El 18 de mayo pasado, el público que asistió al bar El Imperial de Ciudad de México recibió un fanzine que incluía la información básica del grupo que hacía su debut en ese escenario. Esa noche, en uno de las más estilosos y exclusivos clubes que tiene la capital mexicana para la música en vivo, no hubo videos introductorios ni publicistas repartiendo material promocional: Lanza Internacional decidió que su carta de presentación sería el típico panfleto de tocata contracultural y estética punk.
El cruce de esos dos mundos en apariencia irreconciliables que se vio aquella noche, el de lo sofisticado y el subterráneo, sintetiza el espíritu de la nueva propuesta de los hermanos Francisco y Mauricio Durán, así como el objetivo que éstos se trazaron con su primer proyecto formal desde el fin de Los Bunkers, en 2014. Un conjunto que completa el baterista mexicano Ricardo Nájera -de Instituto Mexicano del Sonido y Mexrrissey- en el que, al menos en estos primeros días de vida, conviven la independencia de la autogestión con la ambición continental.
"No sentimos que el grupo deba gozar de cierta ventaja por los proyectos en los que estuvimos involucrados antes. Queremos que sea como todas las bandas cuando parten y en ese sentido su espíritu es muy independiente", resume Francisco Durán desde México, el país en el que reside junto a su hermano hace casi una década -donde han trabajado junto a Los Ángeles Negros y Pepe Aguilar- y el centro de operaciones de Lanza Internacional. Desde allí monitorearon el viernes el lanzamiento de "Mala fama", primer adelanto del álbum que publicarán en noviembre bajo su flamante sello, República Independiente de Música Popular.
Que el single tenga una introducción instrumental de más de 60 segundos habla de la libertad con la que los penquistas se mueven actualmente. "Un productor con más colmillo quizás hubiese pedido editarla", dice Mauricio sobre el sencillo, en el que tal como en el resto de las canciones del disco, se reflejan inquietudes y referencias que no estaban presentes hasta ahora en su cancionero. Porque si bien en el repertorio está la artesanía del formato canción que es marca de fábrica de los Durán, esta vez sumaron recursos que recuerdan a Joy Division, Talking Heads, Devo y a toda la new wave y post punk británico de inicios de los 80, con fuerte presencia de sintetizadores y una inclinación a lo rítmico bajo letras urgentes y con destinatarios directos.
"Nos interesaba mucho poder encontrar una nueva especie de lenguaje y una nueva forma de trabajo, de tal manera que las canciones fueran distintas a las de los proyectos con los que estábamos relacionados antes", explica Francisco sobre el conjunto, que ven como un reinicio en la música y donde no sonarán los temas de sus bandas previas. "Para nada, nunca en la vida, jamás", aclara Nájera.
—¿Es difícil reinventarse teniendo a cuestas una exitosa historia previa y un sonido reconocible?
—Yo creo que es más fácil, por la experiencia. Todos estamos muy conscientes de lo que no queremos hacer, de los errores que no queremos cometer, y eso es una ventaja. Por el lado creativo fue liberador sentir que partíamos de cero con este proyecto, como una hoja en blanco donde todo cabe, donde la música puede salir de cualquier manera, sin ese marco en el que uno sin querer se va encerrando cuando lleva muchos años relacionado a una banda.
"Cuando uno arma una banda la situación ideal es trabajar de la manera más libre posible, pero igual uno inconscientemente se va poniendo ciertas restricciones previas. Como "no sé si esto calce con la banda" o "no sé si esto le gustará a los otros chiquillos". En ese sentido es liberador tener de nuevo un lienzo en blanco para poder dibujar allí lo que uno quiera, sobre todo ahora que estamos mas grandes. Poder volver a hacer cosas que no hacíamos hace 15 años también a uno lo hace jugársela con un entusiasmo que es súper necesario para cualquier proyecto que comienza".
—¿Esta moral de autogestión y la búsqueda de la libertad artística tiene que ver con cierto hastío de los códigos de la industria?
—La verdad no. Este proyecto desde el principio tuvo mucha buena voluntad de distintos involucrados, y en este tiempo lo que hemos hecho ha sido aliarnos con esa gente que trae una energía más fresca y desinteresada.
"Como cualquier banda que está partiendo nuestro primer objetivo fue conseguir una tocata y ver cómo reaccionaba la gente para después conseguir una segunda tocata, y así. Es un camino súper independiente, sin multinacionales detrás. Nos tocó muchas veces, en nuestra bandas anteriores, que por un tema de infraestructura y de tamaño se hacía muy difícil llevar el proyecto en vivo a otros países, porque son muchos gastos. Nuestra idea es mantener esto en un formato reducido, al menos en esta primera etapa, para ir a tocar a otros países donde nos interesa desarrollar el grupo".
—¿Este regreso a la música nunca contempló el cancionero de Los Bunkers?
—Algo habíamos adelantado de esto, de que no íbamos a tocar canciones de nuestros grupos anteriores, y alguien nos preguntó en las redes sociales por este "auto-chaqueteo". Pero esto no es renegar de nada, para nosotros la naturaleza de este proyecto desde su génesis es otra cosa, entonces no tendría sentido estar tocando canciones de las bandas anteriores. Creemos que es un concepto nuevo, un sonido nuevo que no tiene nada que ver con nada lo que está sonando en español hoy en día. No veo una relación directa con lo que esté haciendo cualquier otra banda, ni en México ni en Chile.
—¿Cuáles son esos elementos que los diferencian de lo que está sonando en la región?
—El modo en que están trabajadas las canciones, la propuesta sonora, la producción, los arreglos. En cada elemento del disco no hay nada que sobre, cada instrumento es una pieza y cada pieza termina conformando un todo. Y claro, a lo mejor eso tiene que ver con discos de la época del punk, ese espíritu medio new wave o esa energía punk de fines de los años 70 y principios de los 80 es lo que está representado en la manera de trabajar el disco. Y eso no lo veo presente en la mayoría de las canciones en español que hoy escucho en la radio, o en los discos que se editan. Siento que hay una tendencia hoy a copiarle a Tame Impala [ríe], a tener ese sonido de batería súper seco y paisajes de sintetizadores muy ambientales y evocadores, y esto no, esto es absolutamente fragmentado, como un cubo Rubik.