Cooperar y competir son realidades entrelazadas –como el yin y el yang– con las cuales cabe entender las interdependencias de nuestro tiempo, en una globalización que no soñamos cincuenta años atrás.
Nuestra relación está cimentada sobre la labor de ambos Gobiernos, robustecida por los esfuerzos del mundo empresarial, la academia y la sociedad civil.
China se ha mantenido como el mayor socio comercial de Chile por diez años consecutivos y es el mayor destino de exportación de muchos productos chilenos como cobre, cereza, carne de cerdo, etc. En los últimos dos años, China también se ha convertido en la mayor fuente de inversión extranjera para Chile.
La cultura culinaria de China ha experimentado un desarrollo de 5 mil años, y está compuesta por platos de todos los rincones del país. A pesar de existir un sinfín de restaurantes de comida china en nuestro país, se desconoce la inmensa variedad que existe en el país asiático.
Los intelectuales asiáticos quieren conocer al poeta íntimo, desde la mirada de su propios hogares y objetos. Aprecian tantos los juguetes en las habitaciones, la tinta con el color verde, el amor escondido en la pintura de Diego Rivera, entre otros.
Disciplina, sufrimiento, autocontrol y rechazo de la violencia se ven enfrentados en la evaluación definitiva que los monjes shaolin deben superar si se quieren graduar como maestros en China. Un documental de la BBC describe las etapas a superar.
Conocer la cultura china va más allá de saber cuál es su idioma, su escritura, sus peculiares vestuarios o su sabrosa comida. Un ítem imprescindible para descifrar a la nación asiática -dentro de tantos- es comprender la filosofía que ha influido durante milenios de historia en sus ciudadanos.
Con 2.500 años de historia, esta ciudad tiene por meta convertirse en una urbe saludable, verde, ecológica, sostenible e inteligente, con un alto desarrollo tecnológico. Sus múltiples universidades y empresas se abocan al big data, la biomedicina, la biotecnología y a la ingeniería genética.