Diego Vela, director ejecutivo de Rumbo Colectivo: “Más que ganar, nuestro desafío es no replicar y no cometer los errores que tuvo la Concertación”
Para el líder del centro de estudios ligado a RD, el FA hoy está jugando un rol articulador dentro del escenario político actual. Le incomoda, eso sí, que se les compare con lo que hizo la centroizquierda en los 90 pero, advierte, de darse un eventual triunfo de Boric, Apruebo Dignidad no puede gobernar solo: «necesitamos experiencia de otros actores que también han sido gobierno. Pero que sean parte si es que buscan estas mismas transformaciones».
El ingeniero comercial UC, Diego Vela (33) no se pierde a la hora de analizar el rumbo que está tomando el Frente Amplio, ahora con una vasta representación territorial y con una posibilidad real de ser gobierno: lo que menos quieren es parecerse a quienes fueron los últimos en realizar una articulación política en el país en su momento más complejo. Vela hoy es director ejecutivo de Rumbo Colectivo, un centro de pensamiento que desarrolla proyectos para el conglomerado del Frente Amplio y que nace desde Revolución Democrática. Pero lo cierto es que desde hace mucho antes que estaba en política. Su primera vez, en 2013, cuando por el movimiento de centroizquierda NAU, fue presidente de la FEUC. Ese mismo año fue miembro del directorio Educación 2020, y más tarde, director ejecutivo de América Solidaria en Haití. Hoy, como militante de RD advierte: “el Frente Amplio responde como una tercera opción junto con otros actores sociales a responder a las necesidades y a las transformaciones que la Concertación no pudo hacer”.
Varios próceres de la centroizquierda, entre ellos Eugenio Tironi, han planteado que el Frente Amplio en estos tiempos está cumpliendo un rol parecido al que tuvo la Concertación en la transición. ¿Cómo recogen esa tesis?
Justamente creo que hoy el mayor desafío, más que ganar, es no replicar y no cometer los errores que tuvo la Concertación. Esa lógica que ellos tuvieron donde entendieron que ese rol articulador era buscar consensos y buscar quedar con todos conforme, es algo que creo que hoy en Chile no da para más. Hoy día las urgencias, como la crisis climática, la crisis social y económica por la pandemia o la crisis migratoria, es que no podemos hacer las cosas como se hacían antes. Si bien tenemos que mantener el diálogo y mantener esa posición articuladora -y creo que se lo hemos demostrado- tenemos que mostrar que esos cambios tienen que ser profundos y responder. Yo creo que la Concertación de los 90 fue más temerosa frente a esos cambios y a incomodar a una minoría de privilegio.
Nosotros hemos buscado no depender de esos poderes económicos. Y ahí yo creo que hay una diferencia en cuanto a lo que fue la Concertación, de realmente responder con cambios profundos, pero a la vez con responsabilidad y con humildad. No es que nosotros vamos a inventar la rueda, son procesos sociales, políticos que se han arrastrado hace tiempo. Pero yo sí plantearía un contrapunto con lo que fue la Concertación. Porque en temas de derechos humanos, transformaciones sociales y medioambientales, creo que ellos se quedaron al debe.
No cae muy bien entonces la comparación...
Es que hay una diferencia de perspectiva. Creo que hay ciertas dimensiones valiosas de lo que fue la Concertación, como enfrentar la pobreza, ciertos avances institucionales a nivel de democracia, que claramente son relevantes. Pero hoy día hay una generación que busca mucho aferrarse a lo que fue ese patrimonio, pero sin tomar perspectivas de esos errores también que cometieron. Bienvenidos si es que esas generaciones quieren apostar por una transformación para superar el modelo neoliberal. Pero creo que la Concertación no lo logró en sus gobiernos. En parte el Frente Amplio responde como una tercera opción junto con otros actores sociales a responder a las necesidades y a las transformaciones que la Concertación no pudo hacer.
Pero no se puede decir que ese sector político fue temeroso al momento de hacer la transición a la democracia. Dio gobernabilidad a un país que venía saliendo de una dictadura. ¿Por qué les incomoda tanto que se les compare con ellos?
La transición en esos años fue muy compleja, pero sin duda hoy Chile requiere de otro tipo de respuestas y otras maneras de abordar esos problemas. Ahí yo creo que sí hay una diferencia muy profunda sobre cómo actuó la Concertación en esos años.
Justamente esos primeros años de la transición fue cuando se comenzó la profundización de un modelo neoliberal, cuando se aumentó la entrega de los derechos de agua, cuando se aumentó la privatización de las empresas sanitarias de Chile. Todo eso fue en los primeros gobiernos de la Concertación. Hoy día lo que está en tensión es quiénes van a estar del lado de realmente superar el modelo neoliberal con una perspectiva feminista y ecológica, que creo que son los desafíos del nuevo Chile.
