"No tengo muchos amigos. Dejé de dar clases de danza y he ido achicando las puertas", decía Joan Turner en una de sus últimas entrevistas en 2013, al cumplirse cuatro décadas del asesinato de su esposo, el cantautor chileno y director teatral Víctor Jara. Hoy, a sus 90 años y cada vez más refugiada entre los suyos, la ex bailarina inglesa, docente y heredera de la memoria del autor de "Luchín" escoge con pinzas la ocasión para reaparecer y alzar la voz, cuando menos se le espera.

El pasado 11 de abril llegó hasta el Centro Cultural Matucana 100 junto a sus dos hijas, Manuela -también bailarina e hija del coreógrafo Patricio Bunster- y Amanda, fruto del matrimonio con Jara. El Sindicato Nacional de Trabajadores y Artistas de la Danza (Sinattad), el mismo que a fines de 2016 solicitó y consiguió que se le otorgara la Medalla al Mérito de la Orden Cultural y Artística Pablo Neruda, la había invitado al séptimo Festival de la Danza. Turner ya estaba al tanto: ese día darían a conocer su postulación al Premio Nacional Artes de la Representación de este año.

"Joan ha tenido una vasta trayectoria y fue un tremendo aporte a la formación y desarrollo de la danza en nuestro país", dice el dossier que esta semana llegará al Mineduc, cuando se le presente formalmente al galardón que solo en dos ocasiones recayó en bailarines: Ernest Uthoff Biefand (1984) y María Luisa Solari (2001). Esa tarde tampoco hubo discursos, sí una carta firmada por la bailarina nacionalizada chilena en 2009: "Cuando se me presentó la idea de esta postulación, sentí que no era merecedora de un honor de esta envergadura. Pero después de mucha reflexión me doy cuenta de que puede ser una contribución para relevar el conocimiento sobre la formación en danza, no solo como un arte escénico, sino como una parte esencial en la educación de niños, niñas y jóvenes", escribió.

Los pasos de una maestra

Joan Turner llegó a Chile en 1954, ya casada con Bunster. De joven pretendía estudiar Historia en la U. de Londres, donde nació en 1927, pero vio un espectáculo del Ballet Jooss que la dejó sin aire. En 1947 entró a la Escuela de Danza de Sigurd Leeder, y en 1951 se unió la compañía de Kurt Jooss, en Alemania. Durante una gira conoció al bailarín chileno, y a su arribo al país ingresó al Ballet Nacional Chileno, primero como bailarina, previo a su retiro en 1964, y luego como coreógrafa. También ejerció la docencia en la U. de Chile, donde formó la carrera de Profesores de Danza infantil, y en 1973, tras la muerte de Víctor Jara, partió al exilio.

Retornará recién en 1984, y un año después funda junto a Bunster el Centro de Danza Espiral. Dos años después, lidera el Grupo Calaucán, y una década más tarde convierte a la Espiral en la carrera dependiente de la U. Academia de Humanismo Cristiano que es hoy. "Son pocos los bailarines activos que no pasaron por la escuela de la Joan", dice la cantante y ex alumna suya, Javiera Parra, egresada del Espiral en 1991. "Sus conocimientos específicos de movimiento, técnica moderna, eukinética y coreútica fueron únicos e iluminadores", agrega Carolina Bravo del Banch. "Lo que más me quedó de ella fue su obstinada vocación de traspasar sus conocimientos. En ese sentido, su legado es muy noble y trascendental", dice otra de sus discípulas, Paola Aste, a quien se le podrían sumar José Luis Vidal, Andrés Maulén y tantos otros.

"Sé que ella, aparte del pudor que le produjo inicialmente esta propuesta de la postulación, la ha terminado viviendo como una instancia que permita relevar a la danza y su aporte a nuestra sociedad, así como también, y lo ha dicho, como dedicatoria y reconocimiento a Patricio Bunster como creador y maestro", dice su hija Manuela. En su carta, Turner, Premio de Danza de la Municipalidad de Santiago 1999, tuvo también palabras para su ex pareja (1924-2006), quien en 2005 fue desplazado en la misma contienda por el actor y director Fernando González.

"Siempre he lamentado que Patricio, gran creador y maestro chileno en el campo de la creación coreográfica, nunca haya recibido el premio", señaló. Su eventual premiación, creen varios, podría torcer la desolada historia del gremio de la danza en Chile.

La nueva vida de la Fundación

El 20 de enero de 2018, la Fundación Víctor Jara, impulsada por Turner, cumplirá 25 años. El cineasta y periodista Cristián Galaz, quien asumió la dirección ejecutiva en enero de este año, comenta: "Sí hubo un relevo en lo administrativo, pero Joan sigue tomando las decisiones y trazando el camino a seguir, como por ejemplo la planificación de los festejos para ese día, que pretendemos sea con un concierto para más de 20 mil personas".

Tras la clausura del galpón en Plaza Brasil, Galaz cuenta que desde entonces la fundación opera desde la sede de la U. Academia de Humanismo Cristiano, junto a sus ex oficinas en calle Huérfanos. "El archivo se encuentra también de allegado en la U. de Santiago, en la espera de que el Edificio de la Ciudadanía -ex Diego Portales- reabra sus puertas, aún sin fecha definitiva", dice. En abril la ministra de Bienes Nacionales, Nivia Palma, anunció la restauración de la actual Torre Villavicencio en un lugar que albergará a organizaciones culturales, de Derechos Humanos, género e infancia, incluida la Fundación Víctor Jara, "que utilizará un piso completo de unos 500 metros cuadrados", según la secretaria de Estado.

Hoy además, y por primera vez, se reabrirán las puertas del estadio Víctor Jara por el Día del Patrimonio, con una visita guiada por Roberto Márquez, de Illapu. "Tardó, pero la voluntad política parece que pronto dará frutos", dice Galaz, quien resalta además la labor artística y humanitaria de Joan Turner ante su postulación al Premio Nacional: "Pocos son así de tenaces, y si en lo artístico su legado es innegable, su inspiradora lucha debiera ser reconocida no solo por sus pares, sino por todo un país".