Desde muy joven, Wang Chengbang (hoy de 83 años de edad) descubrió que el sentido de su vida era la conexión con la naturaleza a través de la plantación de árboles. Lo ha hecho ininterrumpidamente por más de 60 años en la Región Autónoma de Xinjiang, al noroeste de China.

Lo particular es que se trata de una de las zonas más secas de su país, ubicada cerca del desierto de Taklamakán, que es considerado el segundo más extenso del mundo con 270 mil kilómetros cuadrados. Llegó allí proveniente de Zhangye, a unos 1.200 kilómetros al este, a fines de los años 50, alistado como militar y con 20 años de edad.

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El octogenario militar chino en retiro Wang Chengbang ha plantado árboles por 60 años.[/caption]

Wang se asentó en Korla, una ciudad de poco más de medio millón de habitantes al noreste de Taklamakán, en la parte norte de la antigua ruta de la seda, hoy famosa en China por el cultivo de apetecidas y aromáticas peras, motivo por el cual es llamada la "ciudad de las peras".

Las aguas del río Kaidu cruzan esta ciudad-oasis, con sus característicos puentes, como el Del León y Jianshe, y permiten el desarrollo de la agricultura en medio de estaciones muy marcadas, con mucho frío en invierno y alta temperatura en verano. A su turno, las usuales tormentas de arena recuerdan a sus habitantes que viven en medio de una zona en extremo desértica.

La aparición de los sauces

Pero en los últimos años, Korla está experimentando un cambio que se atribuye al octogeriano militar Wang Chengbang: a lo largo de la ribera del río se están multiplicando los sauces que hasta hace unos años no estaban, y de cuya variedad no se tenía conocimiento, tampoco de su nombre.

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Los sauces de Korla se convirtieron en un símbolo de la ciudad.[/caption]

Esa historia empezó en 2001, cuando Wang Chengbang dio con un tipo de sauce que soportaba los más extremos rigores del clima, incluyendo los crudos inviernos de la ciudad de -12 grados Celsius y que resistía a las enfermedades.

La oficina de parques y silvicultura de la ciudad se interesó en el descubrimiento de Chengbang, comenzando así la plantación de sauces en la ribera del río como un árbol decorativo, tras su cultivo en el vivero municipal en el cual trabaja Chengbang. Al cuarto año, ya sumaban dos mil sauces que fueron bautizados como "Sauce Chengbang", que se han convertido en todo un símbolo de la ciudad.

En 2005, Chengbang fue diagnosticado de cáncer, comenzando su lucha en contra de la enfermedad, apoyado por su esposa, Zhang Aiying. Pero tras pasar por varios centros asistenciales en el país y largos tratamientos, Chengbang decidió regresar a su labor en el vivero municipal de Korla, y ha dicho que quiere morir allí, entre sus pequeños sauces.

Una vida dedicada a la forestación

Antes de descubrir el sauce que hoy caracteriza a la ciudad, Chengbang, ya jubilado como militar, y reconocido experto autodidacto en plantaciones, trabajó nueve años en la Base Petrolera de Tarim, entre 1993 y 2001, a poco más de 100 kilómetros de la ciudad. Su labor fue todo un éxito: ayudó en la renovación de 10 pozos de agua, en la construcción de 13 embalses, y en la plantación de más de un millón y medio de árboles.

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El río Kaidu atraviesa la ciudad, una de las características de las ciudades de Xinjiang.[/caption]

Wang Chengbang ha dicho que su primera motivación con la forestación comenzó cuando hizo el viaje de 17 días desde Zhangye a Xinjiang, enrolado en el Ejército para servir en esa zona fronteriza. Recuerda que lo impresionó el desierto y la ausencia de verde.

Al poco tiempo comenzó junto con sus compañeros a ayudar a la gente local a cultivar la tierra, recoger la cosecha y plantar árboles. Poco a poco, fue aprendiendo los secretos del cultivo y del riego necesario para cada especie, además de la calidad de los distintos suelos de la zona.

Fue en 1988 cuando Chengbang terminó su carrera militar de 33 años, pero mantuvo su espíritu de servicio con la comunidad haciendo lo mejor que había aprendido a hacer: plantar árboles.