Esto no lo vamos a hacer solos desde el Frente Amplio, y eso lo hemos sabido entender. Acá necesitamos experiencia de otros actores que también han sido gobierno, de poder articular mayorías y ahí claramente hay sectores, de personas que fueron de la Concertación, que van a querer ser parte. Pero que sean parte si es que buscan estas mismas transformaciones.
En una entrevista con La Tercera, el candidato Gabriel Boric decía que en el Frente Amplio era importante que se sintieran parte de una historia mucho más larga que su experiencia vital, porque si no quienes dieron un montón de peleas antes no se iban a sentir convocados. ¿Cuál es el costo de renegar a este sector?
Yo creo que no podemos cometer el error de no valorar a personas que han aportado transformaciones. Ahí hay gente súper valiosa que también está en esos sectores. Pero sí creo que hoy día lo que requiere Chile es que no sea solo una discusión electoral o de conveniencia de con quienes deberíamos generar gobiernos, sino marcar límites súper claros de cara a la ciudadanía de cuáles son las transformaciones que queremos generar.
Pero más allá de la Concertación, ¿sienten que en espacios políticos como lo está siendo la Convención Constitucional, ahora, están jugando un rol más de centroizquierda?
Nosotros hemos asumido un rol articulador. El eje izquierda-derecha se queda corto para analizar lo que está pasando. Pero a diferencia de lo que ha sido la centroizquierda, nosotros mostramos una articulación no sólo con un mundo como es la convergencia socialista que está dentro de eso, o actores independientes que están dentro de la nueva Constitución, sino también con movimientos sociales. Justamente uno de los grandes déficits que generó la Concertación fue romper ese vínculo entre lo político y lo social. En ese sentido, si bien quizás la Concertación se autointerpreta de que tuvo un rol articulador en su momento, al menos nuestra perspectiva articuladora es desde otra dimensión.
Ese rol de articulación que estamos asumiendo se plantea de una forma distinta a lo que nos acostumbramos con la política tradicional en los 90. Y yo, sinceramente, lo que he visto en la Convención es que se está generando un diálogo del cual no estábamos acostumbrados, que supera las lógicas tradicionales políticas.
La doble figura de Boric
Respecto de la elección presidencial que se viene y de lo que se vio también en algunos sectores del FA como Comunes, cuando no todos estaban tan seguros de votar por Gabriel Boric. ¿Vale la pena que el Frente Amplio sea tan amplio?
El FA busca esa amplitud en el entendido que tenemos que construir mayorías para generar las transformaciones. Los proyectos extremamente identitarios y que buscan convencernos a nosotros mismos no va a permitir cambiar Chile. Pero sí es importante que eso que nos aglutina esté ordenado justamente por esas transformaciones que queremos generar. Quienes hemos estamos en el FA tenemos clara la vocación anti neoliberal, feminista, ecológica que se está generando. Y si es que hay personas que se han ido de ahí, es que quizá no han calzado con esa identidad. Pero, al revés, yo creo que es muy favorable, es algo que no enriquece más que sea un defecto.
Pero es innegable que eso igual ha generado costos en ciertas decisiones políticas. ¿Cuál es la consecuencia de que exista dicha diversidad dentro del conglomerado?
La política implica tiempos y costos. Hasta el momento se ha demostrado que esas decisiones colectivas, donde quizás algunos no estaban tan convencidos, han sido decisiones correctas. Y justamente esos son aspectos positivos de la democracia, de que muchas veces lo que nosotros pensamos no necesariamente es lo mejor, hasta que llegamos a una discusión colectiva donde algunos han demostrado que esas decisiones han sido acertadas. El pacto Apruebo Dignidad que mucha gente criticó en su momento y algunos auguraron que se veía un mal desempeño, mostró que finalmente era la apuesta correcta.
Entonces, lo que para algunos eran costos, finalmente terminó siendo una inversión darse todo ese tiempo de discusión y de llegar a esas posiciones comunes que hoy día están dando rédito. Muestra una forma distinta hacer política también, que no es que cuatro personas decidan lo que va a pasar, sino donde hay que abrir espacios a que la militancia pueda deliberar, y donde a veces quizás no vamos a estar todos de acuerdo pero vamos a llegar a posiciones comunes para poder seguir avanzando en conjunto.
Muchos creen que la figura de Boric como candidato entrega más confianza -por su capacidad de convocar y posición dialogante- que el mismo conglomerado del Frente Amplio. ¿Qué piensan de esto?
