En un universo gobernado por hombres como es el de los superhéroes, y el mundo en general, no es menor que lleguen dos mujeres a demostrar cómo se hacen bien las cosas. Si hablamos del Universo Extendido de la DC, que no había dado pie con bola, Mujer Maravilla, protagonizada por Gal Gadot y dirigida por Patty Jenkins (Monster), es por lejos la más lograda, entretenida y matizada de las cintas de aquella factoría.

Diana (Gadot), hija de la reina Hipólita (Connie Nielsen) y sobrina de la guerrera Antíope (Robin Wright), se embarca en una aventura junto a un espía norteamericano (Chris Pine) durante la Primera Guerra Mundial. Dejando atrás la seguridad y hermetismo de vivir en la paradisíaca isla de las guerreras amazonas, Diana deberá enfrentar los horrores de la Gran Guerra y descubrir su verdadero origen.

Más allá del éxito de taquilla, los pobres resultados de calidad de El hombre de acero o Batman vs Superman dejaban mucho que desear; por eso es un placer presenciar una historia tan llena de cariño, entendimiento y mensaje en su contenido. Logrando un balance perfecto de seriedad y humor, desarrollo de personajes y acción, Jenkins entrega una historia de origen admirable: enmarca a su heroína en un período turbulento, el cual sirve para realizar una serie de comentarios sobre la sociedad, la política, el lugar de la mujer y el amor.

Mujer Maravilla es una historia de héroes y dioses, que siempre mantiene los pies sobre la tierra, pero que sabe volar hacia la fantasía en los momentos adecuados. Nunca cae en lo extremo que tanto mal le hizo a sus cintas anteriores, y demuestra que una buena historia y buenos personajes es lo que en verdad se necesita para hacer una gran película. Finalmente, un acierto, en un universo que parecía destinado a la mediocridad.