Mujeres, las impulsoras del cambio
“Los cambios en el clima nos afectan a todos, pero son las personas más pobres del mundo, junto a aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, en especial, las mujeres y las niñas, quienes sufren las peores consecuencias de las perturbaciones ambientales, económicas y sociales. Sin embargo, esas mismas mujeres y niñas son también pioneras en la adopción de nuevas técnicas agrícolas, las primeras en responder cuando ocurre un desastre y las encargadas de tomar las decisiones importantes en el hogar con relación a la energía y los desechos. Las medidas climáticas no serán fructíferas ni sostenibles salvo que cuenten con la participación de las mujeres”, dice un artículo publicado por ONU Mujeres que titulan Mujeres, las impulsoras del cambio.
Todo esto para explicar que las Naciones Unidas –tal como cita dicho artículo– se han centrado en las mujeres de todo el mundo cuando buscan agentes de cambio, y les han enseñado a incorporar soluciones inteligentes en las labores que realizan. “Estos enfoques impulsados por la comunidad no solo resultan beneficiosos para el medio ambiente, sino que también empoderan a las mujeres para ayudarlas a mejorar la calidad de vida de sus familias y comunidades, al tiempo que promueven el desarrollo sostenible”, explican. Y es lo que ha podido comprobar la española Rosa Madera, fundadora y CEO de Empatthy, representante en Chile del Comité de Mujeres Líderes de América de la OEA y parte de la iniciativa social Por Todas.
Su experiencia viene desde la filantropía y asegura que la filantropía femenina ha cambiado el paradigma, desde una mera entrega de recursos a un concepto de colaboración. Cuenta que cada año en diferentes países aparecen nuevos grupos de mujeres que se organizan para financiar iniciativas sociales. Sus objetivos son mejorar las condiciones de vida de otras mujeres y niñas, así como crear redes de innovación y emprendimiento en áreas tan diversas como la educación, la cultura, el medio ambiente o la tecnología. “Lo que se conoce en el mundo como filantropía femenina es una nueva forma de organización mucho más solidaria y corresponsable porque –según datos del Centro de Filantropía de la Universidad de Indiana (EEUU)– las mujeres son más generosas, cooperadoras y afines a los problemas de sus pares que los hombres”, dice. Y agrega: “Si bien no hay estadísticas oficiales sobre el porcentaje de mujeres dedicadas a la filantropía a nivel mundial, la evidencia muestra que son muchas y de sectores muy variados y transversales, y reconoce que es por una razón muy sencilla: Por lo general, empatizan mucho más con sus pares que los hombres, sean estas jóvenes, niñas o en edad adulta. El sexo se relaciona con la empatía, y no lo digo yo, hay muchos estudios en los que las mujeres puntúan más alto en las escalas que la miden”.
Rosa habla del efecto multiplicador. “Se ha demostrado que, por ejemplo, aportar en primera infancia tiene un efecto multiplicador porque inviertes un dólar y recibes siete. Aquí pasa lo mismo. Y aunque todavía no hay datos duros sobre el efecto de trabajar con mujeres y niñas, quienes comenzaron a hacerlo ya hablan del efecto multiplicador que tiene, porque las mujeres trabajamos en sistemas y en red, esto quiere decir que cuando apoyas a una mujer o a una niña, estás apoyando a la comunidad en la que vive. Es como el concepto de economía del bienestar, que tiene que ver con que si bien es genial y necesario el crecimiento económico, cuando se acompaña de un bienestar social es tanto mejor”.
Así, desde la educación, la salud, la calidad de vida de adultos mayores, la educación, la inclusión de personas con discapacidad y los más vulnerables; pero también desde la ciencia, desde las empresas y en todas las áreas, cientos de mujeres levantan a diario sus banderas para impulsar un futuro más igualitario. No por nada la frase The Future is Female (El futuro es femenino o El futuro es de las mujeres), se ha transformado en un lema a nivel global. “El feminismo es, en la sociedad actual, el principal factor del cambio”, escribió hace un tiempo en el diario El País el periodista y filósofo Josep Ramoneda. Un cambio que además viene de la mano de las nuevas generaciones. Como “un espacio para expresar lo que les pasa y un sinónimo de igualdad”, definieron la idea de feminismo las chicas de entre 14 y 20 años que fueron entrevistadas por la consultora Ipsos para su estudio sobre la Generación Z, que abarca a quienes nacieron entre 1994 y 2010. “Toda esta generación estuvo completamente atravesada por cambios sociales que las influyeron: han escuchado hablar de matrimonio igualitario, de identidad de género; han escuchado también de derechos sobre sus cuerpos, del debate por la legalización del aborto. Y crecieron viendo más liderazgos femeninos, por tanto tienen naturalizados conceptos vinculados al género y a la diversidad que las generaciones anteriores recién están deconstruyendo. Su sentido social es muy distinto”, dijeron en la presentación del informe.
Serán por tanto las herederas de una lucha que, al menos según lo que han mostrado hasta ahora, asumen con firmeza. “El diálogo intergeneracional explora los caminos hacia la igualdad de género. Además, como venimos de generaciones distintas, podemos explorar distintas formas de pensar, distintas vivencias, experiencias y realidades, algo muy enriquecedor y productivo”, dijo la joven activista por la igualdad de género, Selin Ozunaldim en el reciente Foro Generación Igualdad, organizado por ONU Mujeres. En él se reunieron a líderes feministas, jóvenes y agentes del cambio de todo el mundo y de todos los sectores, y unas de las conclusiones fue: “El poder de organizarse colectivamente desde un enfoque interseccional e intergeneracional –que tienen las mujeres de manera innata– es el que reconoce el hecho de que, como ocurre con un círculo, todas y todos tenemos nuestro lugar y nuestro espacio en la construcción de un nuevo mundo. Por esta razón, debemos conseguir que todas las mujeres, con todas sus diversidades y experiencias vividas, ocupen un lugar central en los debates, no como un símbolo de las luchas individuales, sino como el compromiso de cumplir con los objetivos definidos en el marco de los derechos humanos internacionales. Es que es innegable que son ellas las que alrededor del mundo, transforman y salvan vidas. Son ellas las principales agentes de cambio, un cambio que el mundo necesita con urgencia”.
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