La alfombra roja del cine Elgin and Winter Garden de Toronto no es tan grande como la ceremonia del Oscar, pero es la mejor antesala del premio más popular del cine. No hay más de veinte metros hasta la entrada principal, pero son suficientes pasos como para llamar la atención en el Festival Internacional de Cine de Toronto, con una película que sigue justamente los pasos de Jacqueline Kennedy en la Casa Blanca, después del asesinato del presidente de los Estados Unidos. Aquí es donde se estrenó en Norteamérica hace dos semanas el filme Jackie, del realizador chileno Pablo Larraín. Un día antes, la película había ganado el premio al Mejor Guión en el Festival de Venecia, donde las críticas fueron de buenas hacia arriba, destacando antes que nada la caracterización de Natalie Portman en el rol de la primera dama más glamorosa de la historia.

La película se ha instalado fuertemente en las últimas semanas entre las favoritas a ser nominadas al Oscar a Mejor Actriz, un premio que Natalie Portman recibió hace cinco años por El cisne negro de Darren Aronofsky. Precisamente este realizador es el productor de Jackie, filme que originalmente él iba a dirigir con Rachel Weisz (en ese momento su esposa) como protagonista. En mayo del año pasado Jackie pasó a manos de Pablo Larraín, quien afirmó que una de las condiciones para dirigir era tener a Natalie Portman como Jacqueline Kennedy.

En la cinta, la estrella de Closer interpreta a la esposa de John Kennedy durante los tres días que siguieron al asesinato de su esposo en Dallas, ocurrido el 22 de noviembre de 1963. También actúan Billy Crudup como el periodista Theodore H. White, John Hurt como un sacerdote de la Casa Blanca y Peter Sarsgaard como Robert Kennedy, pero es fundamentalmente ella la que se roba la pantalla.

Si no la conociéramos tanto, realmente pensaríamos que Natalie Portman es Jacqueline Kennedy. El parecido en el cine es asombroso. La postura y el modo en que camina, es igual. Y hasta la forma de hablar es idéntica. Sin querer dar detalles sobre la diferencia entre la realidad o la ficción que invita a la polémica, hasta el director Pablo Larrain, en la alfombra roja, afirmó "el debate lo ponen ustedes, yo solo me dedico al cine".

Tras el término de la función, a sala llena y sin una sola butaca vacía, los aplausos rompieron el silencio que habían marcado los 95 minutos de Jackie. Y con un vestido verde de Dior que escondía un nuevo embarazo (otra casualidad, tal cual como aquella vez que recibió su primer Oscar), Natalie Portman habló de su nueva película, Jackie.

¿Su propia popularidad le ayuda a entender mejor la fama de Jackie Kennedy?

No podría comparar su fama con la mía, pero entiendo la idea de querer separar la vida pública y la vida personal, porque en mi caso yo sólo pretendo compartir mi trabajo. De todas maneras me asusta pensar que el público vaya a compararme o no crea que pueda aparecer como ella, por tener una idea demasiado específica entre quien soy yo y quien es Jackie Kennedy.

¿Su opinión sobre Jacqueline Kennedy cambió tras haberla interpretado en el cine?

Antes yo la veía en una forma muy superficial. Admiraba la forma en que se vestía, el peinado. Sólo la había visto por fuera.

¿Y ahora?

Ahora aprecio la mujer inteligente, fuerte y compleja que era. Solo me queda esperar que el público pueda conectarse de la misma forma con un tema tan fascinante como su historia.

¿Hubo algún secreto detrás de esta preparación para un rol tan exigente?

Cada rol es diferente, pero yo siempre trato de encontrar una buena combinación entre la investigación y mi imaginación.

 ¿Cuánto de  imaginación le agregó a la investigación de Jackie?

Hay muchísimo material sobre ella, aunque también hay bastante que se perdió de su vida porque también lo editaron… a propósito. Por eso necesité usar la imaginación después de encontrar algún video y también trabajé con un especialista en voces para adoptar el acento de ella y para su voz, que me pareció eternamente interesante.

¿La voz? ¿Por qué?

Cuando ves las entrevistas de ella y después escuchas las grabaciones donde habla en privado con sus amigos, se nota que es una voz completamente diferente y tiene un sentido del humor también totalmente distinto. Y esos pequeños detalles son los que me ayudaron a encontrar diferentes aspectos de Jacqueline Kennedy.

 ¿Marcó alguna diferencia tener como director a un chileno como Pablo Larraín que no es precisamente "americano"?

Con él aprendí que es americano, porque el continente es grande. Y los latinoamericanos, los sudamericanos también son americanos (Risas).

Claro, pero al no haber nacido en Estados Unidos debe tener un punto de vista diferente de la historia de ustedes ¿Concordaron en todo? ¿Cómo fue su dirección?

Yo no siempre estuve de acuerdo en lo que él quería o me decía que hiciera, pero confié en él lo suficiente como para intentarlo, llegando hasta lugares mucho más interesantes de los que hubiera conseguido yo sola. Me sentí también muy libre. Y hubo una colaboración mutua. Es la belleza del cine, donde un grupo de gente creativa se reúne para generar algo completamente único.  Realmente el trabajo fue una combinación entre Pablo (Larraín) y yo. Era evidente lo que él quería, pero  al mismo tiempo me dio la suficiente libertad, como buen líder, abriendo siempre las puertas para mostrar lo que yo también tenía para dar.

¿En qué partes de la personalidad de Jacqueline Kennedy se concentró más?

Yo quería mostrar la determinación que ella tenía en contar su propia historia. Jackie quería ser la autora de su historia y la de su esposo. También creo que ella sabía muy bien como dividir su imagen en privado y lo que la gente quería percibir de ella, quien realmente era y quien realmente quería ser. Esas dos personalidades son las que también reflejan las diferentes imágenes que muestran la película.

 ¿Se sintió la presión de tener que filmar una película donde tambien le tocó estar la mayoría del tiempo en la pantalla?

Sí, yo estaba absolutamente aterrorizada y también pensé que no había sido la mejor idea aceptar la película, porque era muy fácil fracasar. Pero también me gusta lo que me da miedo y siempre termino trabajando en todo lo que me da más pánico. No sé, hay gente que trata de convertirme en perfeccionista o piensan que me gusta que todo salga perfecto, pero pienso que también me siento cómoda con el fracaso. No tengo problemas en hacer algo mal, aunque no lo haga intencionalmente. Siempre trato de hacer un buen trabajo, pero si algo no funciona, sigo adelante con el paso siguiente.

¿Sintió cierta responsabilidad al tratar de desmitificar a Jackie Kennedy?

Por supuesto tuve la responsabilidad de honrar una persona real por los hechos reales de su vida, pero como habla la película hay ciertos hechos que no siempre son hechos y la verdad es que sólo es una versión. Y hay tantas… Lo mejor que yo vi en toda la investigación y sus entrevistas es que Jackie Kennedy se editaba a sí misma y dejó muchos espacios vacíos que ella misma borró, dejando abierta la imaginación en aquellos arrepentimientos que no quería que fueran públicos. ¿Qué es lo que no quiso mostrar a nivel de a persona pública que ella misma había creado? Yo solo pude usar mi imaginación para presentarla como una pieza de ficción. Nadie debería tomar esta película como un libro de historia. Es más bien la imaginación de una persona que respetamos como un ser humano bastante complejo.