Carlos Correa
Ingeniero civil industrial, MBA
Piñera deja el poder despreciado por la derecha. Lo culpan de enfrentar la crisis del 18 de octubre entregando la Constitución, para salvarse a sí mismo. La evidente falta de miopía del sector ante la necesidad de cambios profundos ayuda aún más a generar esa necesidad que el rumbo constitucional que ha tomado el país tenga un culpable, y el Presidente es perfecto para ese rol.
"¿Qué provoca esta especie de enfermedad infantil de izquierdismo que asola la Convención? ¿Es realmente el camino para el rechazo de salida? ¿Se está cumpliendo el vaticinio de nostálgicos de los 90 respecto de que iba a ser una Constitución de los ganadores? Si bien todavía queda el pleno para depurar estas iniciativas, es inevitable que hay una señal clara".
Mensajes de dirigentes socialistas han aumentado la sensación de preocupación en Apruebo Dignidad sobre los nuevos convidados de piedra, que a varios les recuerdan la película coreana Parasite, donde una familia se instala en otro hogar más exitoso, haciéndose pasar por personajes que no son.
Se suele confundir aquello que es motivo de ley con lo que debe tener rango constitucional, lo que explica muchas de las iniciativas populares sobre asuntos relevantes en la discusión. A manera de ejemplo, las relacionadas con el consumo de cannabis o los fondos previsionales debieran ser asuntos más propios del Congreso.
Tras la descomposición de la Lista del Pueblo, el PC había logrado nuclear alrededor a un grupo de más o menos un tercio de la Convención, que votaba en bloque. Eso le permitía tener un poder negociador, debido a la regla a la que ellos mismos se opusieron. La amenaza de un bloque dominante sin ellos podía terminar en una dispersión de su fuerza. Varios pensaron que no podía humillarse al partido de Recabarren y, por tanto, decidieron jugar el rol de un monstruo grande que pisa fuerte, como dice la canción interpretada por León Gieco.
En el comité político, lo lógico y razonable es que las figuras que fueron clave en la estrategia de primera y segunda vuelta ocupen cargos relevantes en la conducción del gobierno. Cualquier otro escenario es sin duda especulativo.
Pasada esa ilusión, los dos comandos han apostado por incorporar nombres que les den realce a sus propuestas, con figuras atractivas para los medios, y así poder tener control de la agenda.
Kast cometió el primer yerro de su campaña, y en el debate se abre una oportunidad para Sichel y Provoste. Su planteamiento respecto a que la dictadura de Pinochet no encarcelaba opositores no solo es un error de proporciones, sino un crimen.