Gabriel es la mejor persona que podríamos tener para este momento político, no sólo a nivel del Frente Amplio, sino también para liderar los procesos a nivel de poder ejecutivo. Pero hoy día Apruebo Dignidad sí le ha permitido dar una musculatura y una profundidad social que ha sido una fortaleza para Gabriel. Él en ciertos momentos ha dado discusiones políticas al interior del FA y se ha terminado convenciendo. No es solo esa capacidad de escucha de Gabriel con el sector, sino también con la ciudadanía. Lo ha mostrado en varias decisiones más que él ha tomado, más que políticas, pero también se vio reflejado en lo que fue el 15 noviembre.
¿Cuál versión de Gabriel Boric debería primar ahora de cara a las elecciones, ese más dialogante que firma el acuerdo del 15 de noviembre, o el Boric dirigente estudiantil del Movimiento Autonomista?
Tiene que mantener lo que ha sido hasta el momento. Gabriel ha logrado mantenerse en una discusión de diálogo, de respeto, sin ambigüedades, desde la discusión de ideas y de cuál es el proyecto país que queremos ofrecer. Desde ahí tiene que establecer el diálogo con lo que fue la ex concertación y también con las otras candidaturas presidenciales que vayan a la primera vuelta. Más que buscar pasar por encima es abrir un sano debate, un diálogo y discusión sobre qué queremos ofrecer para Chile. Esa visión que ha tenido Gabriel ha sido intocable desde el Gabriel que fue dirigente estudiantil hasta el Gabriel diputado que firmó el acuerdo del 15 de noviembre y ahora es candidato presidencial. Creo que él tiene que mantener eso y quizás en algunos casos eso va a generar tensiones dentro del mismo FA, con Apruebo Dignidad o con otros conglomerados. Pero justamente esa identidad y ese tener claro su norte entendiendo el desafío que estamos enfrentando, si bien va a ser va a ser costoso en cuanto a tiempos, dificultades y todo, finalmente será una de las grandes virtudes.
Frente a la dispersión de votos que puede haber tanto en la primera vuelta como en la segunda, ¿se tiene que alejar Boric de la izquierda radical para que le vaya bien?
Es que Gabriel no se está moviendo dentro de ese clivaje. Ya lo demostró con el tremendo resultado de la elección que tuvo. Su apuesta es a las grandes transformaciones. El desafío hoy día más que ganar -que yo creo que es súper posible- es poder generar esos cambios que queremos hacer. Ahí Gabriel está actuando súper en consecuencia con eso. Y yo creo que hay que seguir profundizando en ese camino en donde quizás personas van a querer apostar a otra candidatura, pero yo hoy día creo que Gabriel es quien ofrece la mayor garantía de poder generar transformaciones que realmente vayan a beneficiar a las personas.
Pero, además, no hay que confundir la capacidad dialogante y articuladora de Gabriel con su capacidad de generar transformaciones profundas. Son cosas complementarias y virtuosas para el Chile que tenemos hoy día.
Y pensando en una segunda vuelta, más allá de pronosticar con quién pasaría, ¿a dónde tiene que ir a buscar votos?
Lo que hemos visto es que Gabriel ha seguido creciendo, cada vez más gente lo está apoyando. También hemos visto cómo personas que quizás participaron en la primera Unidad Constituyente, han buscado ver en Gabriel a alguien identificado justamente para estas grandes transformaciones. En un escenario de segunda vuelta en que pase él con Sichel, ahí al menos los del mundo progresista ninguno se pierde de que Sichel es la continuidad de Piñera. Entonces todos esos sectores van a venir a apoyar a Gabriel como también nosotros hemos sido súper claros en decir que en una segunda vuelta si pasa Sichel con otra candidatura como Yasna u otras independientes, no nos vamos a perder en que no queremos que vuelva a gobernar la derecha. Rescatando también lo que planteó Paula Narváez, nosotros desde el primer día estamos estamos súper de acuerdo con esas posturas.
Se ha dicho que Gabriel Boric tiene poca calle en comparación a otras candidaturas que están en competencia, primero porque pasó de la universidad al Congreso, y segundo, por la edad. ¿Creen en el FA que se necesite ese tipo de calle para gobernar?
La calle se da en otras cosas. Si es que entendemos que la calle está vinculada a trabajar en alguna empresa, como hemos visto otros actores que han generado contaminación u otras cosas, claramente no. Creo que hoy día eso que ven algunos como debilidad, yo lo veo como una fortaleza: Gabriel no tiene amarras ni ataduras para buscar transformaciones profundas, superando las lógicas que existieron en la política en los 90 que se inhabilitaron por una excesiva complacencia con el poder económico o más conservador.
Yo creo que Gabriel ha mostrado el liderazgo y la experiencia, desde los movimientos, pero también en tomar decisiones que han sido súper complejas y difíciles que yo creo que personas que llevan 30 años o más en política no han tenido la capacidad de poder tomarlas, ni tampoco de asumir esos riesgos y disposiciones.
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