Los relatos de niños que a muchos llegaron, en la voz del padre o de la madre, con un libro ilustrado o un ejemplar desgastado. Historias que casi todos conocemos: Hansel y Gretel, La Cenicienta, Caperucita roja, La bella durmiente y Blancanieves. Difundidas por los hermanos Grimm en la Alemania del siglo XIX, en los últimos años estas narraciones han ido cambiando.
CaperucitaApp es una adaptación de Gabriela Mistral del clásico relato universal, con ilustraciones de Paloma Valdivia, a la que se accede a través del iPad. Además de "armar los versos", el lector puede interactuar con los personajes y animales del bosque.
Más allá de alimentarse de narraciones ajenas, la literatura infantil y juvenil en Chile se consolida con autores y personajes locales. Es la marca registrada de una narrativa con identidad propia. Por ejemplo, gran cantidad de las novedades de la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa) -abierta hasta mañana en la Estación Mapocho-, están destinadas para los lectores más pequeños.
Hay datos concretos sobre la creciente producción editorial: según el Informe Estadístico de ISBN 2015, de los 6.268 títulos editados en Chile, 624 corresponden a libros para niños y jóvenes, o sea, el 10% del total. Y se concluye que las "cifras se han multiplicado por cuatro en 15 años".
"Hay autores más arriesgados y editores de grandes y pequeñas editoriales dispuestos a apostar por proyectos más diversos", dice María José Ferrada (1977), autora de 17 publicaciones infantiles, quien presentó dos novedades en Filsa: El lenguaje de las cosas (Santillana) y El interior de los colores (Planeta).
"En Chile existe mucha buena poesía 'para grandes' pero no sé por qué eso no llega a la literatura infantil. Me encantaría que los poetas chilenos a los que admiro escribieran un poco para los niños", agrega Ferrada, quien ha publicado en sellos como Alfaguara, Das Kapital, Pehuén, Grafito Ediciones y Kalandraka. Pero son aún más las editoriales que se han sumado a la edición de textos del género, la mayoría integran Editores de Chile y Cooperativa Editores de la Furia. Entre ellas están Amanuta, Catalonia, Ekaré Sur, Lom, Recrea, Zig-Zag, Pehuén, Liberalia, Quilombo, Confín, LetraCapital, Grafito, Hueders y Gata Gorda. Los grupos editoriales también mantienen colecciones, como Planeta, Penguin Random House, SM, Santillana y Fondo de Cultura Económica.
Nombres propios
Su imagen fue mutando. Un Papelucho en blanco y negro, que con los años pasó a tener movimiento hasta ser protagonista de un audiolibro. Así como, desde la década del 50, Papelucho acompañó la lectura de varias generaciones, hoy son otros los aliados de las aventuras. Personajes como Quique Hache, detective, saga escrita por Sergio Gómez con dibujos de Gonzalo Martínez, que debutó hace 15 años.
Pepito, Bartolo, Julito Cabello son creaciones de Pepe Pelayo, Mauricio Paredes y Esteban Cabezas, respectivamente. También hay nuevas temáticas que abordan los libros: desde la separación de los padres a la enfermedad del Alzheimer en un familiar.
"Hace 10 años no había interés de editores e ilustradores, pero la era visual profesionalizó su labor. Hoy se vive un fenómeno extraordinario, que ha permitido que existan muchas corrientes de libros infantiles", comenta Manuel Peña, autor de Historia de la literatura infantil chilena, que ha trabajado con sellos como Amanuta.
Uno de ellos es No des puntada sin hilo, con bordados de Maureen Chadwick. El ejemplar obtuvo este año el Premio Fundación Cuatrogatos (EEUU) y Mención de Honor, Categoría New Horizons, Bologna Children's Book Fair (Italia).
El entusiasmo se traduce en una selección nacional de primer nivel conformada por autores y dibujantes de exportación, integrada por Sara Bertrand, Roberto Fuentes, Andrea Maturana, Marcelo Simonetti, Alejandra Acosta, Mauricio Paredes, Paloma Valdivia, Bernardita Ojeda, Raquel Echeñique, Alberto Montt y Francisco Javier Olea.
"La imagen ha desbordado los libros infantiles, en donde estaba relegada, y se ha filtrado hacia los libros para adolescentes y adultos", señala Verónica Uribe, editora de Ekaré Sur. "El gran aporte de la literatura infantil a la literatura en general ha sido el concepto de libro álbum, es decir, esa poderosa combinación de la palabra y la imagen", agrega.
¿El crecimiento editorial en este género se traducirá en el aumento de lectores? "Los que compran son los adultos, por lo que los libros infantiles e ilustrados se venden menos. Pero en estos últimos años la oferta es variada y de muchísima mejor calidad", opina Constanza Recart de Amanuta.
Horas de lecturas
En Filsa se realizó un plenario que por primera vez reunió a 10 instituciones del Estado y la sociedad civil para debatir sobre la Política Nacional del Libro (2015-2020).
En la oportunidad, el ministro de Cultura, Ernesto Ottone, señaló que se ha avanzado un 64% en la implementación del plan. Además, del Consejo Nacional de la Cultura hay otros organismos dedicados a desarrollar programas para implementar bibliotecas y fomentar la lectura, como las fundaciones Había una Vez y La Fuente.
Si hay dedicación a la difusión: ¿cuáles siguen siendo los problemas en la promoción de la lectura?
"Falta de tiempo de los papás, ellos tienen un rol fundamental como los primeros promotores", señala Rebeca Domínguez, directora de Había una Vez, que trabaja con bibliotecas comunitarias, preescolares y técnico profesionales. "Con el tipo de evaluaciones el colegio también boicotea el gusto por la lectura. Hay un enfoque resultadista, todo es por el Simce", agrega.
"Los libros son una especie de árboles con hojas/ que en lugar de primaveras tiene cuentos./ Los personajes duermen ahí hasta que un día alguien abre el libro", escribe María José Ferrada en El lenguaje de las cosas y comenta que no podemos desconocer que actualmente más opciones de ocio que hace dos décadas. "Tal vez se está leyendo pero de otras formas. ¿Qué pasa con todos esos libros que se producen? Creo que deben llegar a algún lector. Tal vez a pocos, pero sí a alguno", finaliza.