Annabelle (2014), en el papel, parecía una idea infalible. El año anterior, la terrorífica muñeca homónima se había transformado en el aspecto más reconocibles del fenómeno del cine de horror El conjuro, a pesar de que jugaba un rol secundario en la trama de la película. Con el impacto que causó el personaje con tan sólo algunos minutos en pantalla, el destinarle una película completa centrada en ella parecía algo lógico tanto narrativa como comercialmente.

Terminó destacando sólo en lo segundo. Con US $ 256 millones recaudados en todo el mundo -menos que El conjuro, pero costando un cuarto de su presupuesto-, Annabelle fue un éxito, pero la crítica la catalogó como una de las peores películas del año; los mismos sustos fáciles que habían hecho a su antecesora tan adictiva, aquí resultaban repetitivos y exagerados.

La fórmula de El conjuro demostraba ser una máquina de hacer dinero, pero no parecía justificar la existencia de spin-offs desde un punto de vista narrativo. Considerando su recaudación, el anuncio de una secuela de la película no fue sorpresivo. Sí lo es que la película, Annabelle: La creación, no sólo esté encaminada a repetir los números de sus predecesoras, sino que también consiga algo cada vez más extraño en el cine comercial: ser una secuela que resulte mejor que la película original.

"Más cercano al terror sicológico de películas de antaño, y por sobre El conjuro 2 y la Annabelle original, la cinta logra de forma capaz resetear la franquicia", afirmó la revista Hollywood Reporter, mientras que el periódico Los Angeles Times dijo: "Nada es novedoso y en manos menos capaces habría sido tedioso. Pero el director David F. Sandberg sabe cómo aprovechar al máximo el suspenso".

Annabelle: La creación lideró la taquilla en Norteamérica con US $ 35 millones tras su estreno la semana pasada -a Chile llega este jueves-, y ya ha conseguido una recaudación global de $ 71 millones de dólares. Transformada en un éxito en todos los frentes, la película deja en un buen pie al universo cinematográfico de El conjuro.

Desde cero

Para sacudirse de las críticas previas, la secuela de Annabelle se reinventó delante y detrás de cámaras. Mantuvo a su guionista, y James Wan sigue allí como productor, pero el sueco David F. Sandberg se sumó en la dirección, reemplazando al criticado John R. Leonetti. Sandberg, quien ya se había anotado un éxito en el cine de terror el año pasado con Cuando las luces se apagan, fue el encargado de traer la sutileza de regreso a la historia, enfocándose más en la tensión que en la pirotecnia y los efectos especiales.

Annabelle: La creación, es una precuela de la primera parte -que a su vez se desarrolla antes que El conjuro- y la película retrocede hasta los orígenes de la infame muñeca. En la historia, se muestra que esta fue creada por un juguetero en los años 40, que junto a su mujer perdieron a su hija en un atropello. Engañados por un demonio, ambos dejan que la muñeca sea poseída, y la encierran en un armario con la esperanza de mantener a la presencia contenida. Así se mantiene por 12 años, hasta que el matrimonio le permite a una monja y seis niñas huérfanas hospedarse en su hogar. Como suele suceder en el género, los niños abren puertas que no deberían y la muñeca comienza a atormentar de forma violenta a todos los habitantes de la casa.

En el futuro próximo, la saga se seguirá expandiéndose. En 2018 se estrenará La monja, spin-off centrado en el demonio antagonista de El conjuro 2, mientras que James Wan se pondrá a trabajar en El conjuro 3 cuando termine sus labores de director en Aquaman.