Pasaron veinte años desde que Trainspotting sorprendió al mundo entero con su descripción de la adicción a la heroína, en una producción de apenas tres y medio millones de dólares que terminó recaudando casi 25. Pasaron veinte años desde que impuso el debate en el público, al 'promocionar' el uso de las drogas, en vez de condenarlo. Y pasaron veinte años para estrenar una secuela, para revivir la historia de sus protagonistas, reuniéndolos también en la ficción, veinte años después. Pero con el director Danny Boyle revivimos los secretos del rodaje en... veinte minutos.

Nominada al Oscar a Mejor Guión en 1997, Trainspotting todavía figura entre las diez primeras películas de la lista de las 100 Mejores del Instituto de Cine Británico. Famosa por la cruda realidad detrás de la adicción a las drogas, la película sigue la vida de un adicto a la heroína y su grupo de amigos en Edimburgo. Con la segunda película, Trainspotting 2, el director Danny Boyle, reúne a Ewan McGregor como Renton, con el resto de los protagonistas, siguiendo la vuelta a Edinburgo después de 20 años, encontrando que Spud (Ewen Bremner) todavía sufre la misma adicción con la heroína, mientras Sick Boy (Jonny Lee Miller) sigue el mismo estilo de vida criminal, cultivando marihuana en un sótano y Begbie (Robert Carlyle) cumple una condena de 25 años de cárcel. La cinta se acaba de estrenar esta semana en Chile.

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—Filmar una segunda película también invita al espectador a viajar veinte años atrás...

—Es increíble porque yo viajé por todo el mundo promocionando la nueva película y todos los que vieron la versión original tienen su propia historia, como cuando me dijeron "me la mostró mi hermano cuando yo tenía 12 años". Supongo que sabía que iba a haber cierta conversación entre las dos películas.

—¿No le resultó difícil reunir a los mismos actores?

—Todavía seguimos en contacto entre nosotros, aunque en forma diferente. Pero lo bueno es poder hacer una película con las mismas personas que todavía siguen muy presentes.

—En los comentarios extras del DVD de Trainspotting usted ya hablaba de filmar una segunda película, en el año 2003.

—Sí. Y lo intentamos. De verdad. John Hodge incluso había escrito un guión basado en la novela Porno, donde el escritor Irvine Welsh también continuaba la historia. Supongo que estaba bien, pero siempre está ese momento donde lees un guión y se siente que no es suficientemente bueno. Me pareció que iba a decepcionar a la gente. Le faltaba cierta riqueza, porque los actores se veían también demasiado igual en ese entonces. Y ahora, es diferente. Queríamos mostrar lo que les pasó con sus propias experiencias, los cambios, porque ya no son los mismos jovencitos de aquel entonces. En el primer Trainspotting ninguno tenía hijos y hoy son todos padres. Reconocen la parte de la película que habla de la paternidad, donde cada padre está decepcionado con su hijo y su hijo con el padre.

—En la primera película, la heroína estaba muy presente en Escocia y hoy parece que la historia se vuelve a repetir en Los Angeles, ¿Qué opina?

—Yo creo que la heroína siempre estuvo entre nosotros. Cuando estaba filmando Trainspotting en los 90, me di cuenta que todos vamos a terminar usando morfina, porque es la droga más compasiva que existe para el ser humano. Es la que mejor funciona para el cuerpo. Y es algo que siempre estuvo entre nosotros. Si llegas a ser lo suficientemente desafortunado como para vivir un accidente terrible, con un terrible dolor, la vas a usar. En términos médicos es la mejor forma de borrar el dolor físico y en términos de la calle, es la mejor forma de borrar el dolor emocional. Eso es lo que yo realmente descubrí y es la razón por la cual la gente la usa. En Trainspotting 2, ellos vuelven a consumirla, pero solamente cuando confrontan el pasado. Pero no es una celebración.

—En Trainspotting 2 se muestra que el hijo del alcohólico Begbie quiere ir a la universidad.

—Sí, el creció aprendiendo a no ser igual que el padre, porque nadie quiere ser como Begbie.

—¿Qué tan difícil fue encontrar una película diferente a la primera, sin descartar el tema de las drogas?

—Era cuestión de encontrar un balance. Había que tomar en cuenta que la otra película existe y teníamos que heredar el tema. Supongo que el origen de todo es la crisis de Renton, el personaje de Ewan McGregor. Creo que en la novela Porno de Irvine Welsh (en la que se basa Trainspotting 2), volvía a casa por el funeral de la madre. Pero me pareció algo demasiado típico y por eso se nos ocurrió que tuviera una crisis de salud. Es una razón mucho más general, porque tampoco volvió para el funeral de la madre. Él nunca apareció. Y algo así le agrega más drama. Está decepcionado con él mismo, perdió a la gente que amaba, a su madre y tampoco termina siendo la persona que quería ser.

—¿Qué otra película le gustaría filmar algún un nuevo capítulo?

—Tenemos una idea de filmar una tercera parte de Exterminio. El otro día me encontré con el escritor Alex Garland, que escribió el guión de la película, y hablamos del tema. No hay planes concretos, pero la idea está. Lo importante es que dimos el primer paso. Todo depende lo que pase el próximo año. Me divertí mucho con Exterminio y me arrepentí cuando no pude filmar la secuela. ¿A quién no le gusta una película sobre el apocalipsis zombie? El mundo entero está enamorado de ese tema. Me parece que es una nueva adicción... y es mucho mejor que la heroína.