tarde! La Gran Depresión y el descubrimiento del salitre sintético golpearon con fuerza a Chile, y el aturdimiento nos duró décadas.
¿Y por qué llegamos tarde? Hay varias explicaciones, pero todas coinciden en que entre la revolución del '91 y fines del primer gobierno de A. Alessandri (1925) la clase política falló estrepitosamente. Era una clase ensimismada, interesada en el poder por el poder, miope y sin liderazgos visionarios. Chile lo tenía todo para volver a ser desarrollados y dejó pasar la oportunidad. El título de la principal obra de Pinto lo dice todo: "Chile: un caso de desarrollo frustrado". Al ver el Chile de hoy me da la sensación de un "déjà vu", que retrocedimos 100 años en la historia. Una discusión política anodina, ensimismada y sin grandes liderazgos. Por otro lado una ciudadanía cada vez más indiferente, como si sintiera que no hay nada vital en juego en las próximas elecciones. Todo eso mientras las oportunidades pasan por el lado.
Desde que finalizó el gobierno de Lagos que estamos a la espera de retomar nuestro destino natural: ser social, política y económicamente desarrollados. Somos la economía de A.Latina más cerca de lograrlo. Es como el paso natural de la adolescencia a la adultez. Es nuestra segunda oportunidad histórica y la estamos dejando pasar. Pero requerimos liderazgos que nos convoquen y entusiasmen a construir ese futuro. Que no da lo mismo. Pero, los candidatos que siguen en carrera no están en eso. Más bien son como los anodinos Jorge Montt, Germán Riesco, Ramón Barros Luco. Hace falta un candidato que reclame "No más corto plazo; volvamos al futuro".
Y no solo lo anterior. Mientras la indiferencia con la política campea, se vive una agitación especial en la base más granular de la sociedad. Con innovadores exitosos que usan aro y jeans rotos, con mujeres y estudiantes empoderados que reclaman por sus derechos, con un desarrollo de las regiones que tiene que ver más con el dinamismo de abajo hacia arriba que con autoridades regionales impuestas de arriba hacia abajo, y así. La fuerza que hay detrás de todo eso podría encauzarse constructivamente con un buen liderazgo político. Pero la clase política está en otra.
A fin de año nacerá mi cuarto nieto y viajaré a París a recibirlo. No estaré para la segunda vuelta. No creo que me pierda algo importante.