Juan Luis Ossa: “Las nuevas generaciones de centroderecha no tienen problema con redefinir el modelo de desarrollo”

Juan Luis Ossa
Juan Luis Ossa, historiador del Centro de Estudios Publicos (CEP). Foto: Andrés Pérez

El historiador y encargado del equipo que busca un relato político para la campaña de Sebastián Sichel no solo tiene la edad para ser parte de esta nueva camada que se está tomando el poder. También tiene justamente el encargo de esbozar un sustento ideológico que ojalá sobreviva a esta elección. Para ello, dice, se alejan del espíritu refundacional de la izquierda, pero también del inmovilismo de la derecha más dura. "Nadie puede creer que va a aspirar a una mayoría política, social y cultural defendiendo principios monolíticos y unívocos", afirma.


Historiador a investigador del Centro de Estudios Públicos, desde hace unos meses que Juan Luis Ossa usa un tercer sombrero: el de encargado del grupo que busca un relato político no sólo para la campaña de Sebastián Sichel. También -aspira- para el futuro de la centroderecha.

Desde esa posición, Ossa analiza el cambio generacional que vive la política -”es sin duda un cambio de época”, dice- y proyecta su correlato político en el oficialismo. “La renovación generacional no es sólo etaria, sino que también es conceptual”, agrega.

En eso no sólo comparte el rango de edad -tiene 38 años-. También la idea de que las nuevas generaciones de centroderecha “no tienen problema con redefinir el modelo de desarrollo”, y que son “más proclives a aceptar las intervenciones del Estado cuando éste funciona bien”. Imprime, entonces, urgencia en una actualización del relato político: dice que están llegando tarde en comparación con el Frente Amplio, cuyo “espíritu refundacional es muy parecido al de la dictadura”.

-Hoy vamos un recambio generacional en general que está tomándose distintas esferas de poder.

Cada cierto tiempo hay cuadros que se renuevan, que generan nuevas preguntas y nuevas respuestas al conflicto. Si entendemos la política en parte como conflicto, estas respuestas son también miradas distintas para resolverlo. Y lo que está ocurriendo hoy es, sin duda, un cambio de época que quedó explícitamente demostrado en las primarias legales, donde ganan dos personas con menos de 45 años, pero sobre todo en los problemas y temas que se están discutiendo. Porque la renovación generacional no es sólo etaria, sino que también es conceptual. Y ahí me parece que los clivajes han ido cambiando y es muy difícil separar el mundo en derechas e izquierdas como si estuviéramos en la Guerra Fría.

¿Y cuáles son esos nuevos clivajes?

El modelo de desarrollo o la participación política son dos fenómenos que van a ir cambiando sustantivamente con el paso del tiempo. Es decir, las nuevas generaciones que representan el centro o la centroderecha no tienen ningún problema con redefinir el modelo de desarrollo para que, por un lado, haya crecimiento económico, pero que éste nunca esté en desmedro del medioambiente. Eso es una cosa que ya no es estrictamente de izquierda o progresista, sino que sumamente transversal. Y respecto de la relación más profunda entre el Estado y el mercado, esta generación es mucho más proclive a aceptar las intervenciones del Estado cuando éste funciona bien. No hay una mirada meramente crítica del Estado ni una mirada meramente apologética del mercado. Para nosotros, para nuestra generación, para este grupo que estamos coordinando el relato de Sichel y del sector, ni el mercado ni el Estado son objetivos en sí mismos; son medios. Yo creo que ese es un punto que nos diferencia sustancialmente del Frente Amplio, que tiende a ver el Estado como un objetivo en sí mismo, más que como un instrumento o un medio. Pero también nos diferencia con generaciones anteriores a la nuestra, que vieron al mercado como un fin en sí mismo.

Esta renovación, dice, se dio con claridad en el resultado de las primarias. ¿Cómo se explican estas ansias de lo nuevo? ¿Se trata de dejar atrás rostros de los últimos 30 o 40 años?

Lo primero es que ser joven no es garantía de nada. Y jubilar a los mayores de cierta edad es un error, porque hay muchos espacios donde la sabiduría puede jugar un rol importantísimo. Lo que ocurrió en las primarias fue un gran llamado de atención al sistema político tradicional, y en el caso de nuestro sector, un llamado de atención muy profundo a cómo vamos a enfrentar el siglo XXI. Que lo podemos enfrentar desde las generaciones jóvenes, considerando muchos aspectos de quienes nos antecedieron, pero con una mirada que tiene que ir más allá de la Guerra Fría, de los 90. Es decir, hay espacio suficiente para construir un relato, un proyecto político de largo alcance en donde el mercado y el Estado funcionen al servicio de las personas, de la sociedad civil y no al revés. Yo diría que esa tríada Estado, mercado, sociedad civil hay que rejuvenecerla con una mirada intelectual nueva, sin marginar por completo lo que se ha hecho hasta el momento. Eso sería muy arrogante, muy narcisista. Nosotros más bien planteamos una reivindicación crítica de los últimos 30 años, aceptando lo bueno del pasado, pero diseñando un modelo o proyecto político que supere las barreras más economicistas de los 90, y también la mirada simplona y estatista de muchos. Eso otra vez nos diferencia muchísimo del Frente Amplio, donde las aspiraciones refundacionales son explícitas.

Pero esta llamada de atención, ¿en qué se traduce?

