"Haití es un país que no tiene grises. Cada día, o tienes para comer o no comes. Cada día vives o te mueres", dice Matías Recart (Santiago, 1967), quien acaba de inaugurar, en la fotogalería Arcos, la exposición Haití profundo, que reúne una selección de 20 fotografías de gran formato en blanco y negro, tomadas durante la década de los 90 en el país caribeño.
Ceremonias, funerales o simples postales callejeras, la intención del fotógrafo fue inmiscuirse en la vida cotidiana de los haitianos, para reflejar el territorio y su cultura, más allá de la violencia y la pobreza. "La primera vez que fui a Haití fue en 1991; yo era corresponsal de AFP y tuve que cubrir el golpe de Estado contra el presidente (Jean-Bertrand) Aristide, que luego terminó con la ocupación militar de EEUU en Haití. Fue un proceso que duró varios años", explica Recart.
El fotógrafo cuenta que si bien en un principio solo hacía las fotografías que le encomendaba la agencia, con el paso del tiempo se fue sintiendo cada vez más atraído hacia ese país, hasta el punto de que volvió a visitarlo por sus propios medios durante sus vacaciones, y en ocasiones se quedó meses enteros para desarrollar este proyecto de fotografía documental. "En ese entonces, todo el mundo fotografiaba la tragedia, la guerra y las protestas. Pero nadie se preocupaba de fotografiar sus costumbres y su cultura", dice.
Recart cubrió otros conflictos en Latinoamérica, como la invasión de EEUU en Panamá y las guerras en El Salvador y Nicaragua, donde estuvo secuestrado al rededor de siete días por un comando armado. Actualmente se desempeña como editor de fotografía en La Tercera.
Las imágenes que ahora expone fueron tomadas entre 1994 y 1998. Es la primera vez que Haití profundo se exhibe en Chile, luego de haber sido expuesta en Ciudad de México y en la Bienal de Fotografía en Sao Paulo, en 1998.
—¿Qué fue lo que más le impactó durante sus estadías en Haití?
—Positivamente, la dignidad con la que enfrentan su día a día. Que el domingo cuando van a misa, van vestidos impresionantemente bien, y con su mejor cara, aunque vivan en la miseria absoluta. Negativamente, me impactó el nivel de violencia. Me tocó ver, por ejemplo, cómo durante una manifestación le echaban bencina a una persona y lo incendiaban para que corriera quemándose vivo. Nunca había visto algo tan grotesco.
—¿Qué impresión tiene de la actual migración haitiana en Chile?
—Me encanta que lleguen haitianos aquí, yo creo que los países se construyen a través de las migraciones y ellos son gente muy trabajadora, que viene desde un país totalmente diferente, en cuanto clima, cultura e idioma. Vienen básicamente como asilados económicos, para sacar adelante a sus familias y en busca de un mejor futuro para sus hijos. Son un aporte para Chile, así que bienvenidos sean.
El fotógrafo explica algunas de las imágenes que conforman Haití profundo, como la fotografía de la página 110: "Fue tomada en el Día de los Muertos. A diferencia de Chile, donde nos da miedo hablar de muerte, la cultura en Haití la tiene muy presente". La fotografía superior, en cambio, es de vida cotidiana: "Es un matadero, donde matan chanchos y cabras para después vender la carne. Es un país muy pobre, entonces los matan a palos. Ellos hacen lo necesario para sobrevivir el día a día, es duro".
Como editor y fotoperiodista, Recart reflexiona en torno a los desafíos que enfrenta el oficio: "Nuestra responsabilidad hoy es ser más éticos que nunca, tener certeza de que las imágenes son verídicas y no están manipuladas. La labor de la prensa tiene que seguir siendo la de fiscalizar y tenemos que ser aún más minuciosos en esta época de avalanchas de información visual".
Haití profundo estará abierta hasta el 21 de julio, en Av. Santo Domingo 798. La entrada es liberada.