Una visión del proceso electoral estadounidense, desde el mismo país, es la que aportan los chilenos Juan Pablo Garnham, periodista del The Texas Tribune, y José Manuel Simián, abogado y periodista residente en New York. Sobre los estados clave en la elección y la sombra del fraude electoral rondando en el proceso, se explayaron en una sesión de conversaciones La Tercera.

Ambos se refieren a una posible sorpresa de la noche: la situación de Texas (aporta 34 votos electorales), habitual bastión republicano, que en algunas proyecciones figura favorable a la candidatura del demócrata Joe Biden. “Texas es un estado que es y ha sido por décadas republicano, entonces que sea algo que se puede prestar para conversación, ya pasa a ser inusual por el peso que tiene”, explica Juan Pablo Garnham.

Lo ilustra con ejemplo. “Tiene más electores que Georgia y Carolina del Norte juntos, es un país en sí mismo”.

El factor que permitiría el eventual giro hacia la candidatura de Biden, es la nueva composición demográfica del Estado ubicado en el sur profundo del país, gracias a la llegada de inmigración de latinos y gente joven a los suburbios de ciudades como Dallas y Austin.

“Es algo con que se viene fantaseando hace tiempo, pero que pudiese pasar ahora impulsado por la resaca a Trump”, explica Simián-. Aunque acota: “Era impensado hace un par de meses que lo estemos hablando”.

Sin embargo, frente a ese factor, Garnham aporta un matiz. “Es difícil llegar y decir que toda esta gente va a votar demócrata o toda esta gente va a votar republciano, porque hay una mezcla”, señala. “Es gente joven que está votando demócrata, latinos de segunda generación que empiezan a votar, que votan más demócrata”.

Y entre estos, hay un grupo que es de suyo complejo; los latinos. “No son un voto monolítico, y a eso se suma el voto femenino en los suburbios”, agrega Garnham.

El voto latino también es relevante en el estado que puede ser la clave de la elección: Florida. “Los demócratas tienen muchas esperanzas que una gran ola migratoria puertorriqueña, posterior al huracán Mary, pueda contrarrestar el voto cubano-americano, tradicionalmente cuadrado con los republicanos”, analiza Simian.

Sin embargo, aquello tampoco sería suficiente. “Hay bolsones y condados más conservadores que pueden dar vuelta la elección muy fácilmente”, añade Simián.

Con todo, los chilenos anticipan que la situación es de mucha tensión. “La gente progresista está nerviosa -detalla Garnham-. La gente más segura de dar un resultado te lo da hacia Trump da la sensación de que están tratando de ser pragmáticos en exceso”.

Sin lugar para el fraude

Otro aspecto que cruzó la campaña es que el presidente Trump ha cuestionado el sistema de voto anticipado. Más aún, señala que ello puede dar lugar a un posible fraude electoral, que como no, achaca a los demócratas.

Aunque EE.UU tiene alguna tradición en la segregación de algunos votantes, como la población afroamericana, no es lo mismo que un eventual fraude, que para los chilenos hay que verlo en otro carril. “Antes se pedían niveles de educación, había otros niveles de intimidación hasta con violencia, es un tema que ha sido histórico en EE.UU”, detalla Garnham.

Por ello, es que el periodista asegura que no es posible la posibilidad de un fraude. “Todos los datos históricos apuntan a que no existe, y no hay razones que va a existir ahora con la pandemia”, asegura. Y agrega un dato clave, basado en la evidencia histórica. “Los que pueden causar fraude electoral son los republicanos, por los pocos hechos y aislados”.

“Lo del fraude es una discusión nueva”, asegura Simián. Para él se debe diferenciar con el pasado segregacionista en que “los tipos de requisitos que se han puesto en distintas legislaciones para que ciertas demografías que son más pobres y suelen tener una inclinaron hacia la izquierda no puedan registrarse”, por ello asegura que “ahora esta sospecha del proceso electoral, es nueva”.

