Los $162 millones que el presidente de la SCD, Álvaro Scaramelli, recibió durante el último año por concepto de derechos de interpretación, siguen generando inquietud y más de algún cuestionamiento entre sus pares. Si bien en la última asamblea informativa de la institución, que se realizó la noche del martes en Bellavista, el mandamás de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor descartó cualquier irregularidad en sus ingresos, expuso ante los socios los motivos que lo llevaron a percibir esas voluminosas cifras e incluso anunció la creación de una comisión mixta que revisará los detalles del caso -en paralelo a la auditoría externa a la que se someterá el servicio-, la fórmula que utilizó el ex integrante del grupo Cinema para multiplicar en hasta 90 veces sus ganancias desde que asumió el cargo no convence completamente a todos sus pares.
Según la documentación revelada esta semana por medios como El Mercurio o El Mostrador -la cual habría sido filtrada por una ex funcionaria de la institución-, desde que asumió la presidencia de la entidad en julio de 2015, Scaramelli ha recibido tres pagos por concepto de "derechos conexos". El primero, en julio de 2016, correspondiente al periodo de julio a diciembre del año anterior, de $40 millones de pesos, lo que representa un 5% del fondo total a repartir. A éste le siguió una liquidación de $90 millones en enero pasado -un 12% del total- a la que se sumó una tercera, en abril, por $32 millones.
De acuerdo a lo expuesto en la asamblea del martes por el propio Scaramelli, quien hasta antes de encabezar la SCD tenía ganancias en promedio de $800 mil por este tipo de derechos, el alza en sus ingresos se explica en gran medida por los servicios que prestó para un canal de televentas, aunque hasta ahora no ha especificado de cuál se trata ni tampoco la naturaleza de ese trabajo. Desde el interior del organismo aclaran que se trata de composiciones en formato de cortinas musicales, "un conjunto de obras" que habrían sido ejecutadas repetidamente y a diario en estos segmentos, lo que habría generado un alto monto en derechos de interpretación por cada segundo de ejecución. Además, estos bloques comerciales serían parte de la programación de más de un canal de televisión, lo que explicaría el alto volumen de la cifra.
Con todo, la explicación sigue generando dudas entre algunos músicos, para quienes en su mayoría se trata de un nicho desconocido y poco claro. "Yo al menos desconozco esto de los canales de televentas, un negocio que al parecer da mucha plata pero que considero injusto para los que nos rompemos la cabeza componiendo música", señala Roberto Márquez, vocalista de Illapu, quien estuvo presente en la reunión. "Conforme no quedé", dice sobre el encuentro. "Puede que desde lo legal esté todo en regla, pero no se ve bien que el presidente de la SCD gane esa cantidad de plata cuando la mayoría de los socios está ganando mucho menos. Puede que haya documentos que respalden esos ingresos desde lo legal, pero desde lo ético me parece cuestionable", agrega.
Una opinión similar tiene Fernando Ubiergo, presidente de la SCD entre 2004 y 2009. "Más allá de la legalidad, esto tiene que ver con la legitimidad", argumenta el cantautor, quien parte aclarando que confía en la buena fe de su sucesor en el cargo, con quien se contactó esta semana. El autor de "El tiempo en las bastillas" cree que "el mecanismo utilizado produce una distorsión entre obras que tienen una reproducción garantizada y otras de reproducción incierta".
En ese sentido, y tal como expone en la carta que pretende enviar por estos días al organismo, Ubiergo considera que no pueden tener la misma calificación una obra destinada a generar plata en un 'llame ya' que una obra con valor artístico", al tiempo que califica de "inédita" la cifra percibida por Scaramelli en los últimos once meses.
En efecto, los montos que el actual mandamás de la SCD recibió por su trabajo superan largamente lo generado por otros artistas nacionales de alta rotación en el mismo período de tiempo. Jorge González, por ejemplo, uno de los músicos que más suena en radio y televisión hasta hoy, exhibe ganancias -por derechos autorales y conexos- que van de los $40 a los $45 millones de pesos anuales. En el caso de Myriam Hernández este monto oscila entre los $10 y los $20 millones de pesos, lo mismo que reconoce Márquez que percibe Illapu en un buen año.
Ticketera de la discordia
Sus elevados ingresos no son el único cuestionamiento que enfrenta Scaramelli por estos días, ya que existe otro antecedente que, si bien no fue tratado en la asamblea de esta semana, genera ruido entre algunos de los socios.
Se trata de su vínculo con dTticket, la compañía que desde el año pasado se encarga de comercializar las entradas para todos los eventos que se realizan en las tres salas que la SCD administra en Santiago (en Plaza Egaña, Bellavista y Plaza Vespucio). Según consta en la documentación entregada al Servicio de Impuestos Internos, la firma tiene como propietario a Mauricio Andrés Escalona Calderón, primo de Alvaro Scaramelli Escalona.
Desde la SCD reconocen el parentesco aunque descartan que exista un conflicto de interés, ya que según explican la ticketera no fue escogida por su presidente sino por el Area de Adquisiciones de la institución, luego de cotizar con diversas firmas del rubro. En ese sentido, aclaran que se inclinaron por dTticket porque les proporciona el mejor servicio para los 500 conciertos que en promedio organizan cada año en las salas.
La carta de Fernando Ubiergo a la SCD
"Con el mayor respeto al legítimo quehacer de mis colegas que dedican su talento a ese ámbito de la música, y más allá de este hecho puntual, me parece que se debería revisar este sistema de reparto. Intuyo que necesita incorporar otros criterios pues no parece un procedimiento sano ni sustentable, aun teniendo una buena justificación estadística. El tema de fondo aquí es otro; es ético y de un auténtico sentido de justicia.
Tengo un alto concepto y el mayor respeto por el presidente Scaramelli, que confío pueda esclarecer estas cosas. No obstante eso, creo nunca se verá bien que un consejero o directivo SCD, quien sea, rente sumas tan voluptuosas en el ejercicio del cargo, por muy legítimo que sea.
Esta situación directamente relacionada con los criterios de distribución, me hace pensar en lo asimétrico que puede ser el modelo empleado, ya que el sistema estadístico de reparto premia desproporcionadamente a quien hace cortinas o jingles, que por su naturaleza tienen la difusión garantizada y ventajas comparativas muy por sobre los autores que aportan su arte en el formato canción; que es la abrumadora mayoría de autores agrupados en la SCD.
No parece ecuánime que todo sea medido con la misma vara. Pienso que la SCD, que desarrolla una enorme misión, debe redoblar su empeño estimulando la creación y el legado cultural de la música chilena, más allá de su rol puramente recaudador y de distribución.
Este sistema desvirtúa y distorsiona el sentido más profundo de los derechos de los autores, convirtiendo al mecanismo en un incentivo perverso y una mala señal para las nuevas generaciones de creadores".