Pixies podría estar en la lona. Para un grupo que en los 90 hipotecó su despegue definitivo debido a la incomprensión de la industria y a sus demonios privados -dejando que otros, como Nirvana, Pavement o Weezer administraran su legado-, la última década debería haber conducido al precipicio. Tras volver en 2004 luego de un paréntesis de once años, perdieron a una de sus figuras, la bajista Kim Deal, en plena grabación de un álbum de regreso que resultó tan insípido como poco aplaudido (Indie cindy); llenaron su vacante con otra instrumentista, Kim Shattuck, cuya presencia de apenas un año pasó casi inadvertida; y finalmente apostaron por la argentina Paz Lenchantin, lo que ha otorgado serenidad a un conjunto en vorágine permanente.
"Pero hoy hemos vuelto a ser una banda real", sintetiza Black Francis, la voz, el alma y la presencia corpulenta al frente de Pixies, en un sentido figurado que también es real. Los estadounidenses han vuelto a ser cuatro, tal como esa formación que entre 1986 y 1993 cruzó guitarrazos y melodías radiales para impulsar lo que luego se masificaría como rock alternativo (aunque hace sólo una semana su guitarrista, Joey Santiago, entró a rehabilitación).
También han vuelto a exhibir en su elenco estable a una bajista, declarando esa igualdad de género que desde su origen los diferenció del orgulloso machismo rockero . Y si sólo se trata de sonido, hoy han vuelto a sonar como antes, bruscos y ásperos, con la voz de Francis al borde del alarido y con canciones con títulos como Um chagga lagga, en esas travesuras lingüísticas que antes lucieron en álbumes como Trompe le monde o en frases en español tipo "hermanita ven conmigo" en Isla de encanta: todo eso y más brilla en Head carrier, el nuevo trabajo que sale de modo oficial este viernes 30.
"Nuestro anterior álbum era mucho más psicodélico y estaba más producido. Hasta diría que estaba más pulido. Pero Head carrier es menos complejo, fue mucho menos complicado hacerlo. Va directo al grano y suena más como una banda, como algo orgánico", describe.
¿No afectaron los cambios de integrantes o los resultados irregulares de Indie cindy?
Al contrario, porque Indie… fue más una transición. Nos estábamos reuniendo después de muchos años. Y además perdimos a Kim en medio de las grabaciones. Pero incluso si hubiéramos tenido a Kim, ese álbum siempre habría sonado a transición. Ahora es otra cosa, hemos vuelto a algo más grupal. Y eso hace todo más fácil y menos misterioso.
Kim Deal era una pieza esencial del grupo. ¿Nunca la extrañaron?
No, porque estábamos celebrando. Ella fue sólo una integrante de Pixies. Y en este presente, tratamos que todo fuera amor, música y disfrutar con la gente que nos rodeaba. No puedo estar pensando en el pasado si para componer quiero estar conectado con la realidad.
¿No se considera un nostálgico?
No, a mí lo único que me interesa es ser bueno. Puede ser reggae, música clásica, indie, punk, pop o lo que sea, pero siempre debes ser bueno. Y también me importa no ser aburrido. Es todo lo que me preocupa al hacer música.
Imagino que tampoco piensa en los discos de los 80 o 90.
Es que en todos es el mismo sonido. No me gusta hablar de décadas, ni de días, ni de números. No me importa. Estoy aquí y he estado desde los 80. La nostalgia no me sirve, sólo la siento cuando ceno y he bebido demasiado, pero no cuando trabajo. En el estudio debes estar ahí y sentirte vivo. Y también hay otro punto: si haces un tema y suena como los Beatles… ¡entonces que sea eso! ¿Qué importa? Más bien, mi problema no es con la nostalgia, sino que la nostalgia sea más importante que la canción.
¿Qué música la interesa hoy?
Ya no escucho punk rock. Escucho música clásica y jazz, porque ya tengo 51 años, amigo.
A Pixies nunca le interesó la radio. ¿Le interesa ahora con este álbum?
No, no es importante. Primero, los singles no los decido yo. Habla con la gente de la radio, ellos te dirán qué quieren promocionar. Tenemos muchas cosas en qué pensar como para estar filosofando cuál canción debería ir primero o después, da igual. Ahora, si con ese tema aciertas, genial, pero nunca fue mi objetivo. Para mí estar en una banda de rock es tomar a los integrantes, montarte en un bus y salir a tocar.
Tal como lo retratan libros y documentales, Charles Michael Kittridge es un hombre huraño y que, mientras avanza el reloj, va perdiendo interés en regalar explicaciones para el desconocido que está al otro lado de la línea. Cuando se le pregunta por la muerte de Bowie, responde: "En su momento no dije mucho, porque otros hablaron demasiado. Pero fue un gran compositor". Cuando el cuestionario desemboca en lo lógico, las opciones de una nueva visita a Santiago, las ganas son protocolares: "Fue agradable tocar allá, recuerdo buenos momentos. De seguro iremos de nuevo". Pero no todo es cordial apatía. En su nuevo trabajo, el cuarteto incluye una suerte de carta de agradecimiento a la propia Kim Deal: se trata de All I think about now, interpretada por su sucesora, la marplatense Paz Lenchantin. "Fue una idea de ella y está entre las mejores canciones. Pero Paz es distinta y ha aportado más melodía a lo nuestro".
¿Qué lugar ocupa este disco en la historia del grupo?
No lo sé, que lo decidan otros.
¿Le preocupa su legado?
No te puede preocupar eso. Sólo haz lo que haces. Es genial inspirar a alguien, pero nunca fue mi razón para estar en la música.