Nicolás López (34) encontró hace tiempo una fórmula de producir películas -comedias que filma en Chile en pocos días, con presupuestos moderados, sobre relaciones humanas reconocibles para la mayoría- que rinde frutos ya no sólo a escala chilena, sino que global.

Un caso es Sin filtro, cinta que tiene encaminadas versiones en México, España, EE.UU., Turquía y varios países más. Pero no es el único. La película que estrena en México el próximo jueves, Hazlo como hombre, también prueba la fecundidad de su modelo. Coproducción de su empresa Sobras junto con Televisa, está orientada al mercado mexicano, pero fue filmada en Chile.

La historia, sobre un grupo de amigos treintañeros que se desestabiliza cuando uno de ellos sale del clóset, la tenía pensada para Chile, pero la buena llegada de sus películas en México hizo que el proyecto terminara realizándose allá.

Influyó su buena relación con la actriz Aislinn Derbez, parte de la elite actoral de ese país, a quien conoció en el rodaje de la versión mexicana de Qué pena tu vida. Hija del famoso comediante Eugenio Derbez, la actriz integra el elenco de Hazlo como hombre, al igual que su pareja, Mauricio Ochmann, estrella de las teleseries latinas en Estados Unidos.

López cree que su escalada internacional tiene que ver con un cambio de paradigma en el cine, donde hay historias cada vez más universales. "Es como lo que pasó hace años con el teatro. Hoy en el circuito de teatro comercial en Chile ves los éxitos de taquilla de Francia, Argentina… Finalmente lo que más importa son las ideas y nosotros estamos vendiendo ideas y en algunos casos el know how", dice y cuenta que, antes de este estreno, ya negocian su derechos en varios países.

—¿Cómo fue filmar para México?

—Ellos están viendo mucho su propio cine, una transformación que partió hace dos, tres años. Paralelamente pasó lo de Trump y empezó un rechazo a todo lo americano y un reencantamiento con el mercado local. Y después de tanto remake de mis películas en México digo por qué no hacer una película derechamente para México. Porque de alguna forma Chile y México se llevan muy bien. Tenemos una idiosincrasia similar en términos de humor. Y filmé con mi mismo equipo, es una película mía más. Le pedí a Televisa que me dieran toda la libertad y curiosamente me la dieron. Especialmente porque la campaña de Hazlo como hombre es bastante subversiva para México, una de las sociedades más machistas.

—En el trailer se ve que se centra no tanto en el personaje que sale del clóset, sino en cómo la situación desarma a uno de sus amigos.

—La historia nace al darme cuenta de la mentira de que somos súper abiertos de mente. Todos venimos de una educación donde en el colegio los chistes eran de gay y mientras más hombre, más se juega con lo gay: "Ya pos, no seai maricón". Es una cosa muy internalizada. Siempre la comedia ha utilizado al personaje gay como para burlarse. Y digo, por qué no burlarnos del que se burla de la homosexualidad. Y hablando hoy con amigos gay me comentan que ha habido una salida del clóset masiva en los últimos años y lo impactante que es cómo reaccionan los hombres. Como que tratan de ser políticamente correctos y no hacer ningún chiste gay siendo que antes lo hacían todo el tiempo, y ahí hay una cosa muy divertida.

—La gente de 30 está como en una bisagra, entre los millennials que tienen este tema mucho más resuelto y la generación X, la mayor.

—Cien por ciento. Claramente si en esta película fueran personas de 18 no habría pasado nada. Además de lo único que puedo hablar es de lo que veo y esta es una película de gente de sobre 30 años. Es gente que sigue en las mismas. Hombres que dicen "uuuy" cuando alguien se agacha y cosas que se hacían a los 12 que siguen después de los 30. Somos una generación jodida todos los que tenemos 30. Tuvimos que re-aprender un montón de cosas

—Se dice que en la homofobia hay un miedo al propio lado femenino.

—Bueno, en la película es eso. Los tiempos cambiaron pero el protagonista no. Claramente para los millennials es muy distinto, por la información, la ficción, las series. A todo el resto de pronto nos cambiaron el modelo. Cosas que estabas acostumbrado a hacer ya no son válidas, desde piropear a una mujer en la calle o hacer el chiste gay.

—¿No le preocupa que le acusen de oportunismo?

—Siempre he tenido la suerte de hablar de lo que me interesa. Y al enfrentarme a esta película dije "no quiero hacer una película pro-gay, no estoy hablando eso, no es mi lucha". Pero en el cine siempre el mundo gay está asociado o al drama, o a la fiesta y las noches locas. Y bueno, por qué no hacer algo entre comillas sobre la cotidianeidad.

—¿Cómo se siente dentro del panorama del cine local? Años atrás reclamó por no haber sido incluido en un libro sobre el cine chileno reciente.

—La comedia siempre ha sido mal mirada de alguna forma. Antes me jodía mucho leer las críticas y me picaba. Y había partido Twitter y uno podía decirle alguien como "eres un imbécil". Pero gracias a la terapia, al lexapro, al rize y al ravotril [risas]… ahora soy otra persona. Eran cuestionamientos más infantiles de uno de querer pertenecer a algo. De pronto me di cuenta que pertenezco a otra cosa, como a hacer comedias para el mundo y dejé de pelear con este tema. Cada vez más digo que no hago cine chileno, hago películas de género, comedias, que a veces están habladas en chileno, en inglés, en español o en lo que sea.