35 años de amistad, pactos y silencios entre tres exitosos cincuentones podrían terminar como brasas en una parrilla o desintegrarse al fondo de un vaso de whisky. Max, Jorge y Fabián se reúnen cada viernes a cenar y jugar largas partidas de póker, y mientras tanto, sorbo tras sorbo, echan afuera cuanto les urge decir acerca de sus mujeres, aunque ni una de ellas asome un pelo durante la velada. Una noche cualquiera, sin embargo, uno de ellos no aparecerá a la hora habitual, detonando la duda. Y la crisis.
A comienzos de diciembre pasado, el actor argentino Guillermo Francella, rostro inconfundible en su país y protagonista de la exitosa cinta El clan, aterrizó en Santiago junto a sus colegas Jorge Marrale y Arturo Puig con la obra Nuestras mujeres, del dramaturgo francés Eric Assous (1956). La historia, llevada al cine sin pena ni gloria por el director Richard Berry en 2015, tuvo mejor suerte con la versión teatral de Javier Daulte estrenada en Buenos Aires en marzo en 2016, en el Metropolitan City: allí fue vista por más de 150 mil personas y se convirtió, al igual que en Francia y España, en la mejor comedia del año.
Desde el viernes pasado y hasta el próximo 14 de mayo, en su sala del Parque Arauco, Centro Mori y la productora The Cow Company intentan repetir la exitosa fórmula con una versión local a cargo del comediante y director Patricio Pimienta, quien desde su retorno al teatro, hace dos años, se ha convertido en uno de los cabecillas del nuevo humor teatral, con éxitos de temporada como Le Prenom (2015) y Bajo terapia (2016).
"Estas dos últimas obras también fueron escritas por franceses, por lo que no veo diferencias sustanciales entre un texto y otro. En el caso de Nuestras mujeres, Assous logra, como otros autores cómicos de su país, darnos a conocer a tres amigos desde su sicología interna, con sus ideas y conflictos, para devenir en un humor tan reflexivo que no deja títere con cabeza entre el público", comenta el director.
Willy Semler, Claudio Arredondo y Gonzalo Robles son los tres actores chilenos que protagonizan la puesta en escena local del texto, y que según Pimienta fue acercado mínimamente a nuestro país en su propia adaptación. "No quité ni agregué escenas, más bien cambié algunos modismos de la traducción argentina para que la historia no perdiera su universalidad y el público chileno pudiera sentirla como si fuera propia", agrega.
Toda la escena ocurre al interior del departamento de Max (Arredondo), el mismo que solía ser la guarida de tres amigos, hasta esa noche. "No deja de ser curioso que esta historia tan masculina y de club de Toby despierte el interés femenino", advierte Pimienta. "Yo no vi la versión argentina, tampoco la española ni la película, pero supe que la mayoría del público que la convirtió en un éxito, paradójicamente, eran mujeres. Es como si ellas pudieran espiar a sus maridos y novios por un agujero a través de esta obra. Lástima que lo hagan durante la misma noche en que estos tres rompen sus códigos y sacan lo peor de sí mismos".