Bebe Rexha, que lanzó un EP esta semana, es pop. Kesha, que volvió a las pistas con un nuevo álbum tras el juicio a Dr. Luke, es pop. Avicii, el DJ campeón de la EDM que también sacó nuevo material, pop. Música diseñada y envasada como comida rápida para consumo inmediato.
Por lo mismo los titulares que celebran este quinto álbum del último prócer del progresivo británico Steven Wilson (49) como su desembarco en el pop, confunden un poco. "Permanating", una canción 100% memorable de elegantes guiños retro futuristas alineados con ABBA y ELO, clasifica inapelablemente. Wilson luce soberbio, también desconcertante. El virtuoso de la guitarra, el cerebro tras Porcupine Tree y regalón de las leyendas del prog rock como su mejor alumno, te pone a bailar.
El resto de To the Bone, cierto, saluda al pop, pero conviene precisar. Pop, digamos, como Peter Gabriel en los 80. Lo que ha hecho Wilson contiene el mérito de intentar ampliar la zona de confort, y a la par continúa una tradición del progresivo cuando sus exponentes más exitosos tocan techo en su casilla: saltar hacia audiencias masivas a través de un power pop mediante acrobacias instrumentales encajadas con mayor naturalidad. En ese desafío una banda como Genesis fue insuperable. Wilson va tras lo mismo y por primera vez se retrata en la portada de un disco con su nombre. Quiere ser reconocido.
El principal triunfo del inglés consiste en imprimir en estas canciones una interpretación más fresca y sentida, a distancia saludable de esa ansia de perfección y grandilocuencia que suele acordonar su obra. Los espacios y los acentos junto a cierta cadencia entre funk y soul son patentes desde el inicio en el corte que da nombre al disco. "Nowhere now" disfruta del aire circulante en la composición, un medio tiempo plagado de hermosas guitarras electrificadas y acústicas, pianos en cascadas, violines y un suave coro cercano al soft rock. "Pariah" juguetea con un preciso ensamble de sintetizadores viejos y nuevos en un primoroso preludio que prepara el ambiente para la espectacular voz de la cantante israelí Ninet Tayeb, seguida de una explosión de rock sideral con ecos de Radiohead en los 90.
Hacia el final el álbum se repliega en territorios progresivos, en la majestad de los 9 minutos y 20 segundos de "Detonation", una suite de arranque electrónico y un remate sorprendente con intersección entre Santana y King Crimson. To the Bone no es un disco inmediato como eventualmente se comprende al pop. No pretende ser pasajero sino que ha sido urdido en detalle para quedarse en el memoria.