Debbie Reynolds y Elizabeth Taylor: La teleserie que marcó la era dorada de Hollywood
Ambas actrices protagonizaron un triángulo amoroso que se transformó en escándalo, y en un culebrón sentimental icónico del cine.
Por un lado estaban Debbie Reynolds y Eddie Fisher. Ella, la joven reina de Hollywood, conocida por Cantando bajo la lluvia; él, un exitoso cantante, con incluso propio programa de televisión.
Y, por el otro, estaban Elizabeth Taylor, figura en la pantalla grande desde su adolescencia, y Mike Todd, productor ganador del Oscar por La vuelta al mundo en 80 días.
Ambas eran de las parejas más glamorosas de Hollywood, y la razón de existir de la incipiente prensa rosa de Estados Unidos en los años 50. Y ambas también protagonizaron la madre de los escándalos sentimentales del mundo del entretenimiento; un culebrón que de suceder hoy día, seguramente colapsaría la internet.
Reynolds y Taylor, ambas de la misma edad, se conocían desde que tenían 17 años, eventualmente transformándose en mejores amigas. La primera conoció a Fisher en 1954. El cantante ya tenía fama de galán y mujeriego en Hollywood, vinculado a varias figuras de la pantalla grande –la actriz aseguraría que fue el mismo Frank Sinatra quien le advirtió sobre su futuro esposo: "Es complejo estar casada con un cantante, créeme"-. Un año después, la pareja se casó. Taylor haría lo propio con Todd en 1957 –su tercer marido con apenas 24 años-. Fisher fue el padrino del novio, Reynolds la dama de honor de la novia.
Todo se complicó un año después. Todd falleció en un trágico accidente aéreo en 1958, y Fisher se encargó de consolar a la joven viuda. Tal vez demasiado. "A Elizabeth le gustó lo suficiente como para llevárselo sin permiso", diría Reynolds en una entrevista. Los rumores de amorío e infidelidad se extendieron por un año más, hasta que Fisher dejó a su mujer –y sus dos hijos- por Taylor en 1959, casándose con la actriz ese mismo año.
Reynolds se transformó en la Jennifer Aniston de los 50s, mientras que su ex marido y Taylor fueron Brad Pitt y Angelina Jolie. La misma actriz de La inundible Molly Brown lo puso así en 2013: "No tuve ninguna posibilidad. Yo era igual que Jennifer Aniston. Si Angelina quiere algo, lo tiene. Algunas mujeres tienen ese poder. ¿Qué oportunidad tenía yo contra Elizabeth, alguien con mucha experiencia (sexual) como mujer, siendo que yo no tenía ninguna?".
Fisher quedó (evidentemente) como el villano de la situación, y su deteriorada imagen pública derivó en que la cadena NBC cancelara su programa de televisión. La separación afectó también la crianza de sus hijos: Carrie Fisher diría en 2008 que su padre la "marcó más por su ausencia que su presencia".
El matrimonio y la familia Fisher/Reynolds se arruinaron. Pero la amistad entre ambas actrices, increíblemente, no. De hecho, la reconciliación sería pocos años después, en los 60s, cuando ambas coincidieron por accidente en un crucero. Reynolds afirmó que cuando se enteró de la presencia de Taylor, estuvo a punto de cancelar el viaje. Finalmente, las habitaciones de ambas terminaron en el mismo piso, y comenzaron a intercambiar cartas, antes de acordar cenar juntas. "¿Por qué demonios lo querrías?", le preguntó Reynolds en relación a Fisher, con quien Taylor ya no estaba. "La verdad no sé por qué lo hice, y obviamente estuvo mal. ¡Pero mira lo que tengo ahora!", respondió la otra actriz, haciendo referencia a su nuevo marido, el actor galés Richard Burton.
En los 70 Reynolds comenzó a adquirir a través de millonarias sumas piezas de vestuario icónicas del cine. Entre ellas, el traje de Cleopatra que Taylor usó en la película de 1963. Su sueño era que su colección personal, parte de la cual exhibía en el casino del que era dueña en Las Vegas, diera lugar a un museo de trajes hollywoodenses. Finalmente no lo consiguió, luego de que problemas económicos la obligaran a desprenderse de la mayoría de sus adquisiciones.
En 2001 llegó la reconciliación definitiva, cuando ambas participaron de la película de televisión These old broads, el último papel que tendría Taylor. Fue allí cuando, según Carrie Fisher –quien escribió la cinta-, esta última le pidió disculpas formales a su madre.
En 2011, Reynolds visitaría a Taylor en su lecho de muerte. "Envejecer es realmente una mierda", dijo la primera. La segunda, riéndose, respondió: "Realmente lo es, Debbie. Es bastante duro". Taylor fallecería dos semanas después. En su testamento le dejó a su amiga un set de valiosas joyas.
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