Tal como su colega, reafirma que la evidencia sobre fraudes electorales en el sistema estadunidense, es muy marginal. “Cuando Trump comenzó a sembrar dudas sobre este supuesto fraude electoral, recuerdo que los casos que en los reportajes habían documentado en los últimos 100 años, eran contados con los dedos de las manos”.

Respecto al voto anticipado, que en la previa sumó 90 millones, para Simián es una evidencia del entusiasmo que generó el proceso, considerando el resultado de 2016. Por ello, agrega que es muy probable que aquellos sean favorables a la candidatura de Biden.

“La sospecha es que mucha gente en el 2016 se quedó en casa y se durmió, porque la elección estaba ganada por Hillary Clinton, y esta vez una mayor participación electoral beneficiaría a los demócratas”, afirma el periodista. “Hay mucha gente que se arrepintió de no votar en 2016, eso me consta”.

Por último, Simián coloca el acento en una tensión. “Es muy probable que Joe Biden gane el voto popular, pero no sabemos si va a ganar en el colegio electoral, esa es la gran discusión”, pero agrega que “el sistema es muy reacio a discutir el sistema electoral y la composición del senado”.

Gonzalo Díaz, estadístico: "No es conocido cómo el efecto de la pandemia, de la crisis económica, va a tener sobre las proyecciones del voto temprano”

Otro punto de vista lo aporta Gonzalo Díaz, cientista de datos del diario The New York Times. Desde la Gran Manzana, anticipa a La Tercera la dificultad de adelantar el resultado. Por ello, echa mano a lo que ocurrió en 2016. “En términos de voto popular las estimaciones no estaban muy lejos de la realidad; se estimaban más de 3 puntos porcentuales para Hillary Clinton, y al final fue más dos, pero se complica más con el sistema electoral que tiene Estados Unidos”.

En esa elección, las encuestas proyectaban el triunfo de Clinton. Pero según Díaz, ahí se cometió un error al momento de establecer una ponderación por educación en las muestras. “Las personas de educación universitaria tienen mayor probabilidad de responder una encuesta política y mayor probabilidad de votar demócrata, lo que pasa es que el sampleo está sesgado hacia personas con educación universitaria y eso en 2016 no se corrigió adecuadamente”.

“Los votos indecididos y los votos por terceros partidos, también contribuyeron a los errores -agrega-. Eso ahora se está tratando de compensar”.

Pero en estos comicios, los desafíos que enfrentaron las encuestas fueron otros relacionados con la contingencia. “No es conocido cómo el efecto de la pandemia, de la crisis económica, va a tener sobre las proyecciones del voto temprano”.

A ello se debe agregar las dificultades propias del sistema electoral estadounidense. “Cada estado lo controla todo individualmente, se tiene que modelar cada estado por separado y eso tiene sus propios desafíos; a nivel federal las encuestas son de calidad bastante buena, pero a nivel estatal es mucho más difícil encontrar encuestas con poder predictivo”.

Lo concreto es que esta elección puede alcanzar cifras record de participación. “En 2016 votaron 137 millones de personas, y ahora en voto temprano ya habían votado 10 millones y quedaban 30 millones de votos por correo que aún no se reciben por correo -asegura Díaz-. Estamos en trayectoria de tener participación más alta que en 2016 pero se podría tener cifras de 170 millones de personas votando que sería primera vez que ocurre”.

En el cierre, Díaz detalla cómo se deben leer los primeros resultados, si es que estos muestran una primera tendencia favorable a Biden. “En las horas tempranas, están empezando a salir los estados que cuestan más rápido, que son Florida y Carolina del Norte, durante la tarde ya podremos saber los resultados -asegura-. Si a eso se le suma Georgia, que quizás salga en la madrugada de mañana, esos tres estados dan una muy buena indicación de lo que podría pasar si es que Joe Biden gana uno de esos tres”.