No sonó la clásica música que acompaña la secuencia inicial, pero tuvieron una buena excusa. La serie comenzó inmediatamente con Arya en pleno control de su plan de venganza. La muerte de Walder Frey, en la temporada anterior, fue solo el comienzo.
"Cuando la gente te pregunte qué ocurrió aquí, diles que el Norte recuerda", y Arya no tuvo que decir nada más. No es la niña que en la primera temporada definía el uso de la espada con "el extremo puntiagudo va dentro del hombre".
Luego, los caminantes blancos. La amenaza que avanza desde primer episodio que unos pocos consideran como tal, pero son retrasados por la gran mayoría escéptica. Jon Snow escapa de este gran porcentaje que tendrá que retractarse. La misión ordenada por el Rey en el Norte: buscar vidriagón.
Sin embargo, la tensión entre Sansa Stark y Jon impide una alianza con el potencial de fortaleza que podría alcanzar. Él se guía por su experiencia militar en El Muro y ella por el aprendizaje político y diplomático que adquirió de Cersei durante su estadía en Desembarco del Rey. Ninguno cede a la opción de encontrar un equilibrio entre ambas perspectivas.
"Nadie quiere luchar en el lado perdedor y ahora parecemos el lado perdedor", dijo Jaime Lannister a Cersei sobre el gran mapa de los siete reinos. Tras el atentado en el Septo de Baelor lo que le sobra a Cersei son los enemigos. Pero aún tiene la posibilidad de un aliado que llegará desde las Islas de Hierro.
La clave: Sam Tarly. Con labores de sirviente en La Ciudadela hace de todos menos estudiar. Su único escape a los libros y su objetivo de encontrar una forma de vencer a los caminantes blancos es olvidarse de dormir. Sacrificio que valdrá la pena, pues en aquellos textos antiguos hallará el lugar de origen de la única arma que puede vencer a los andantes de hielo.
Dicen que los mejores guiones son los que no necesitan tantas palabras y la llegada de Daenerys Targaryen a Rocadragón lo dejó demostrado. Solo con lenguaje audiovisual, transmitieron la nostalgia del hogar arrebatado y la esperanza de recuperar lo que por derechos les pertenece.
¿Comenzamos?, dijo la madre de dragones. Por supuesto que sí.