"Hago charlas, muchas de ellas, y siempre hay un hombre en el público que levanta su mano y expone que todo lo que hago es quejarme sobre la industria y ellos, pero que nunca doy una solución", dice Jessica Hopper, crítica y escritora musical feminista en una de sus tantas conversaciones con público; esta vez en Chile, donde fue la encargada de darle el vamos a la segunda edición del festival Ruidosa que se realizará en grande este sábado entre debates y conciertos.
Además de comenzar la lucha y la fiesta, Hopper dio la respuesta que tiene para esa pregunta que surge una y otra vez. "Si estamos esperando que los hombres cambien algo y escuchen nuestras ideas, vamos a esperar para siempre", expuso en uno de los salones del Centro Gabriela Mistral. "Lo que sí va a hacer un cambio es construir comunidad entre nosotras", y reveló un ejercicio que transformó su vida y la de algunas amigas y cercanas: una mujer juntó a otras y las invitó a escribir en un documento público online todos los sueños y metas que tenían para ese año, desde romper malos hábitos hasta trabajos que parecían inalcanzables.
Cuando los meses pasaron, y cada chica dejó el miedo y el pudor de exponer sus aspiraciones, una red comenzó a armarse a través de ayuda desinteresada; de pronto una de ellas conocía a la persona indicada para que otra consiguiera ese trabajo anhelado, algunas sirvieron de apoyo cuando algo no iba bien y crearon una red cooperativa basada en el amor, sabiendo lo difícil que es vivir en cualquier industria dominada por lo masculino en las que tanto cuesta decir "¿Me ayudarías?".
Y Jessica Hopper, que desde los 16 se convirtió en una escritora de música, sabe lo complejo que es. Ha visto cómo le hacen creer a las mujeres que son "especiales porque no son como otras chicas, o porque piensan como hombres", tuvo debates internos feministas que enfrentaron a su rabia adolescente y punk con su perspectiva tras la maternidad, siente cómo se le arrebata el sueño a las adolescentes que creen que no pueden o no deben hacer música cuando ven sólo cuatro mujeres en un cartel, y se ha topado con esos hombres de esta y otras generaciones que se ven con el poder y derecho de decidir quiénes pueden hacer música y cómo deben hacerla.
Pero la "curiosidad y luchar contra el miedo a equivocarse" la han llevado a lo que es hoy, con todos los méritos que recopila, y sin dudar abrió su carrera personal ante el expectante público que retribuyó la honestidad con la misma moneda.
"Alguna vez hice videos en YouTube impulsada por un amigo y nunca pude olvidar uno de los comentarios", dice una estudiante de Periodismo para darle contexto a una historia que se replica en tantos niveles que logró conmover a todo el auditorio. "No tuve muchas visitas o respuestas, pero tengo una pegado en mi cabeza que decía 'está bueno el video, pero deberían cambiar a la chica porque está un poco gorda'". Desde la Embajadora de Estados Unidos -y primera mujer en el cargo- Carol Perez, hasta la periodista también musical y moderadora del evento, Marisol García, lograron empatizar con la espectadora: como mujeres, como trabajadoras, como personas que han vivido situaciones similares.
"Le pasa a todas las mujeres, no es un fallo de tu parte, es un problema del mundo en el que vivimos. Alguna vez hice una lista con la opinión de la gente que realmente me importaba, que no eran más que cinco, y lo tiré, porque concluí que el único feedback que merecía mi atención era el de mi editora, quien me pagaba y a quien tenía que responderle. Los comentarios no son tu trabajo. Tu escritura, tu voz, eso es lo que vale y eres libre de hacer lo que quieras, eres libre de hacer tu mejor trabajo", aconsejó Hopper, y llevó a la realidad el fin del encuentro.
"Ruidosa logra hacer algo muy importante, que es tomarse en serio las discusiones que mucha gente considera frívolas: la música popular, el público más joven, y la pasión de las mujeres", concluye Marisol García, y el festival toma forma, desde la poderosa Fran Straube que calentó la tarde junto a Miss Garrison hasta una experimentada crítica, pasando por una embajadora y una estudiante universitaria, todas juntas y en comunidad.