El cine de Mel Gibson se ha caracterizado siempre por una violencia que no se amedrenta a la luz de lo que los censores dirán, menos aun de lo que sus espectadores sentirán. Pero lo suyo no es violencia por violencia o una manera de glorificar lo que ocurre en pantalla porque se ve cool. No es un estudiante de escuela de cine. Por el contrario, más allá de lo que se pueda decir de su persona, ha demostrado ser un cineasta puntilloso y absolutamente coherente con su universo a investigar. Su catolicismo, demostrado en el sufrimiento físico y mental como forma de expiación y de lograr la salvación y el acercamiento a su dios, ha estado presente de manera constante y exacerbada. En su última producción, Hasta el último hombre, encuentra una historia precisa para desencadenar sus demonios y buscar el perdón.
Basado en la historia real ocurrida durante el fin de la Segunda Guerra Mundial, aquí conocemos a Desmond Doss, un Andrew Garfield entregado de lleno, que se transformó en el primer Objetor de Conciencia en ir a la guerra sin portar arma alguna. Su autoimpuesta misión, salvar la mayor cantidad de hombres ya que lo más preciado que existe es la vida humana. Denostado por sus compañeros por cobarde, tiene la oportunidad de demostrar su valentía en Okinawa, donde Gibson también tiene una nueva chance de llevar el cuerpo humano al límite, destrozarlo y flagelarlo más allá de su reconocimiento, para, una vez más, salir purificado y exorcizado, demostrando que su arte, extremo y a ratos extraviado, es también la obra de un cineasta capaz y repleto de demonios.
https://www.youtube.com/watch?v=9BqgHYLvHIE
Nota 5. Dirigida por Mel Gibson. Con Andrew Garfield, Luke Bracey, Rachel Griffiths. Drama, Guerra. 139 minutos. Australia, Estados Unidos, 2016. Mayores de 14 años.