Cuando eran las seis de la tarde y el calor empezaba a hacer sus primeros estragos en el Parque O'Higgins, una figura resaltaba por su energía: allí, corriendo de un lado a otro del VTR Stage, estaba Matt Shultz, el carismático vocalista de Cage the Elephant, que con su entusiasmo conquistó al público y cuajó uno de los puntos altos del primer día de Lollapalooza.
Venían precedidos por muy buenas críticas, la más reciente de ellas las del concierto que dieron ayer en el Lollapalooza de Argentina. De hecho, Shultz -que ingresó con camiseta de fútbol- repitió algunos de los hitos de su actuación al otro lado de la cordillera, como terminar sin polera. De hecho, él se arrojó al público, mientras sus colegas de la banda estrechaban manos.
En un menú tan variado como el que ofrece Lollapalooza, los espectáculos en que las bandas se juegan por interactuar con el público se agradecen.
Cage the Elephant lo entiende perfectamente: los oriundos de Bowling Green, un pueblo estadounidense en el corazón de Kentucky que tuvo su minuto de fama este año porque una de las asesoras de Donald Trump denunció que allí había tenido lugar una masacre que nunca existió, recogen lo mejor de las bandas más clásicas del rock, no sólo en lo musical, sino en su relación con los asistentes.
Los estadounidenses fueron, en síntesis, un buen preámbulo de lo que se espera sea el show más encendido de la jornada: Metallica, quien llegará a cerrar el primer día al VTR Stage cuando la noche ya haya caído sobre el Parque O'Higgins.