Pese a que sus composiciones han musicalizado las visiones de futuro de la humanidad desde hace casi medio siglo, ese mañana que Jean-Michel Jarre viene delineando desde mediados de la década del 70 aún no llega. Con 69 años recién cumplidos, el músico y productor francés, probablemente la primera superestrella que tuvo la música electrónica en el mundo y pionero en llevar los sonidos sintéticos a álbumes multiventas y audiencias masivas, todavía sigue buscando lo que está por venir.

"Ahora que es tan común montar giras de aniversario no quería quedarme sólo en la música que hice hace 40 años, sino que tratar de presentar algo más ambicioso", comenta a La Tercera para resumir el objetivo tras Electronica World Tour, gira que inició en Gales en octubre y que el próximo 14 de noviembre lo traerá por primera vez a Santiago, con un show en el Movistar Arena en el que recorrerá las cumbres de su carrera junto a imágenes 3D proyectadas en pantalla.

"Un sueño de muchos años que al fin se hará realidad", dice sobre su debut en Chile, en lo que no parece una frase hecha de mera cortesía promocional: al otro lado del teléfono, el precursor que mostró el camino a diversas generaciones de colegas, el hombre que ha batido tres veces su propio récord Guinness de shows multitudinarios -con más de 2 millones de espectadores en París y Moscú- y que desde Oxygène (1976) se aseguró su sitial en el Olimpo de la electrónica, responde cada pregunta con entusiasmo y amabilidad propias de quien publicita su primer disco.

¿En qué sentido considera especial este primer concierto que hará en Chile?

—Santiago de Chile siempre ha sido algo especial para mí. Desde que partí con Oxygène, entre los primeros fans que me contactaron había muchos chilenos. Sé que siempre han seguido mi carrera y por lo mismo siempre tuve la intención de ir a tocar allá, pero nunca se dio antes por agenda o por temas de logística. Por eso me pone muy contento ir con este espectáculo, que es uno de mis favoritos, donde se mezclan trabajos más recientes como Electrónica, con piezas clásicas y trabajos que hecho junto a otros artistas. Desde lo visual busco expresar lo que siempre he intentado hacer con mi música, con nuevas perspectivas, un sonido arquitectónico y espacial y el 3D, que le da una idea de movimiento y progresión al concierto.

¿Hay algún concepto que englobe todas las ideas detrás del show?

—La idea central del tour es expandir los límites de la tecnología y la música, crear con las visuales algo muy orgánico y a su vez en sintonía con las canciones, y que éstas tengan una progresión durante el concierto. Un crítico dijo que este show "tiene que verse para creerse" y me gusta pensarlo así, porque aunque veas los videos en internet y sientas que entendiste lo que allí ocurre, la experiencia real se completa en vivo y crea nuevas posibilidades para los conciertos que vendrán.

La idea de futuro ha estado siempre presente en su obra desde el inicio. ¿Cuál es su visión del presente y la tecnología? ¿Es muy distinto a lo que imaginó hace más de cuarenta años?

—Hoy en día, tal como ha ocurrido con cada generación, convivimos con dos caras de la tecnología. Esa misma ciencia que ha ayudado al mundo ha creado también la bomba atómica. Con internet ocurre algo similar: permite que todos tengamos acceso a la información pero nos hace sentir que nos vamos alejando del mundo que está afuera. Seguimos en una suerte de edad oscura pero la inteligencia artificial lo va a cambiar todo, en especial la forma en que nos relacionamos con la tecnología.

¿Y cómo ve la relación actual entre tecnología y arte? Usted ha sido crítico del modelo actual.

—Las industrias creativas nunca han sido tan grandes como lo son hoy. Puedes escuchar la música y ver las películas que quieras a cualquier hora y en cualquier parte. Es la industria más grande del mundo, mayor que cualquiera, pero la paradoja es que las retribuciones nunca fueron tan bajas. Es demasiado injusto. A estas alturas del siglo XXI debiera haber otro modelo de negocios para los creadores. Y no es sólo un tema de dinero: cuando ves un videoclip en internet ya ni sabes quién es el autor del tema, quién creó la letra o la música de esa canción. La tecnología, curiosamente, está borrando del mapa a los creativos, por eso digo que estamos en una suerte de edad oscura de la tecnología y la información. Es algo que tenemos que cambiar, de otra forma no tendremos un próximo Quentin Tarantino, un próximo Coldplay o un próximo García Márquez.

Sus inicios en la música fueron en otro contexto, mucho antes que la electrónica se volviera masiva, el pop de estos tiempos. ¿Cree que se pueden desarrollar nuevas ideas en géneros como el EDM?

—Por supuesto. Siempre supe y fui un convencido de que la música electrónica sería un género mayor en el siglo XXI. Porque no es un estilo musical como el pop o el rock sino una visión, una forma de abordar la creación y de diseñar música no sólo con notas sino también con sonidos. Hoy, la música electrónica está en todas partes y el EDM es una parte importante de ella, pero no lo único. Aquí también ha estado Moby, Air, Massive Attack, Pet Shop Boys, Tangerine Dream, Gary Numan, Hans Zimmer... la música de ellos puede sonar en una pista de baile pero no fue creada especial y únicamente para eso.