Creo que, en primer lugar, en aceptar que eso que hemos llamado históricamente el centro o la centroderecha no está conformada por una o dos facciones -liberales o conservadores-, sino que pueden darse cita distintas tradiciones culturales, políticas. En el relato que estamos armando hay liberales, conservadores, hay comunitaristas y socialcristianos. Es la única forma, creo, de generar una mayoría cultural que nos permita disputar el poder al Frente Amplio. Pero al mismo tiempo es una mirada que, precisamente porque es sistémica, está abierta a la diversidad. Somos conscientes de que vivimos en una sociedad sumamente plural y que, por lo tanto, la tolerancia es clave para eso. Y puede generar una diferencia con otros proyectos de derecha que han existido a lo largo del país. Y eso ya, creo, genera un espacio que puede disputarle la mayoría cultural a un otro, en este caso representado en el FA y el PC.

¿Esa visión de diversidad no despierta tensiones en el mundo más conservador?

Es probable, pero es una visión que está construida en base a cuestiones que hemos venido discutiendo hace muchos años. No estamos inventando la rueda, no es ese nuestro propósito. Eso sería sumamente arrogante. Lo que sí creo es que es un proyecto que por primera vez está intentando seriamente combinar las culturas políticas y no pegoteadas. Porque creo que, además, la candidatura de Sebastián Sichel es eso, una combinación de culturas políticas. Él viene de una centroizquierda, ha estado jugando en distintos momentos en el centro político y es a éste al cual uno tiene que aspirar a través de la búsqueda de la mayoría cultural. Y eso significa ir mucho más allá de los partidos políticos y del diagnóstico oficial de Chile Vamos. Pero, por supuesto, considerando algunas de sus aristas.

Y a grandes rasgos, ¿hacia dónde se debería mover la derecha? Hablas de aspirar al centro...

Más que movernos hacia alguna parte, me gustaría responder cuál creo que debería ser el estilo de respuesta. Allí donde el Frente Amplio aspira a la refundación, incluso más, a la revolución y a la modificación de los poderes constituidos, nosotros aspiramos a reformar profundamente el statu quo, para lo cual nos alejamos de la derecha más clásica o dura, que ha torpedeado muchos cambios y modificaciones al sistema político y al modelo de desarrollo. Pero al mismo tiempo nos ponemos en una posición explícitamente reformista antes que refundacional o revolucionaria. Entonces más que movernos hacia un lado u otro, es la defensa de un principio y de un estilo. Nuestro estilo es reformista, para lo cual hay que ser crítico de lo que hemos recibido y heredado, pero no completamente refundacional como para dejarlo todo de lado. No puede ser que un país se tenga que construir cada 40 años, todo nuevo. Eso lo hizo la dictadura y el espíritu refundacional de la izquierda es muy parecido al de la dictadura, paradójicamente. Y eso es un error.

¿Ves en Gabriel Boric ese ejercicio refundacional?

Es que no puedo sino verlo, porque está en un pacto electoral con el PC, y esa es la mirada del PC. Y por mucho que él haya intentado en la primaria ponerse en una posición más reformista que revolucionaria, ahora va a tener que cuadrar un círculo muy difícil para que no se le sigan metiendo desde la izquierda. Y por lo tanto, va a tener que ceder a las aspiraciones refundacionales.

¿Y qué opción tiene Sichel? Dentro de su pacto también tiene parte de esa derecha que se ha negado a los cambios y que se ve en la Convención.

Estoy de acuerdo. Hay que hacer una invitación a superar la barrera de los 90, de la Guerra Fría y tener espíritu pragmático y darse cuenta que la construcción de mayorías culturales significa ceder. Y las nuevas generaciones tendrán que ceder con las antiguas generaciones y viceversa. Y los liberales con los conservadores. Y los conservadores con socialcristianos. Nadie puede creer que va a aspirar a una mayoría política, social y cultural defendiendo principios monolíticos y unívocos. Así no vas a ser nunca una mayoría.

¿La derecha está en crisis en Chile?

No, yo creo que está en reconstrucción. Esto ocurrió en el siglo XIX, en el siglo XX. No es la muerte de nada. Lo que veo como salida posible es que pensemos un diagnóstico de largo plazo. Si lo hacemos así, entonces nuestro acercamiento al electorado va a ser más fácil, pero sobre todo menos instrumental y más sincero.

¿Por qué pareciera que la izquierda es más atractiva para los jóvenes?

Yo creo que, en parte, porque la reflexión intelectual la hicieron antes. Estoy seguro de eso, que el 2006 y el 2011 son los preludios intelectuales -pueden parecer bien o mal los diagnósticos- de un ejercicio que sirvió. Son funcionales para el 2019. Estalló esto sin ellos ser conscientes de que iba a estallar, sin ellos liderar el movimiento del estallido, pero sí estaban más preparados para entender o canalizar conceptualmente las demandas. Y llegamos en ese sentido tarde al relato, y con un Excel más que un Word. Ese es un problema.

Llegaron tarde a esta pelea cultural...

Claro, en parte porque no hubo mayor interés en la reflexión intelectual profunda, y estamos saliendo del Excel para meternos en el Word. No quiero decir con esto que el Excel no importa, sí importa, porque las medidas concretas tú las resuelves con él. Pero la mirada de largo plazo la haces con Word y tú le tienes que plantear una salida a la sociedad cuando se enfrenta a una crisis, una salida estructural, sistémica. Y en eso estamos, buscando una salida sistémica. El Frente Amplio lo logra con las medidas y los instrumentos equivocados, a mi manera de ver, pero al menos tiene un relato.

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