Festivales independientes, músicos independientes, publicaciones independientes. Indie en un país que siempre ha encontrado caminos para levantar cultura aunque sea complejo o hasta ilegal. Estamos en tiempos llenos de oportunidades fuera de los caminos tradicionales, repletos de jóvenes visionarios o simplemente entusiastas que decidieron tomar sus profesiones y oficios del brazo y encontrarles un espacio.
Hace unos días, en una iniciativa a cargo de la Cooperativa del Amor, siete sellos nacionales se reunieron para discutir su vereda. Pero antes de conocer si quiera qué es ser independientes para Algo Records, Zilla, Piloto, Lagartija desde Antofagasta, Sudamerican, Beast nacido en Concepción, y Cazador, hay que partir de una pregunta que suele escucharse entre quienes trabajan dentro de la música, ya sea como creadores de ella o asistentes de este arte: ¿existe una industria musical en Chile?
Gustavo Mendoza, fundador de la casa oriunda de Concepción y responsable de editar artistas como Planeta No, Miss Garrison, Fármacos y We Are The Grand considera que "en Chile sí existe una industria. Sólo como ejemplo, en nuestro país se venden más tickets para conciertos que para partidos de fútbol, y claro, tal vez no tengamos Universal o Emi o BMG potenciando productos nacionales, pero puedes hacer giras, tenemos festivales de talla internacional y nacional, tenemos tres o cuatro ferias de programación importante como lo es Pulsar, Imesur y Fluvial, tenemos frecuencia en mercados de música electrónica...Y suma y sigue".
Bien cercana a la opinión de Beast está la de Algo Records, sello que por estos días cumple sus 15 años de vida con los hermanos Gómez a la cabeza. "Yo no sé si cuando nosotros empezamos había alguien interesado en editar música chilena. Hoy pasa. Y no sólo se ve en la música esto de la vida de la industria, se ve en cómo han surgido profesiones y oficios ligados a ella: nacieron roadies, agencias, ticketeras, managers… Si una banda hace 15 años te presentaba a su manager, lo más probable es que nos íbamos a reír de ti porque eso era para grandes artistas o para perdidos que no sabían muy bien para dónde disparar, pero si alguien ahora llega con una persona que toma el rol de manager no es nada raro. Hay que darse cuenta que estamos dentro de una industria súper creciente".
Para Piloto, espacio de frescas agrupaciones como Niños del Cerro, Patio Solar o ECSDLQH, y uno de los sellos más jóvenes de panel, no existe una industria como tal, y es una de las principales razones por las que "sentimos la necesidad de crear colectivos como el nuestro". Según Ariel Díaz, uno de los trabajadores de la discográfica, "existe un mercado en alza, hay números azules pero el tema fáctico sigue siendo la cantidad de gente que vive sólo de lo que genera esta 'industria'. Eso para mí es no existir, siento que estamos desarrollando y haciendo camino".
Camino independiente
Corría 2002 cuando Álvaro y su hermano tuvieron que tomar la decisión de levantar algo propio porque nadie iba a editar los trabajos de Guiso, la banda que comparten. Zilla, este 2016 repitió la historia, y un poco antes Lagartija hizo lo propio con el fin de gestar un movimiento antofagastino y formar cuna con agrupaciones amigas. No es raro que músicos tomen la iniciativa y en lugar de buscar fichaje armen el propio. "Ninguno de los artistas que hay estos días va a ser firmado por sellos grandes, cuando nosotros partimos ya se había acabado ese boom y ahora ni hablar", dice Diego Sepúlveda, la cabeza de Cazador. Y Daniel Hernández, encargado de prensa de Sudamerican Records es más tajante. "No es una elección ser independiente. Todo en Chile es independiente, no existe otra industria. De Fran Valenzuela a Gepe. Mena firma con Sony, pero en Argentina. Mon Laferte con Universal, pero en México. Desde los que estamos sentados aquí hasta los que pasan por Viña, todos somos independientes".
¿Pero es ser independiente un sinónimo automático de resistencia a grandes proyectos o productoras? Las opiniones son variadas, y mientras los experimentados Algo Records agradecen que festivales internacionales lleguen al país, lo pongan en el radar mundial y exijan mayor nivel por parte de quienes vivimos aquí, los más jóvenes de Piloto y Lagartija chocan con el trato que suelen dejar estos acuerdos. Dos polos que finalmente terminan conviviendo en la práctica que suelen tener quienes debaten: no andar detrás de la relación o el booking con las masivas productoras. "Si ellos nos invitan, bacán, pero cuando un los busca como que la disposición es distinta. He tenido experiencias poco gratas", dice Sepúlveda y Gómez no tarda en apoyar. "He comido ripio con el trato de algunas productoras".
A veces las productoras bajan bandas, a veces no dan pagos coherentes al tamaño del show, a veces son multadas por no cumplir con gigantes y anunciados festivales ¿Cómo se llega a este trato? "Para mí es un error de comunicación. Cuando un trato es malo, fue la banda lo que lo aceptó, la que sabía las condiciones y aún así permitió eso", dice Mendoza, que durante el 2016 llevó a un par de las agrupaciones que edita a tocar en Europa, como el paso de Planeta No por el Primavera Sound. "Hay que hacerse valer, hay que cobrar cuando hay que cobrar, hay que saber del local y de quién te comunica", dice Gómez.
