Sección: Opinión
El anuncio de cierre de un acceso de la estación Cal y Canto permite ilustrar en toda su magnitud los enormes costos que conlleva para la ciudadanía cuando se renuncia a restituir el orden público y permitir que las incivilidades o la delincuencia se adueñen de los entornos.
Esos libros que han cambiado, en el mejor sentido de la palabra, la vida de sus lectores.
La brecha de género implica desaprovechar valiosos talentos que podrían dinamizar el conocimiento, la política o la economía.
No podemos retirarnos de organizaciones que, a pesar de sus claroscuros, han producido mucho más bien que perjuicios.
El delicado cuadro que se vive en la zona, con miles de familias emplazadas ilegalmente, ilustra el costo de consentir este tipo de ocupaciones y no actuar a tiempo.