Siri Hustvedt, escritora norteamericana: "Hay muchas mujeres con prejuicios contra las mujeres"

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La esposa de Paul Auster se ha ganado un lugar propio como escritora. Su último libro es una colección de ensayos.


Los hombres que están mirando mujeres pueden ser Pablo Picasso, Robert Mapplethorpe, Karl Ove Knausgaard o Wim Wenders. La mujer que los mira a ellos es Siri Hustvedt (1955), la escritora estadounidense de origen noruego, según consta en su último libro, una recopilación de ensayos.

Con casi un cuarto de siglo de trayectoria, Hustvedt, casada con el escritor Paul Auster, ha alcanzado con sus novelas, especialmente después de Todo cuanto amé (2003), el éxito internacional. Pero ella es también una ensayista reconocida, que suele vincular neurociencia, sicoanálisis, filosofía y literatura en libros como La mujer temblorosa (2009) o Vivir, pensar, mirar (2012).

En La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres reúne una serie de textos cuyo rango temático es amplio. "La colección consta de tres partes, tres libros pequeños en uno grande, cada uno de los cuales tiene un título diferente", comenta Hustvedt, desde su casa en Brooklyn. La edición en castellano, sin embargo, no contiene la parte central, un largo ensayo de 200 páginas sobre el problema de la relación mente-cuerpo, titulado "Los delirios de la certeza". Es la mejor pieza, cree su autora, y espera que aparezca como un libro aparte.

También comenta que hay una serie de temas que recorren el libro en su conjunto: "La naturaleza de la percepción, el feminismo, y un llamado a los enfoques interdisciplinarios respecto de problemas insolubles". Lo cierto es que puede pasar del propio sicoanálisis de Hustvedt a la pornografía según Susan Sontag, desde la histeria o el suicidio hasta Kierkegaard o los peinados. Lo mismo se puede mostrar entusiasta de la artista Louise Bourgeois como crítica del sexismo de Knausgaard, quien, cuando ella lo entrevistó, a la pregunta de por qué en su obra menciona a una multitud de escritores, pero sólo a una escritora (Julia Kristeva) le respondió: "No son competencia".

Todos ellos son muestra del lado razonador de Hustvedt. En uno de estos ensayos señala: "Los artistas (de toda índole) sólo son parcialmente conscientes de lo que hacen. Una parte considerable de la creación artística tiene lugar a nivel inconsciente".

—¿Ve alguna diferencia en su obra como novelista y ensayista?

—Para perfeccionar mi argumento: trabajo más conscientemente como ensayista, pero hay fuerzas inconscientes funcionando al escribir ensayos académicos y no ficción. Las percepciones pueden aparecer repentinamente como lo hacen mientras escribo una novela. Mi no ficción depende de haber dominado o por lo menos sumergido profundamente en el tema que me ocupa.

Escribir una novela es una aventura en lo desconocido y depende de toda mi experiencia como persona. Las novelas son más difíciles de escribir porque todo es posible. La libertad es estimulante pero puede ser desalentadora. Lo que es crucial para la ficción es lo que yo llamo verdad emocional. Todo puede ser inventado en una novela excepto la verdad emocional, y esto varía de escritor a escritor. Tanto en mis novelas como en mis ensayos, estoy investigando las preguntas últimas: ¿quiénes y qué somos los seres humanos?

—Ud. parte de la idea de las "dos culturas". ¿Cree deseable superar la brecha entre ciencia y arte?

—Sí, es deseable porque los dos lados pueden aprender uno del otro. También conozco a una cantidad de personas tanto en las ciencias como en las artes que se han sentido atraídas por entender lo que está sucediendo al otro lado del abismo. Me parece emocionante.

—Señala que algo de esa división ciencia-arte se refleja en otras: masculino-femenino, serio-no-serio, duro-blando…

—Desde el romanticismo, las artes se han vinculado a la femineidad, no a las mujeres reales, sino más bien a lo que el hombre romántico se figura como rasgos sensibles, emocionales, creativos, ligados a lo femenino. Pero antes, en el siglo XVII, la filosofía natural (la ciencia moderna temprana) buscaba un lenguaje libre de metáforas que estuviera de acuerdo con su énfasis en el experimento y los resultados concluyentes. Esta noción de que el lenguaje poético no es adecuado para la ciencia permanece con nosotros. Las ciencias se ven ahora como árbitros de las duras verdades masculinas, mientras que las artes son suaves, femeninas y ficticias. Estos binarismos no se sostienen muy bien sometidos a examen.

—El sexismo surge en cualquier parte, incluso en un escritor como Knausgaard…

—Sí, admiro el trabajo de Knausgaard, y es importante decir que él no está solo. Mientras los hombres encuentren su propio valor en los ojos de otros hombres, este prejuicio continuará. Me parece extraño porque a las mujeres les gusta leer las obras tanto de hombres como de mujeres. Yo he sido profundamente influenciada por escritores de ambos sexos. También es muy malo para los hombres, ¿no? ¿Qué significa descartar una literatura extraordinaria simplemente porque fue escrita por mujeres?

—También menciona a un periodista chileno que insistía en que su marido le "enseñó" sicoanálisis y neurociencia.

—Siempre me sorprenden esas afirmaciones. Y, sin embargo, una y otra vez, periodistas, no sólo de Chile sino también de muchos otros países, han asumido (o han leído artículos engañosos) que mis conocimientos provienen de mi esposo. Estoy casada con un brillante escritor, pero él no sabe nada sobre neurociencia y muy poco sobre psicoanálisis.

—No todos los chilenos somos así…

—¡No! No todos los chilenos son así. Y para ser clara: hay muchas mujeres que albergan prejuicios contra las mujeres. Todos nosotros tenemos prejuicios inconscientes, y la única manera de combatirlos es cuestionar nuestros sentimientos, preguntar, por ejemplo: ¿asigno automáticamente más autoridad a una voz masculina, sin importar lo que esté diciendo?, ¿asumo que si una joven mujer es bonita, no puede ser brillante?

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