"La muerte llegó a Roma a las doce menos diez minutos de la noche con un tren de alta velocidad procedente de Milán".
Mientras todos adelantan que Italia será el próximo objetivo del terrorismo islamista, Sandrone Dazieri ya lo imaginó. Su última novela traducida al español, El Ángel (Alfaguara), parte precisamente de esa premisa. Un tren que llega a la capital italiana con un vagón de primera clase donde todos sus ocupantes están muertos. Una nueva forma de atentado. En lugar de furgones lanzados contra la multitud o personas acuchilladas mientras disfrutan al aire libre, esta vez se trata de un gas venenoso inoculado a través del sistema de aire acondicionado. ¿Un accidente? La policía lo descarta, porque la reivindicación del Estado Islámico no tarda en llegar.
Dazieri forma parte junto a autores como Luca D'Andrea —cuya última novela, La sustancia del mal, acaba de llegar a librerías chilenas—, lo que algunos medios no han dudado en llamar la generación dorada del spaghetti thriller. Novelas negras Made in Italy que están renovando el mercado literario de la península. Pero en el caso de El Ángel, la apuesta de Dazieri va más allá. Se atreve a jugar con fuego y sugerir lo que muchos en Italia no quieren ni siquiera mencionar, la posibilidad de un atentado en el único de los grandes países de la Vieja Europa que se ha salvado hasta hora de sufrir la violencia del extremismo yihadista. Pero como en toda novela policial, las explicaciones detrás del tren de la muerte que arribó a Roma son mucho más complejas.
La era del Estado Islámico está creando finalmente una nueva pantalla para criminales. Como dijo en una reciente entrevista al diario El País, Isis se ha convertido en una "franquicia del terror", donde tienen cabida todos o casi todos. "Yo ahora salgo de aquí, mato a alguien, digo que soy del Isis y nadie lo va a cuestionar porque Isis lo va a reivindicar", aseguró Dazieri. El libro se sumerge en ese mundo de engaños de la mano de dos personajes complejos, cargados de contradicciones, la inspectora Colomba Caselli y Dante Torre —un genio informático con severos problemas sociales. Dignos herederos de grandes detectives de la novela policial, como Hércules Poirot o Salvatore Montalbano, el inspector creado por el "padre" de esta nueva generación: Andrea Camilleri.
De la mano de escritores como Henning Mankell en Suecia o Petros Márkaris en Grecia la novela policial se consolidó como un género mayor y no como un simple divertimento. Y esa es la línea que sigue Dazieri, quien dejó su carrera de chef para dedicarse a la literatura y a la escritura de guiones. "Dazieri es uno de esos autores que usan la escritura para sugerir al lector escenarios que merecen una reflexión y en El Ángel son decididamente inquietantes", escribió el diario italiano La Stampa cuando salió la primera edición del libro. "Absorbente, lúcido, extraño, original y brutal. La idea de la trama es simple, pero la ejecución emocionante", escribió The Times de Londres, que lo eligió como el Libro del Mes cuando se publicó la edición en inglés.
Como buena novela policial, El Ángel se lee con intensidad y mantiene la atención hasta la última página, con giros sorprendentes donde se suman los misterios recientes de Italia, la mafia rusa e incluso la tragedia de Chernobil. En medio de boom de autores policiales es difícil sorprender, pero Dazieri lo logra. "La novela de intriga más original que ha caído en mis manos en las últimas semanas es El Ángel de Sandrone Dazieri, un thriller bastante oscuro y muy anfetamínico", escribió en mayo pasado en el diario El País el editor y crítico español Manuel Rodríguez Rivero. Una afirmación que se suma a la del escritor de bestseller estadounidense Phillip Margolin: "Los thrillers realmente originales son raros, pero Sandrone Dazieri escribió uno".