Un niño vestido de Luke, otra vestida de Leia, juegan en un (por ahora) desolado pasillo del Centro de Convenciones de Orange County en Orlando, Florida, con un robot tamaño real de BB-8, el droide estrella de El Despertar de la Fuerza. Por edad (más de cinco no tienen), probablemente esa, la séptima película de Star Wars, sea la única que hayan visto en el cine. Quizás ni si quiera las han visto todas. Y, aun así, están vestidos de personajes que tienen 40 años de antigüedad.
Cuando Rogue One se estrenó en los cines en diciembre, más de un fanático declaró: "Al fin una película de Star Wars para adultos". Sin duda, un cambio de tónica bienvenido para una saga que se extiende por cuatro décadas en múltiples formatos. Pero también es perder un poco de vista el punto: Star Wars nunca fue, y en su esencia probablemente nunca sea, un universo para adultos.
"Quizás no debería decir esto, pero la historia fue pensada para niños de 12 años", dijo George Lucas en la primera jornada de la convención Star Wars Celebration. "Es una película para cuando tienes 12, estás a punto de entrar al mundo real, estás asustado, pero aquí esta historia te presenta temáticas que te van a ayudar en el futuro: amistad, honestidad, el hacer lo correcto; evitar el lado oscuro".
Y, pensándolo, tiene razón. Hay héroes muy heroicos y villanos muy malos. La moral está literalmente dividida en la luz y oscuridad. Hay magia (tratar de explicar la Fuerza como otra cosa es darle muchas vueltas). Sí, hay conceptos filosóficos profundos, pero también en las películas de Pixar. Star Wars es una película para niños. Pero eso no significa que uno crezca y se olvide de Luke Skywalker, de la Princesa Leia, de Han Solo, de Darth Vader. Al contrario, la saga creada por George Lucas ha manifestado una capacidad sorprendente de perdurar en la mente de cada persona que haya sido introducida a este mundo en su niñez. La mera música es algo que lo puede transportar inmediatamente a uno a otra época, y la adultez queda de lado.
La gran magia de Star Wars es poder transformar en niño a sus fanáticos. De esa forma, el que sea una película infantil nunca pasa a ser algo malo, sino un portal a otro mundo. La Star Wars Celebration es la representación perfecta de ese fenómeno. Adultos se disfrazan, miran juguetes, se maravillan con sus ídolos con una dicha juvenil. Se pueden ver personas de 20, 30, 40 ó 60 años, y todos en ese momento son niños. Hay algunos literales también. Familias enteras, desde el más grande al más chico, disfrutando de lo mismo, con disfraces grupales y con el mismo brillo en los ojos.
Es una fórmula que ha permitido que múltiples generaciones se encanten con la misma historia. Pueden haber más películas con enfoque adulto en el futuro de Star Wars. Pero la real fortaleza de la saga nunca radicará en eso. Es difícil pensar que alguien de 25 vio Star Wars por primera vez y lo marcó de la misma forma en que ha marcado a alguien que la vio a los seis. Ese último, de seguro guardará ese momento por siempre dentro de su identidad. Y volverá a esa sensación cada vez que salga una nueva película. No importa cuántas décadas pasen.