El primer vistazo estremece: en su portada, el disco debut de Rage Against the Machine muestra la fotografía en blanco y negro de un monje quemándose a sí mismo. La imagen es fuerte: contrasta, acaso sin medias tintas, la violencia de las llamas con la parsimonia del hombre que permanece con los ojos cerrados y las piernas cruzadas en posición de flor de loto. La potente imagen quedó inmortalizada gracias al lente del reportero de AP, Malcolm Browne, quien se encontraba en Saigón. Para junio de 1963, la región de Vietnam del Sur estaba gobernada por un católico, en medio de un país con una abrumadora mayoría budista. El régimen reprimía brutalmente las manifestaciones en contra del gobierno, lo que motivó al monje a autoinmolarse como forma de protestar por la libertad de culto. Entonces cuatro veinteañeros hicieron propio ese mensaje para dar a conocer su mezcla de riffs pesados y letras comprometidas, que pronto revelaron a una banda con dos fuertes personalidades: la del guitarrista Tom Morello y el rapero Zack de la Rocha, ambos activistas y protagonistas de un disco rabioso y de protesta, que vino a reclamar contra los problemas de su época. No fue lo único: RATM lo hizo con ira y seso. Fue el nacimiento de una banda con ideas. Perfectos antagonistas del llamado sueño americano, RATM llamaba a despertar en un corte como "Wake up", para luego seguir los caminos trazados por gente como Malcolm X, Martin Luther King y Ernesto Che Guevara. Lo siguiente fue la base rítmica del impecable bajista Tim Commerford y el potente Brad Wilk en batería, responsables de un estilo que los emparentó injustamente con el denominado Nü metal, y que sirvió de armazón para un puñado de himnos tempranos como "Killing in the name", "Freedom" y "Know your enemy", donde se oye la voz de un invitado a la altura de las circunstancias, el cantante de Tool, Maynard James Keenan.

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