En la década de los ochenta, en plena administración Reagan, la guerra contra los carteles de la droga estaba en su apogeo, siendo la figura de Pablo Escobar el ícono absoluto de poder y corrupción. El infiltrado relata la historia de Robert Mazur, un agente especial que por años escaló posiciones y se ganó la confianza de traficantes y banqueros asociados al lavado de dinero. Dirigida por el irregular Brad Furman (Culpable o Inocente), el mérito de que esta historia sea un viaje irresistible al bajo mundo pertenece a su protagonista, Bryan Cranston. Su interpretación del agente Mazur, siempre al borde de ser descubierto y que debe lidiar tanto con su propia familia como con los hampones con los que se relaciona, es un placer de principio a fin. Dejando de lado más de algún cliché de guión, esta historia de policías y ladrones, es también la historia de amistades traicionadas y confianzas rotas, que nos interna en un complicado dilema moral y ético donde la frontera entre buenos y malos es rota. Cranston está insuperable al lograr traspasarnos este dolor y estas dudas, haciendo de su personaje un ser humano tan complejo como real.
Nota 5. Dirigida por Brad Furman. Con Bryan Cranston, Diane Krueger, John Leguizamo. Drama biográfico. 127 minutos. Reino Unidos, 2016. Mayores de 14 años.