Fue a comienzos de los 90 que Canción animal, el disco de los leones copulando en su portada, puso a Soda Stereo en la cima del rock cantado en español: durante junio y julio del 91, la banda tocó catorce veces en el Gran Rex, superando el récord de Charly García de once fechas seguidas.
Eran semanas y meses completos de vivir casi en el aire, entre giras y shows, pero la agonía del padre de Cerati marcó un quiebre y operó como un cable a tierra para el músico.
Entonces la agenda comenzó a ser más acotada. Los dos años de la "Gira Animal" fueron agotadores. La banda, naturalmente, asestó el golpe y se tomó un descanso.
Un maestro, una causa, un efecto
Por esos días, cuando el principal motor de Soda Stereo no estaba en la clínica acompañando a su padre, se encerraba en el estudio de la banda a componer con Daniel Melero, construyendo capas de sonidos con sintetizadores, buscando abrir desde ahí, en la dimensión abstracta del sonido, las puertas de su creatividad.
Usaban como inspiración discos de la época, como Loveless de My Bloody Valentine y Screamadelica de Primal Scream. Los dos tenían a sus padres en estado terminal y buscaban, acaso en el éter de la música, en esas profundidades de los mundos imaginarios, algún tipo de sanación. Así fue como nació Colores Santos, un disco hecho entre Cerati y Melero sin la trascendencia de sus trabajos con Soda Stereo, pero que sirvió como un descubrimiento de lo lejos que podía llegar sin la compañía de su banda.
Durante los ensayos para una nueva gira de Soda Stereo, el impulso originado con Melero derivó en la creación de un nuevo disco.
¿Y la música dónde está? ¿En los cables?
Así se preguntaba Soda Stereo desde el arte de su sexto disco de estudio.
Un intento de respuesta podría ser que uno de los factores importantes fue contar con un estudio de grabación propio. Según Marcelo Fernández en Soda Stereo, la biografía total (Sudamericana), la banda tuvo la idea durante años y comenzaron a concretar en la época de los conciertos del Gran Rex, "con la ansiedad por probar las máquinas recién llegadas".
Supersónico, el estudio de grabación de Soda Stereo, "no pretendía ser un estudio acústico minucioso, sino que un lugar lleno de errores, para aprovecharse de ellos y convertirlos en virtudes", dice Zeta Bosio en la más completa biografía del grupo.
La dinámica de trabajo fue rescatar la magia y la espontaneidad de las primeras tomas, ya que iban creando prácticamente juntos, influenciados por My Bloody Valentine, Spiritualized y Primal Scream, improvisando una idea o estructura durante horas, a lo largo de tres meses de grabación.
Si realmente absorbemos el mundo que respiramos, también influimos en él con la propia proyección. Para 1992, Soda Stereo se sabía una banda con atención y toda esa conciencia vino a dar forma a su sexto álbum, un disco que se opuso a la expectativa y que sorprendió por lo extremo. No por nada Cerati contó a los medios: "Lo bueno es que la gente asimila que cambiamos para sentirnos más vivos".
De entrada, el sucesor de Canción animal es un disco de sutilezas, de varias escuchas para sumergirse en las canciones.
Si en su discografía anterior Cerati había puesto el acento en lo vocal, acá la voz del autor de "Cuando pase el temblor" era parte de un todo. La voz suave —el cantante se había aburrido de exasperarse y gritar— contrastaba con la violencia de los sonidos. El álbum, en ese sentido, es un trabajo que transformó al trío de Cerati, Alberti y Bosio en un magma experimental de furioso ruido y distorsión.
En total, hicieron unas veinte canciones, de las cuales quedaron doce. El primer tema que completaron fue "Primavera 0", que se convirtió en el sencillo de difusión. "Es un disco de canciones, pero nunca habíamos tenido tanta libertad creativa", contó Cerati a la prensa.
Según el cantante, con el nuevo trabajo llevaron las cosas "hasta el límite de lo soportable". Cerati dijo a la prensa que el disco que antecede a Sueño Stereo "consistió en tomar Canción animal y destruirlo".
"En remolinos", tal vez la canción que mejor sintetiza el espíritu de ese trabajo, la guitarra parece emitir ondas radioactivas como ocurre en las bandas inglesas de shoegaze. El disco se iba a llamar Gol hasta que un día Melero les preguntó si se acordaban de los dínamos que tenían las bicicletas cuando eran chicos. Los tres se miraron y entendieron que tenían el nombre definitivo para el disco: así sonaban esas ideas musicales, como un flujo de electricidad transformado en canciones.
Dijo Cerati: "Llegó un momento en que no quisimos seguir inflando más al monstruo que habíamos creado. Las doscientas cincuenta mil personas en la 9 de julio fueron algo problemático porque, ¿adónde podíamos ir después? Ya estábamos medio podridos y cansados del grupo, y yo personalmente tenía pocas ganas de seguir, pero después de España encaramos el desafío de no perder las ganas de hacer música. Juntarnos fue duro, pero nos sorprendió lo que fue surgiendo. No es un disco tan radial, pero tampoco me parece tan experimental".
El disco, que lleva en la portada una constelación de figuras plásticas girando alrededor de un corazón, apareció en agosto de 1992 y se llamó Dynamo.
https://www.youtube.com/watch?v=av7eH_MboDg&t=614s