El mejor golpe de Muhammad Ali
Ser tres veces campeón mundial de los pesos pesados, batallar 32 años contra el Parkinson y reinventarse constantemente, son parte de las batallas que enfrentó The Greatest. Sin embargo, su legado se mantiene más allá del ring.
Este martes, Muhammad Ali habría cumplido 75 años. Aun así, su muerte no destruyó el carisma que sigue envolviendo a su figura y al talento que cerró la boca de una sociedad racista que vio cómo se adueñaba del cuadrilátero una y otra vez.
Su sello no es solo haberse convertido en uno de los mejores deportistas del siglo XX. El atleta —plasmado reiteradamente en el arte, literatura y cine —, encarnó un nuevo modelo a seguir en la época que compartió con Malcolm X, cuando el mundo se obsesionaba con The Beatles y la guerra desolaba a Vietnam.
LA ENCARNACIÓN DE LA LUCHA
Desde joven, el oriundo de Louisville marcó su camino con decisión, a pesar de que la situación familiar fuera, por decir lo menos, compleja. "Cassius Clay es el nombre de un esclavo. No lo escogí, no lo quería. Yo soy Muhammad Ali, un hombre libre", reza una de sus frases más célebres.
¿Cuál es el origen de la emoción por Ali? Empatizar con la historia de un chico nacido en uno de los períodos de segregación racial más vehementes, hijo de un pintor alcohólico y de una mujer que aseaba las casas de gente blanca y se resguardaba en la religión, parecería no tener su particularidad.
La admiración por su velocidad y estilo agudo de combate, aunque suma, tampoco explica el panorama completo sobre qué significa el ícono.
No obstante, Muhammad en su núcleo demostró una humildad inmensa. Contraria a la fanfarronería, simpatía y provocación que exhibía en público y durante sus encuentros, el ímpetu de defender su pasión sobre todo lo demás hizo que conquistara el corazón de las masas.
Cambió la percepción sobre ser afroamericano en el Estados Unidos de Martin Luther King. Disfrutó de la cúspide, inclusive arriesgando su carrera al rechazar ser parte de las tropas norteamericanas en Vietnam. Ofreció un espectáculo más allá de las peleas con su humor e ingenio.
Inventó una leyenda.
Tras el escenario, intimidando a sus contrincantes, sonriéndole a la vida sin dejarse amedrentar por el Parkinson que sufría. Remó contra la corriente manifestando un orgullo racial que se rebeló ante las normas sociales de ese tiempo.
"Al final, comprendí que yo no era más que un boxeador y que él, en cambio, era historia", resume uno de sus antiguos rivales, Floyd Patterson.
Al repasar listados de sus legendarias victorias, surge la duda de cuál sería la que se destaca sobre el resto de forma considerable. Cuál sería tan impactante que trascendería todas las fronteras en la historia del boxeo.
La respuesta está fuera de la arena donde tantas veces defendió el título: el mejor golpe de Ali yace con las generaciones que quedaron atrás y las nuevas que ven cómo un hombre desafiaba a los grandes y llegaba a la cima con actos, no palabras.
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