House of Cards contra el espectáculo Trump
La historia será retomada pocos días después del final del ciclo anterior, con las elecciones que definirán el futuro de los Underwood. A pesar de que los libretos estaban listos antes de la presidencia de Donald Trump, los paralelos con la realidad son más de uno.
"Trump ha robado todas nuestras ideas para la temporada seis. Realmente no sé qué vamos a hacer", dijo Robin Wright con una risa resignada en un panel organizado por la revista Variety durante el festival de Cannes el pasado jueves. La actriz fue consultada, como básicamente cualquier persona que actúe en House of cards durante los últimos meses, en cómo la presidencia de Donald Trump afectaría el futuro de la serie de Netflix que protagoniza junto a Kevin Spacey.
Ella misma reconoció que las temporadas anteriores de la historia que sigue las maquiavélicas -e ilegales- luchas de poder que orquesta el ficticio presidente Frank Underwood (Spacey) en Washington eran una fantasía respecto a cómo se vivía la trastienda de la política estadounidense, pero que "ahora es sobre algo real". La llegada del magnate y estrella de telerrealidad al cargo de poder más influyente del mundo ha cambiado radicalmente la forma en que la premisa de la serie es percibida, y por supuesto, ha aumentado las expectativas respecto a lo que la historia mostrará cuando se estrene su quinto ciclo, el 30 de mayo, a través de la plataforma de streaming.
El problema es que la realidad aventajó a House of cards. Al igual que cualquier producción televisiva ficticia de este semestre que aborde la política norteamericana, si lo que aparece en pantalla coincide con los hechos sucedidos en los turbulentos primeros meses de Trump como presidente, será -en su gran mayoría- mera coincidencia. El nuevo ciclo de la serie estaba escrito y ya llevaba meses de filmación cuando se realizaron las elecciones de noviembre. La producción se cerró el 14 de febrero, cuando el nuevo mandatario de Estados Unidos llevaba poco menos de un mes en su cargo. Rumores apuntan a que la serie justamente extendió sus filmaciones a ese mes -que históricamente había sido su mes de estreno- y retrasó sus nuevos episodios para mayo para poder hacer el mayor eco posible de la realidad, pero esa versión implicaría asumir que la serie grabó sin libretos completos; un hecho poco probable.
Eso no significa que la serie no haya buscado hacer alusión a la realidad. Mientras Trump realizaba su primer discurso como Presidente el 20 de enero, segundos tras asumir el cargo, la cuenta de Twitter de House... liberó el primer avance de la nueva temporada, además de confirmar la fecha de estreno. En el clip, se veía una bandera estadounidense ondeando al revés frente al Capitolio, el mismo lugar donde se estaba llevando a cabo el acto de inauguración presidencial. La serie presentó también su nuevo eslogan: "nosotros hacemos el terror".
Cuando los 13 nuevos episodios se estrenen el martes 30, la principal competencia no será otra serie, sino la realidad política de Estados Unidos, que en los últimos meses se ha transformado en su propio espectáculo.
Más extraño que la ficción
La era Trump no es la primera vez en que se le ha adjudicado a House of cards tomar inspiración directa de la realidad. La relación entre Underwood y su mujer, Claire (Wright) desde el principio fue apuntada como una versión exagerada -o no- de Bill y Hillary Clinton: ambas parejas son del Partido Demócrata, formadas por dos hábiles políticos de amplias carreras que en público apoyan incondicionalmente a su pareja, pero cuyas vidas privadas son bastante más complicadas.
"No quisimos que la gente pensara que eso era lo que nos proponíamos. Nunca quisimos interpretar el mundo político real. Queríamos ser un universo alternativo. Resulta ser que también es un universo en donde algunos preferirían vivir", dijo Spacey este año a The Hollywood Reporter.
Se podría decir que hay evidencia de que Underwood tampoco es Trump. No sólo por partidos políticos -el segundo es Republicano- sino también por trasfondo: el personaje ficticio tiene un amplio trasfondo en la política, aunque no de la forma más ética; partió la primera temporada como congresista, manipulando, mintiendo y asesinando hasta convertirse en vicepresidente, para posteriormente traicionar al Presidente de Estados Unidos y lograr su destitución, terminando él en el cargo.
Durante la temporada pasada, Underwood entró en campaña para buscar su reelección, nuevamente aplicando sus habilidades maquiavélicas para asegurar tanto el apoyo de su partido como el de la población, incluso sufriendo un intento de asesinato -que por supuesto termina usando a su favor- y seleccionando a su mujer como candidata a vicepresidenta, en caso de triunfar en las elecciones. Pero el ciclo terminó con el poder de ambos seriamente amenazado: un periodista publicó un artículo exponiendo gran parte de las maquinaciones con las que Underwood llegó al poder, con testimonios de cercanos que lo ayudaron a hacerlo. Además, una crisis terrorista en suelo norteamericano termina con un muerto y los culpables sueltos, por lo que su habilidad para resolver la situación queda puesta en duda.
La quinta temporada retoma la trama tan sólo días después de esos hechos. Los Underwood siguen en campaña, la elección donde deberán enfrentar al joven candidato republicano Will Conway (Joel Kinnaman). Y con un Frank acorralado, es donde aparecen sus rasgos más dignos de Trump. En una de las primeras escenas del nuevo ciclo, el presidente se dirige al Congreso con la misma efusividad y falta de interés por el protocolo que su par de la vida real, ocupando la amenaza terrorista de la organización ICO -ISIS versión House of cards- como una forma de distraer la atención de sus pares de las acusaciones de corrupción. El personaje hace del terrorismo el principal foco de su campaña, con una de sus propuestas para combatirlo siendo prácticamente igual a una de las ideas de Trump. Mientras tanto, las acusaciones de la prensa son descartadas por el mandatario como ataques sensacionalistas (¿suena familiar?).
Aún así, la serie es cauta de no presentarse como documental, utilizando su clásica exageración que rompe los límites de la verosimilitud como principal arma dramática. "House of cards siempre ha operado en los límites de lo absurdo (...), y la serie mantiene más similitudes con Scandal que con la realidad", afirmó CNN en su reseña de la nueva temporada. Pero hace un año la realidad parecía muy alejada de House of cards. Hoy, hasta sus mismas estrellas admiten que Washington está haciendo méritos para hacer parecer aterrizada a una ficción que se caracteriza por hacer del espectáculo y la política una misma cosa.
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