"Se tienen un amor a sí mismos casi infinito. O sea, si un tipo de clase alta hiciera un libro como hace la clase media ahora, 'me encanta mi colegio y mis compañeros y lo pasamos increíble', lo matan. Pero si viviste en Cerrillos podís contar 'el Lucho y el no sé qué', y es la raja. Me molesta esa autoindulgencia", añadió el escritor, conocido por su participación en el programa de televisión Plan Z.

A propósito del inminente lanzamiento de El galán imperfecto, Gumucio relató a Culto que la novela que será publicada por Literatura Random House reúne distintos episodios de su vida.

"Me pegaron muchas veces. Era un poco provocativo, me gustaba provocar también", confesó el escritor.

"Su alegato es político", reclamó el escritor Marcelo Guajardo en una nota de El Mostrador, "reaccionario al avance cultural de los grupos medios. Hay cierta parte de la izquierda que ha sido súper refractaria con la aparición de nuevos grupos. El conservadurismo en lo político lo puedo entender, pero que eso se extienda a la lectura es algo que simplemente no comprendo", afirmó.

Según Guajardo, "lo triste de su declaración es que no tiene nada que ver con la literatura. Les baja el dedo a libros como Nancy (de Bruno Lloret), Du Maurier (de Carlos Dardani) o Qué vergüenza (de Paulina Flores), solo porque están escritos desde otra clase".

"Leo esas frases de Gumucio como las de un personaje autoritario, molesto con el posicionamiento de nuevas voces, con la incidencia de perspectivas de clase en los espacios de la influencia cultural", opina Richard Sandoval, autor de Tanto duele Chile.

Para Sandoval, que dirige el sitio web Noesnalaferia, "así como en la política Ricardo Lagos dicta cátedra contra los lolos que vienen a hablar de sus dolores sin valorar lo que una clase hizo por su porvenir en dictadura, Gumucio, indignado con estos cumas que se atreven a hablar del Lucho y sus vaivenes, golpea la mesa para que volvamos a admirarlo a él y a su forma de comunicar, propia de la transición. Gumucio es el Ricardo Lagos de la literatura".

Rodrigo Ramos, otro de los autores consultados, dijo que "él (Gumucio) tuvo la suerte de tener un buen apellido, influencias y publicar como un niño terrible burguesón de whisquierda a finales de los 90. Hoy sus libros pueden resultar interesantes para esos cuarentones izquierdosos burgueses onda Meo".

"Gumucio llora por la herida, porque sus últimos libros han tenido mala recepción, al menos de público. Ya no hay una voz que pueda sonar interesante", complementa Vladimir Rivera.

"Entonces surge una camada de escritores jóvenes, de región, periféricos, como Richard Sandoval y Paulina Flores, que vienen a hablar del dolor, de la marginación, pero en primera persona. Y las editoriales independientes les dan voz. Antes era muy común que escritores de clase alta escribieran del proletariado sin conocerlo. En los años 90 solo se podía publicar por Planeta o Random House y era para unos pocos, que eran todos de una cierta elite. ¿Cuántos quedan hoy de ellos? Dos, quizás tres", puntualiza.

¡Pitéate a un cuico!

"De los escritores que le dieron como caja a Rafael Gumucio en El Mostrador, no cacho a ninguno", escribió en Facebook el cronista Roberto Merino, autor de Todo Santiago.

De inmediato, la discusión se desató en la red social.

"Es porque pierdes el tiempo leyendo a Henry James, Samuel Beckett y otros calados en vez de arrojarte a los autores jóvenes autoeditados. Vence el miedo", ironizó el periodista Álvaro Díaz, creador del programa 31 Minutos y compañero de Gumucio en Plan Z.

El comentarista deportivo Juan Cristóbal Guarello, autor de la novela Gente mala, respondió: "Creí que Richard Sandoval era un lateral derecho de Deportes Curicó. Debe ser aguerrido en la marca, a Gumucio le entró en plancha".

Gumucio también tuvo palabras en Facebook: "Richard, tú no eres un escritor joven, eres un opinólogo palabrero no más sin vuelo poético ni lecturas. Estay bueno para diputado".

"¿En serio estamos hablando de libros buenos o malos según el lugar en que se escriben?", puntualizó el cineasta Alejandro Fernández Almendras.

"Gumucio dice que los 'escritores jóvenes' (¿quiénes?, ¿cuántos?) se vanaglorian de su origen de 'clase media'. Eso es absurdo por miles de razones. Primero porque da lo mismo quien escriba y de donde escriba. Obvio, estamos de acuerdo. Segundo, porque es lógico que uno escriba desde el lugar que conoce y eso, en Chile más que en ningún lado del mundo, implica una clase. Y tercero, porque si vamos a llevar la discusión a ese nivel (cuicos vs clase media) los cuicos pueden ir por lana pero saldrán trasquilados, ¡porque somos más! ¡Pitéate a un cuico!", agregó.

Según el autor de las películas Aquí no ha pasado nada y Matar a un hombre, "es indefendible el argumento de que se valora un cuento o novela porque habla de la pobla. En la historia chilena el arte que ha valido la pena siempre ha sido de los pobres. Entre Nicanor nacido en el barro y los trululí trululás de Huidobro no hay por donde perderse".

De inmediato, el poeta Leonardo Sanhueza respondió con un poema del aludido Nicanor Parra:

QUIERO DEJAR EN CLARO

Que sin el maestro no hubiere sido

Posible el discípulo

Prácticamente todo lo aprendí de Huidobro

Incluidas algunas malas costumbres

Esa es la verdad de las cosas

Las fallas del discípulo no se explican sin

Las genialidades del maestro.