"Oh, El Silencio de los Inocentes", dice Anthony Hopkins con una sonrisa algo diabólica cuando le recuerdan la icónica película de 1991. Antes de dar vida al maquiavélico doctor Hannibal Lecter, la carrera del actor se había desarrollado principalmente en teatro o películas de culto. El conocer al director Jonathan Demme le cambiaría la vida.
"Antes de eso, llevaba mucho tiempo trabajando en Inglaterra, y la verdad lo disfruté mucho. La primera vez que vine a Estados Unidos fue el 73, pero después de un tiempo volví al Reino Unido y trabajé en teatro. Todo estaba bien, pero sentí que me estaba hundiendo un poco. Me empecé a sentir incómodo en el teatro", rememora el actor con tono pausado, sentado en una habitación del hotel Four Seasons en Los Ángeles, California. "Sentí que estaba allí por algo flojo o quizás rebelde dentro de mí, que me impedía trabajar bien con otras personas. Creo que como mucha gente, nunca me sentí parte de nada ni de ningún lugar. Fue entonces que me llamó mi agente y me pidió leer este guión, El silencio de los inocentes. Pensé que era una historia de niños", continúa riéndose, agregando: "Llegué a la página 15 y no necesité seguir leyendo, sabía que era un excelente papel".
"Me llamaron dos días después y me dijeron; 'Jonathan Demme te irá a ver mañana en la noche'. Estaba haciendo Madame Butterfly, en Londres. Era un sábado en la noche. Jonathan fue al backstage y nos conocimos, y luego fuimos a cenar. Me preguntó si quería el papel", recuerda Hopkins.
-Bueno, es que no soy americano -dijo Hopkins.
-Eso no importa –respondió Demme- ¿Conoces a Jodie Foster?
-Sí, pero, ¿por qué me elegiste a mí?
-Te vi en El Hombre Elefante, con John Hurt.
-No entiendo; (Frederick) Treves no era un mal hombre, era bueno.
-Mira, como lo veo, Hannibal Lecter es básicamente un hombre brillante y bueno, pero está atrapado en la mente de un psicópata –dijo Demme riéndose.
"No sé por qué, pero siempre supe cómo interpretar el papel", dice Hopkins sonriendo. "Algunas semanas después de esa conversación, viaje a Nueva York. Allí estaba sentado en una oficina de la Quinta Avenida con Jodie Foster, Jonathan y los productores. Era un lunes. Comenzamos a leer el guión, y no sabía muy bien que esperaban de mí. Mi primera línea era cuando Jodie venía caminando por el pasillo y yo decía, 'buenos días, Clarice'", cuenta el actor, imitando el tono amenazador exacto con el que Lecter pronuncia la frase en la película. "Y escucho a Jonathan suspirar 'oh, esto va a estar bueno'. Uno de los productores incluso exclamó; '¡mierda!'. Al final me dijo, 'eso fue aterrador'. Le pregunté, '¿estás seguro?' y me dijo, 'no cambies nada'. Entonces lo supe. Supe que así era. No sé por qué, pero siempre he sabido qué asusta a la gente", concluye.
El resto es historia (y varios Oscar).
https://www.youtube.com/watch?v=zeKqD2g9-ic