"He tenido experiencias anteriores en cine en Chile y Argentina. Tengo terminado otro film, que aún no está compaginado, y que fue hecho por el Cine Experimental de la U. de Chile, pero espero que El tango del viudo dé el dinero suficiente para volver a filmar", decía un inquieto Raúl Ruiz, de 25 años, en una entrevista a la revista Ecran, en 1967. El cineasta chileno, fallecido en 2011 en París, respondía con soltura sobre ese primer intento de largometraje suyo, inspirado en un poema de Neruda. Desde luego desconocía cuál sería el destino que sortearía ese rollo de 16 milímetros que nunca logró terminar.
Filmado hace 50 años, casi no existe registro suyo ni teasers ni imágenes esparcidas por la web. Solo se supo que en febrero de 1967 el director reclutó a un grupo de actores, entre ellos Delfina Guzmán y Luis Alarcón, además de técnicos, y él mismo encendió la cámara. Medio siglo después del rodaje, el antiguo rollo aún permanece entre los más de 2 mil que se conservan en el Cine Arte Normandie, la sala que hoy celebra 35 años de vida.
"Además de nuestra biblioteca, una de las más grandes y especializadas, tenemos al menos 17 títulos de Bergman, unos 10 de Fellini y Buñuel, y también varias de Raúl Ruiz, entre esos los originales de Tres tristes tigres (1968) que restauramos hace algunos años", cuenta Mildred Doll, directora del espacio inaugurado en 1982. "La película no se terminó porque Raúl nunca montó el sonido. Años después, en los 90, lo invitamos a verla; vino y nos dio la autorización para que nosotros mismos retomáramos ese proceso, pero siempre topamos con la falta de fondos.
Sin embargo, ya estamos en conversaciones con Valeria (Sarmiento, viuda de Ruiz) para que esa película tenga al fin su estreno en Chile", agrega.
Esta tarde, a las 18 horas, y como parte de los festejos por el aniversario, el pianista chileno Roberto Bravo dará un concierto junto a Montserrat Prieto (violín), Nelson Arriagada (contrabajo), Roberto Bravo Graubin y Andrea Cárdenas (voz). El evento, de carácter gratuito y organizado por la U. Tecnológica Metropolitana, pondrá sobre el escenario del Normandie un playlist dedicado al cine, con la interpretación de las bandas sonoras de El mago de Oz, La lista de Schindler, Tiempos modernos, La La Land y Coronación, de Silvio Caiozzi, entre otras.
La reinvención
La primera residencia del Normandie fue en Alameda 139, a pasos de la Plaza Italia, hasta que en 1991 fue vendida a una empresa que planeaba demolerla. El proyecto nunca se concretó, y con el apoyo de personeros del gobierno de turno se convirtió en el Cine Arte Alameda. Desde entonces el Normandie, ícono de la bohemia ochentera, le ha hecho frente al paso de los años en un edificio en calle Tarapacá 1181, el mismo que alguna vez fue el escenario de la Extensión Musical de la U. de Chile.
"Han pasado 25 años desde el cambio de casa, y aún hay quienes llegan hasta Alameda 139 preguntando por nosotros", dice Doll. "Deben ser los mismos que en los 80 y principios de los 90, cuando el cine vivió sus mejores años, vieron aquí El gran dictador de Chaplin, o Haz lo correcto de Spike Lee, Bird de Clint Eastwood o El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, de Peter Greenaway. Desde el inicio y a pesar de los tropiezos, fuimos la primera sala empecinada en que esas películas y autores se vieran en Chile, y eso nos diferencia aún del resto".
Tras una restauración en 2012 y la adjudicación de $ 50 millones por parte del Consejo de la Cultura el año pasado, la sala de 660 butacas goza hoy de una nueva vida, según Doll: "Con mi hermano Alex no estábamos muy convencidos del poder que tenían las redes sociales, pero desde que nos insertamos en ellas y les dimos movimiento (con entradas 2×1 y proyecciones de lunes a domingo, incluidas las de clásicos), vimos un aumento significativo de público".
Hoy superan los 50 mil espectadores al año, cuenta: "Aún no deja de conmoverme el hecho de que sean en su mayoría jóvenes y personas a las que les gusta ver cine raro, que no está en Netflix, también chileno y todo lo que no logra colarse en carteleras de las multisalas. Quizás la nuestra no es la mejor gestión, pero nunca pretendimos que la gente viniera por estrategias comerciales. Nuestro público es el que siente la necesidad de revivir la experiencia de ir al cine y de disfrutar de una buena función", concluye.