Alvaro Scaramelli está cansado. Pese a que asegura tener la conciencia tranquila, y que por lo mismo ha optado por no esconderse y dar la cara ante sus colegas, reconoce que los últimos días han sido complejos y que tanto él como sus cercanos se han visto afectados por las críticas que ha enfrentado públicamente desde que se dieran a conocer los millonarios pagos que ha recibido en el último año y medio: $130 millones percibidos durante su período al mando de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD), los que actualmente son revisados por una comisión de socios y una auditoría externa. Fue la filtración de esos montos, así como los cuestionamientos que éstos desataron por parte de sus pares e incluso de consejeros del organismo, como Florcita Motuda, los que motivaron una decisión dolorosa: no continuar en la presidencia de la institución.
"No voy a mantenerme en el cargo porque creo que los músicos merecen un presidente de consenso, alguien que no esté siendo cuestionado. Independiente de lo que determine la auditoría, y aunque su resultado sea a mi favor, he decidido dar un paso al costado", explica Scaramelli a La Tercera, en una de las oficinas que la entidad ocupa en Providencia. Las mismas que el cantautor de 51 años, ex integrante del grupo Cinema y ganador del Festival de Viña, abandonará en los próximos días.
Según subraya, no se trata de una renuncia como tal. Tras dos años en la presidencia de la SCD y ante el revuelo causado por sus ingresos, Scaramelli ha decidido que el nuevo consejo del organismo, elegido en mayo pasado, se constituya la próxima semana y no a fines de julio como estaba programado. Tal como establecen las bases, los nuevos consejeros deben ratificar allí al presidente y al resto de la directiva (vicepresidente y secretario), instancia en la que el músico no presentará su candidatura, lo que los obligará a elegir a un nuevo mandamás. Por primera vez en los treinta años de la institución un presidente habrá cumplido sólo su período inicial de dos años al mando, sin ser reelecto.
"Todo el ruido que ha generado esta situación y la molestia que se ha desatado en redes sociales, en parte motivada por los dichos de Flor Motuda, creo que requieren una señal por parte de la SCD que demuestre que nuestra intención no es 'acabronarnos' con nada", explica el músico.
¿No cree que su decisión puede leerse como que le está dando la razón a quienes lo cuestionan?
Aquí ocurre una coincidencia. Porque si esto hubiese sucedido en la mitad de mi período sería una renuncia y eso se vería como dices tú. Pero esto ocurre en el término de mi período y lo que hago es no ofrecerme para una nueva postulación. A mí me hubiese encantado haber estado cuatro o seis años, me encanta la SCD y trabajar por esta institución. Lo que hemos logrado en estos dos años ha sido formidable, y aunque se ha visto empañado por esta historia, se han hecho cambios fundamentales que favorecen a todos los músicos.
Aun así, para muchos este paso al lado podría terminar validando los argumentos en su contra. ¿No pensó en seguir en el cargo hasta que se aclararan las supuestas irregularidades?
Hay dos voces. Hay gente que me pide que no claudique, que no le dé de comer a otros. Pero quiero lo mejor para la SCD y considero que para ello hay que tener un presidente que no genere divisiones ni anticuerpos, si no seguirán las críticas, las sospechas y las odiosidades y se vería afectado el clima de la sociedad. La sensación que tienen algunos, eso de que "aunque todo sea legal no me gusta", creo que no le hace bien a la SCD. Queremos lo mejor para la institución, no para Alvaro Scaramelli.
¿Y usted comparte esa apreciación? ¿No considera un problema ético haber recibido esos ingresos durante su presidencia, como denunció Fernando Ubiergo?
No es un problema de ética. Lo sería si yo hubiese usado alguna influencia, por ejemplo. Yo lo veo más bien como una mala coincidencia porque si yo no fuera presidente nadie me estaría cuestionando nada, recibiría tranquilamente mis derechos. Esto es una coincidencia en un ambiente donde los dineros causan dolor en algunas personas. Entonces, en lugar de verse como un mérito, se ve como un aprovechamiento. Yo diría que es un problema estético. Como bien dijo Roberto Márquez en la asamblea: puede ser legal pero se ve mal. Toda estética está sujeta al parecer subjetivo de las personas y hoy probablemente la estética que yo presento sea fea o le genera ruido a muchos músicos. Pero a nadie le genera problema que en México el presidente de su sociedad sea quien más derechos genera, Armando Manzanero.
En su carta, Florcita Motuda asegura que se cambió una normativa durante su gestión que favorece a quienes componen piezas para la TV. ¿Es eso efectivo?