"Para mí tiene que ver con que todo es precario. Una lluvia puede hacer una diferencia que lleve a 10 personas menos, que se traduzca en menos paga porque simplemente no ingresó lo esperado", dice Daniel e introduce la importancia de la asociación, un imposible en Chile y que va más allá de la música. "Esta IMI (Independent Music Industry), no te lo hace fácil para entrar y tiene un montón de formalidades que entorpecen un llamado y proceso que debería ser expedito, con el fin de atraer a la mayoría de sellos que puedan. Tampoco hay un sindicato de músicos que establezca valores o buenas prácticas", continúa.
"Se ve en otros lados, como en la SCD", apoya Cazador. "Es una ridiculez que seas una entidad de gestión de derechos de autor y hagas tan difícil el hacerse socio. Nosotros estuvimos más de un año intentando entrar con Tus Amigos Nuevos y nos decían que no porque no sonábamos en la radio. Cuando tocamos en el Lollapalooza la cosa cambió".
"En Pulsar, organizada por la SCD, tienes a músicos tocando a 33 grados sin un vaso de agua, eso es maltrato. Hay dinero público. Y es mal trato porque aceptas lo que pasa, aceptaste la invitación", vuelve a apuntar Hernández que trabaja con artistas de variada gama, como Medio Hermano y Chinoy.
-Sobre- viviendo como sello independiente
Hoy hay opciones que pueden ser clave para que un sello independiente -sobre- viva. Hace un buen tiempo marcas como Cat, Ballantines, Heineken, Converse, Redbull o Corona han estado presentes en ciclos, fechas, singles o giras de música independiente nacional.
Algunos, como Zilla, dicen que la relación con ellas pasa estrictamente por las bandas y sus intereses, mientras que Piloto asume derechamente que no les gusta trabajar con marcas puesto que pueden existir otros caminos. "Sentimos que las marcas son más oportunistas", dice Díaz, y Sepúlveda, que trabaja al interior de una de ellas en el área de cultura entiende que "muchas veces las marcas creen que porque te pagan dos chauchas o te prestan un escenario tienen derechos que en realidad no deben tener". Conociendo el trabajo interno y el mecanismo, también entiende que "si una marca llega a ti es porque estás haciendo bien la pega, porque eres interesante, porque tus músicos pueden ser un líder de opinión. Hay que tener claras las condiciones y si tienes claro tu camino, que una marca se involucre no es tan terrible". Bien lo sabe Beast, que lleva un trabajo constante con algunas de las que circulan en este circuito, con quienes ha podido encontrar una que otra opción monetaria para mantener la caja del sello.
Además de las marcas, Gustavo menciona como buen ingreso los fondos concursables, los Ventanilla Abierta para financiar giras y los Fondos de la Música para optar al desarrollo del catálogo. Dice que el camino les ha ido indicando más opciones, como el booking y las plataformas digitales, las que "dejan liquidaciones semestrales para las bandas bastante buenas". También es la opción que ve Andrés Jaramillo de Zilla Records. "Una de las opciones es Bandcamp, donde puedes vender discos digitales a cualquier parte del mundo", cuenta relatando experiencias con compras de países como Alemania de álbumes de los músicos ColoresSantos.
Es de la nueva ola. Álvaro vivió la vuelta completa con Algo Records. "Cuando partimos en la música vender discos físicos era rentable, era una opción real. También tuvimos que enfrentarnos al boom del vinilo, hicimos vinilos, perdimos plata. Luego revienta lo digital, aprendimos todo eso de nuevo, y ahora sentimos que se vuelve al tema de vender discos como fuente de ingreso". Otra de las opciones que tiene Gómez con Algo Records es el estudio de grabación, donde han llegado varios artistas interesados por el sonido. "Es una fuente de plata buena para nosotros, un gran ingreso retroactivo". Lagartija hace lo mismo, con un estudio móvil equipado para editar a bandas del norte.
Hay más ideas, como una brigada que toma vida en Cazador o el valor agregado en los discos que pone Piloto con el fin de dar cara a la era Spotify. Chapitas, stickers, poleras, tocatas. Para tener un sello independiente hay que ingeniarselas y está lejos de ser fácil, entonces ¿qué es lo que enciende a estos trabajadores musicales para no tirar la toalla?
"El básico es la música", dice Algo Records, cuyos fundadores tocan hasta hoy. "Es casi una acción social de parte de uno entregarle tiempo a un proyecto desconocido y ayudarlo a ser más visible en un país que lo necesita", se suma Sepúlveda de Cazador. "Cuando el proceso orgánico da frutos", siente Mendoza de Beast. "Entregar visibilidad a cosas que valen la pena según nuestro criterio", comenta Piloto. "Lograr generar una cuna cultural antofagastina que tenga más íconos que Illapu", es el sueño de Jorge Parraguez desde Lagartija. "El estar para los músicos, casi como un sicólogo. Entregarles amor", finaliza Daniel de Sudamerican Records.