Por estos días, el escritor Rafael Gumucio publica El galán imperfecto, una comedia delirante sobre sexo, la familia y las relaciones de pareja.
Entrevistado por Culto a propósito de la novela, el autor de Milagro en Haití dijo que: "Yo creo que los niños están en condiciones para sufrir bullying. Un colegio sin bullying es un fracaso escolar. O sea, hay que sobrevivir, y si no sobreviviste ¡no sobreviviste! ¡Qué tanta huevá!, te fue mal nomás. Para eso es el colegio".
"Muchas veces en estas polémicas públicas en que yo me meto me dicen 'tú, representante de los privilegiados, heteronormativo, cuico, intelectual, viajado', lo que es medianamente verdad, pero yo también podría decir exiliado, chico, tartamudo, con problemas dentales. Podría estar llorando hasta el día del juicio final, y me parece una estupidez. Para eso escribo. Y me dan mucha risa los escritores jóvenes: lloran en las entrevistas y escriben libros para alabarse y para alabar su clase social, 'yo sufrí pero igual conseguí todo'. Se tienen un amor a sí mismos casi infinito", dijo Gumucio.
Uno de los primeros en tomar el guante fue el columnista Richard Sandoval, autor de Tanto duele Chile: "Gumucio es el Ricardo Lagos de la literatura", dijo el periodista.
"Así como en la política Ricardo Lagos dicta cátedra contra los lolos que vienen a hablar de sus dolores sin valorar lo que una clase hizo por su porvenir en dictadura, Gumucio, indignado con estos cumas que se atreven a hablar del Lucho y sus vaivenes, golpea la mesa para que volvamos a admirarlo a él y a su forma de comunicar, propia de la transición", agregó en una nota de El Mostrador.
"De los escritores que le dieron como caja a Rafael Gumucio en El Mostrador, no cacho a ninguno", escribió en su Facebook el cronista Roberto Merino, autor de la Antología del humor literario chileno.
El comentarista deportivo Juan Cristóbal Guarello, autor de la novela Gente mala, también respondió: "Creí que Richard Sandoval era un lateral derecho de Deportes Curicó. Debe ser aguerrido en la marca, a Gumucio le entró en plancha".
Hoy, Gumucio volvió a referirse a la polémica esta vez a través de su cuenta de Facebook: "La mejor narrativa (otra cosa es la poesía) siempre será de clase media porque la prosa narrativa es justo el estilo medio entre la alta cultura de la corte y la cultura popular de la aldea. Por eso hablar de novela burguesa es un pleonasmo. El motor de la novela es la incomodidad de clase, de religión, de sexo. En el centro de lo que escribió Chejov, Proust, Joyce o Kafka están las pertenencias cruzadas que los hacían pertenecer y no pertenecer, ser y no ser. No les dolía Francia, Irlanda, Rusia, Checoslovaquia, sino que se dolían en ruso, irlandés o checo. Eran y no eran, ahí residía el poder de su escritura. Sus países y su clase eran una cuestión personal, sexual muchas veces. Su país pasaba por el cuerpo y su escritura también. Renunciaron para escribir al orgullo de pertenecer o de tener o no la razón para vivir en la intemperie del malentendido.. Lo mismo se puede decir con Manuel Rojas y José Donoso".
"Lo que me molesta es la falta de molestia entre algunos colegas que tienen la ventaja de ser jóvenes y poder enmendarlo", reclama Gumucio".
Que remata así: "Aparte de Richard Sandoval que lo debe todo a su nombre (si se llamará Ricardo Sandoval nadie lo pescaría), pienso que todos los ilustres desconocidos que se metieron al sayo se pueden quedar con él. ¿Alejandro Zambra, Diego Zúñiga, Paulina Flores? Son demasiado inteligentes para caer en una sola fórmula y ya están en otra cuando sus discípulos se molestan en copiar sus mañas. Lo cierto es que vivimos en una cultura que renunció a la grandeza, cosa que es buena y triste. Como cantaba Jorge González, queremos una mujer o un escritor que no llame la atención. No nombraré a nadie más porque dar por muertos escritores es el arte más peligroso de todos, esta gente tiene la mala costumbre de resucitar".