Isabelle Huppert, actriz francesa: "La película Elle es mucho más que una mujer enamorada de su violador"
La protagonista de la elogiada Elle, que Sanfic estrena la próxima semana, se refiere a la provocativa cinta de Paul Verhoeven (Bajos instintos).
La provocación es el arma preferida del director holandés Paul Verhoeven. Durante toda su vida ha puesto el dedo en la llaga, la bala en el objetivo impensado y la cara en la circunstancias más difíciles. Cuando la corrección política decía que en Holanda había que hacer meditativas películas de arte y ensayo, Verhoeven creaba propuestas tan violentas que las autoridades de su país decidieron quitarle la subvención económica. Cuando en Norteamérica todos comulgaban con el gobierno de Ronald Reagan, el holandés disfrazó de ciencia ficción a Robocop (1987), un filme que atacaba a los empresarios con todas sus letras. Finalmente, en plenos años 90, fue tildado de machista, pornógrafo y fascista por Bajos instintos (1992), Showgirls (1995) y Starship troopers (1997), respectivamente. Ahora, a los 78 años, acaba de encontrar la unánime aprobación crítica con Elle, su primera película rodada en francés, protagonizada por Isabelle Huppert. El filme es parte de la programación de Sanfic y se dará los días sábado 27 y domingo 28.
La doble ganadora del premio a Mejor Actriz en Cannes (en 1978 y en 2001) era una de las favoritas de la prensa especializada para repetir el logro en Elle, que se estrenó en mayo en el encuentro francés. La película no obtuvo distinciones en Cannes, pero si logró el prestigio para desplazarse por diferentes festivales del mundo y, de paso, ir postulándose entre los largometrajes imperdibles del año.
Basada en la novela O… (2002) del francés Philippe Djian, Elle es un thriller explosivo y frontal que parte sin disgresiones: a la elegante ejecutiva Michèle Leblanc (Isabelle Huppert), la violan en su propia y lujosa casa. Tras la escena, la mujer yace en el suelo y en sus labios se dibuja una mueca ambigua. El resto de la historia es la búsqueda que emprende Michèle por hallar a este violador que viste de negro y es enmascarado. Desde su estreno, Elle recibió elogios por sus diálogos corrosivos, por la interpretación de Huppert y por el creativo descaro de Verhoeven. También la atacaron por lo habitual: machista, violenta, amoral.
En diálogo con los medios acreditados en Cannes, Isabelle Huppert enarbola la bandera de Paul Verhoeven, el holandés errante que pasó de Amsterdam a Hollywood y de California a París. "Con Paul Verhoeven pasa lo mismo que con John Ford. Todo el mundo piensa que Ford es el típico director de derecha, de los grandes valores patriotas americanos. Pero hace poco vi Las uvas de la ira (su película de 1939 basada en la novela de John Steinbeck, sobre granjeros durante la Depresión) y me encuentro con todo lo contrario, con una película que más bien es la clásica cinta de izquierda, con un fuerte contenido social. Entonces, me parece que no es tan fácil etiquetar", dice Huppert.
"Paul Verhoeven, por ejemplo, siempre es tildado de misógino, pero a mí me parece todo lo contrario. Me acuerdo que su película Delicias turcas (1973) fue calificada como de soft porno y en Francia sólo se dio en esos cines. Pero la cinta no era eso. O, por lo menos, mucho más que eso. El único medio que la defendió en Francia en ese momento fue la revista Charlie Hebdo, que la consideró una obra maestra y llamó a Paul Verhoeven un gran director.
Lamentablemente desde esos tiempos ha permanecido la imagen de Verhoeven como un cineasta machista. Es una descripción superficial y si alguien la aplica a Elle, sin siquiera ver la cinta, caerá en la trampa de decir que el largometraje es sobre una mujer que se enamora de su violador. Hay mucho más misterio que esa simple noción", enfatiza Huppert, conocida también por La ceremonia (1995) y La profesora de piano (2000), de Claude Chabrol y Michael Haneke, respectivamente.
¿Habría que tener más imaginación al ver la película?
Creo que no debe ser observada siempre en términos realistas. Hay fantasía, como en varios de los libros de Philippe Djian. Muchas veces su obra pone en evidencia pensamientos, reflexiones inconfesables. No se trata de preceptos acerca de cómo se deban comportar las mujeres. Y lo que hace Verhoeven fue traspasar esta historia a la pantalla.
¿Qué le atrajo del guión?
Bueno, era absolutamente perfecto. Con una buena cantidad de ironía aportada por el propio autor de la novela, que participó en el guión, pero también por Paul Verhoeven. Creo que hay una gran mezcla de ambigüedad y de suspenso: lo primero lo acerca a una película europea y lo segundo a una producción clásica de Hollywood.
¿En la película hay también algo de comedia?
Yo diría que más bien es ironía. Verhoeven siempre trató de ir un paso más adelante para darle un tono a toda la película. No es una ironía linda ni amable, sino que más bien insolente. Es muy raro encontrar esa cualidad.
Usted está en casi todas las escenas…
Efectivamente, por eso es tan buena (risas). Apenas hay un pequeño pasaje en que no aparezco y es cuando hablo con mi hijo y la cámara muestra brevemente el departamento de él. Participar en toda las escenas de esta manera es casi como pintar un cuadro. Es un acercamiento impresionista al cine, creando tomas de manera puntillista, paso por paso, minuto por minuto. El resultado final fue que me sentía absolutamente dueña del personaje. Soy ella.
¿Puede Elle ser un comentario de la sociedad francesa actual?
Probablemente. He escuchado que muchos periodistas hablan de una escena en particular, cuando hago la cena de Navidad en casa, y la comparan con las películas de Claude Chabrol. Creo que en la película se muestra una manera de ocultar ciertas verdades, que es típicamente francesa: una forma de crear secretos que es propia de nosotros. Me acuerdo que eso también me lo hizo notar un periodista estadounidense cuando presentamos este año L'avenir de Mia Hansen-Love, en el Festival de Berlín (filme que también estará en Sanfic). En una parte mi personaje le dice a su esposo que hubiera preferido que éste jamás le confesara su infidelidad.Probablemente eso no pasaría en una cinta americana. Sin ánimo de generalizar, creo que eso es muy francés.
¿Como recuerda La comedia de la inocencia, donde fue dirigida por Raúl Ruiz?
Fue maravilloso. Era un gran hombre y tenía un nivel de fantasía increíble. Es curioso, pero siendo muy diferente a Paul Verhoeven, creo que hay cosas comunes: ambos son capaces de entregarte elementos, señales y estímulos aparentemente diversos y azarosos para que uno los asimile a su manera. Estar en un rodaje así es como una acción de pintura, a lo Jackson Pollock.
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