El mezcla peras con manzanas porque está hablando de radios. No tiene nada que ver con el reparto en televisión. Yo soy de los socios fundadores y la ley de reparto de derechos conexos (relativos a la interpretación) no había sido modificada hasta abril de este año, después que recibí un cheque que me parecía que era de una cantidad muy grande con respecto a lo normal. Por lo mismo solicité una revisión de la repartición de los conexos, en mi propio desmedro, y recién ahí se puso el foco en la música que suena muchos minutos y no tiene una regulación.
¿En que consistió específicamente ese cambio en la normativa?
Hasta hace poco estos derechos conexos se repartían igual que los de radio: se acumulaba un pozo total y se repartía en todas las obras tocadas por igual. Pero en mi caso la música que estaba haciendo era para canales más chicos, como La Red, UCV, Telecanal y otros de cable, pero que tenían una repartición equivalente a lo que sonaba en Canal 13, TVN y otros canales grandes que pagan otros montos. Lo que hicimos fue corregir esos tramos para que la música que suena en los canales que pagan menos generen menos derechos que los que pagan más. Una regulación que atentaba directamente contra mí.
Más allá de esto, ¿usted siempre supo que la música para TV era un campo poco explorado y que generaba altas sumas en derechos?
Yo tenía conocimiento que la gente que trabaja para televisión genera buenos derechos conexos, por los montos, por la forma en que se reparten los derechos. Uno sabe que las liquidaciones de estas personas bordean los $40 o $50 millones, trabajando incluso en un solo canal. Eso se sabe y de hecho el mismo Flor Motuda defendió a uno de estos músicos porque tenía un ingreso en litigio. Claro que a él no le pareció en ese momento irregular ni deleznable que ese músico recibiera esa cifra. Pero esto es algo que no se puede prever. Cuando se hace música para un programa o un canal de ventas uno no sabe si lo van a pasar una, diez o 50 veces, eso depende del uso que se le de y el resultado se conoce cuando llega la liquidación.
Si son varios los músicos que componen para la televisión, ¿cómo es posible que usted haya recibido el 5% y el 12% del fondo total a repartir en diversas entregas, según la información que filtró una ex funcionaria?
No sé qué calculo habrá hecho ella pero en ningún caso fue un 12 por ciento. Nosotros repartimos muchísimo dinero a los músicos, $4.300 millones sólo para artistas chilenos.
¿Le parece correcto que una pieza incidental de TV genere igual o más ingresos que una canción que suena en radios? ¿Ve el mismo valor en ambas obras o es algo que debiera corregirse?
Es complicado dar una respuesta porque lo que diga podría favorecer la labor de uno u otro músico. Son distintos oficios. Hay músicos que solo saben componer una canción pero no arreglarla. Otros componen jingles o cortinas musicales. En mi caso soy un músico versátil y cubro el espectro completo: soy cantautor, arreglo mis discos y soy ejecutante en vivo. Yo no me atrevo a comparar ambos oficios, es algo demasiado complejo, pero sí me atrevo a poner en el consejo este punto y quizás contrastar derechos.
Otro punto que provoca ruido entre sus pares es su parentesco con el dueño de dTicket, empresa que vende entradas para las salas SCD. ¿No ve allí un conflicto de interés?
No hay ningún conflicto de interés porque esta persona, que es pariente mío, presta servicios informáticos a la SCD hace más de 15 años y no fue alguien a quien yo llevé. El área de adquisiciones buscó una ticketera que se ajustara a los requerimientos de las salas, que necesitan un tipo de acuerdo distinto. La SCD no es un negocio para una ticketera porque los volúmenes de venta son bajos y en su mayoría son conciertos gratuitos. Creo que estos ya son golpes bajos de alguien que te quiere pisotear cuando ya estás en el suelo.
¿Considera injustos o excesivos los cuestionamientos de los que ha sido objeto?
Aquí ha habido muchos golpes gratuitos. No es que yo haya estado riéndome de todo el mundo, ostentando ni haciendo gala de nada, como para que te sigan golpeando, al contrario, he estado abierto a que se investigue. Con el tiempo se verá el efecto que ha tenido todo esto en mi vida y en mi carrera, pero lo que más me ha afectado es lo que pasó esta semana, lo expuesto por Flor Motuda con desinformación y sin escuchar el pronunciamiento de la asamblea, que estimó darse un tiempo. Finalmente para mí la pena más grande es tener que dejar el cargo, me golpea mucho más que el cuestionamiento público porque sé que esas cosas se van a aclarar con el tiempo.