Hebe Uhart, cronista y cuentista argentina: "Me dicen amigos que Manuel Rojas es un escritor muy bueno, pero no lo tengo leído"

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No conocía el premio ni al autor de Hijo de ladrón. La autora de De aquí para allá fue la sorpresiva ganadora del galardón del Consejo de la Cultura, que entrega US$ 60 mil.


El nombre de Hebe Uhart (1936) apareció en las estanterías argentinas por primera vez con Dios, San Pedro y las almas (1962), un libro que recopila relatos de adolescencia. Después vinieron más títulos y con ellos los elogios. Rodolfo Fogwill la catalogó como "la mayor cuentista argentina contemporánea" y Ricardo Piglia la ubicó, junto a Borges, entre "los narradores inciertos, esa idea de que el sentido no se termina nunca de construir". Pero para ella, la séptima ganadora del Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas y la tercera argentina en conseguirlo, tras Piglia (2013) y César Aira (2016), todo es una exageración: "Eso no puede creerlo nadie".

A través del teléfono desde su departamento en Buenos Aires, la autora de De aquí para allá (2016) dice que no sabía de la existencia del premio. Tampoco del autor que le da nombre: "Me dicen amigos que Manuel Rojas es un escritor muy bueno, pero no lo tengo leído".

El martes al mediodía, cuando recibió el llamado del ministro de Cultura, Ernesto Ottone, "estaba durmiendo una siestita", cuenta. El premio le fue entregado por "su inmarchitable capacidad de percepción, su inteligencia verbal y la plasticidad de su prosa", según el acta del jurado, integrado por César Aira, Martín Kohan, Jorge Volpi, Ramón Díaz Eterovic y Alejandra Costamagna.

"Todos dicen que me lo merezco, pero yo no siento que me merezca un premio tan grande… un poco me asusta", dice.

—¿Le asusta recibir premios?

—Me asusta primero porque es inesperado. Es un contradicción, un poco. Me parece como una desigualdad entre la gente. Es decir, hay gente que está muy sumergida en los premios y como que la vida me premia mucho por un lado y pienso que cuando hay un premio muy grande, porque este es muy grande en dinero, siento que debo ejercer un equilibrio. De cuando te viene algo muy lindo después te viene alguna cosa muy fea... no sé, estoy media desconcertada todavía.

El galardón, que le será entregado en noviembre en La Moneda por la Presidenta Michelle Bachelet, está dotado de US$ 60.000 ($39 millones). Entre los finalistas de este año estaban el brasilero João Santana y el colombiano Fernando Vallejo. "A Vallejo lo tengo leído, a Santana no, pero me parece demasiado, qué quieres que te diga", comenta.

Docente y cronista

Su camino literario lo forjó como cuentista con la influencia del uruguayo Felisberto Hernández. "A él lo he entendido y me sentí más identificada y de Argentina algunos que no han llegado a ser muy conocidos, pero que tienen mucho sentido del humor, como Alicia Steimberg e Isidoro Blaisten, o Daniel Moyado", dice.

—¿Y qué le parece la literatura de Ricardo Piglia y César Aira?

—De Aira… lo tengo mal leído, sólo antologías, no es una persona de la que puedo opinar. A Martín Kohan lo leí mas. Bueno y Piglia, creo que es muy bueno como crítico y conferencista, brillante, pero ahora como literatura, yo no lo leo. No me gusta.

Uhart solía publicar en sellos pequeños, hasta que en 2003 la editora Adriana Hidalgo apostó por sus cuentos. El salto más grande vino en 2010, cuando Alfaguara publicó Relatos reunidos, volumen que recopiló lo mejor de su narrativa. Sin embargo, la escritora decidió volver con su editorial anterior: "No me gustan las grandes redacciones ni las grandes ferias del libro. Alfaguara en Buenos Aires es enorme y a mí las cosas enormes se me vienen encima, en esas cosas masivas no sabés ni con quién hablás".

En Adriana Hidalgo editó sus últimos libros de crónica: Viajera Crónica (2011), Visto y oído (2012), De la Patagonia a México (2015) y De aquí para allá (2016), y donde publicará ¡Animal! Título tentativo que reúne crónicas sobre algunos de sus animales favoritos como los chimpancés, monos y cuervos, y la relación de los animales con las personas.

Hebe Uhart estudió filosofía y dio clases durante 20 años en la Universidad de Buenos Aires. Y aunque jubiló hace una década, dirige tres talleres literarios en su departamento. En ellos prepara a sus alumnos con lecturas variadas, pero prefiere las latinoamericanas. "De literatura chilena, por ejemplo, hace unos 15 días vimos a Alejandro Zambra, también hemos visto a [Pedro] Lemebel", dice.

—¿Se identifica más como profesora que como escritora?

—No es una verdad que se establece una vez por todas; si yo voy a un hotel no me registro como escritora sino como docente. Yo no creo en la exaltación de la figura del escritor, la gente tiene que entender que uno es una persona como cualquier otra. Creo que hay una repercusión muy grande de la prensa en torno a la figura y la persona del escritor, y pienso que no es bueno para la literatura y no es bueno para el que escribe estar consciente de que se es escritor. Es mejor olvidarlo.

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