Hay un lugar donde aún se pueden encontrar vinilos usados de David Bowie, Stevie Wonder, Bessie Smith o Bob Dylan, y otros tantos, a cinco dólares. Esta tienda no tiene nombre en su fachada e incluso un primer acercamiento apresurado puede provocar cierta desconfianza por los discos a un dólar expuestos en cajas de cartón en su exterior. Fifth Avenue Record Shop (439 5the Ave, Brooklyn), en el barrio de Park Slope, retrotrae a aquella época en que los vinilos no eran codiciados por hipsters o fanáticos de última hora. Sus estantes, desordenados y con harto polvo, acumulan decenas de sorpresas. Su dueño, que viene de vuelta en el arte de la transacción musical, es amable y se toma todo el tiempo necesario para hurgar en sus estanterías, que además están repletas de singles de los años 50 y 60. Además se puede encontrar, en ediciones recién salidas del horno, lo último de Radiohead, Leonard Cohen y Roger Waters.
Quince cuadras hacia el sur, en dirección al Cementerio de Greenwood, figura otro santuario del vinilo: Permanent Records (159 20th st. Brooklyn), que antes se ubicaba en el barrio polaco de Nueva York. La primera advertencia es que esta tienda no cuenta con vitrina. Un cartel en plena vereda indica que hay que subir hasta un segundo piso y desde ahí avanzar hasta el fondo, en medio de una planta libre de trabajo. En Permanent Records también hay excelentes vinilos a precios módicos. Es fácil encontrar Tommy, de The Who, a 8 dólares. Lo mismo ocurre con discos de Alice Cooper, AC/DC, The Rolling Stones, Elvis Presley y The Clash. Hay una buena colección de rock de los 60 y 70, de punk, hardcore y blues. Su dueña sabe lo que vende y es fan de Cheap Trick. Está abierto de miércoles a sábado, entre el mediodía y las 19:00.
También en Brooklyn, pero en el barrio de Greenpoint, se encuentra una de las sedes de Academy Records (85 Oak St.). En una suerte de galpón aquí sí que realmente se puede perder la cabeza (no confundir con la tienda de Manhattan). Abierta de lunes a domingo, sus visitantes habituales suelen describirla como "simplemente la mejor". En sus largos paneles, hay literalmente de todo: desde discos usados poco difundidos de Chuck Berry, bandas sicodélicas, rock africano, música surf y post-rock. Aquí se les rinde tributo a Tom Petty, a The Ramones, Frank Zappa y Sonic Youth. También a The Beatles, Pink Floyd y Fleetwood Mac. Se puede pagar con tarjeta de crédito.
De Africa con amor
A unas 11 cuadras de Academy Records, en dirección a Williamsburg, aparece otro imperdible: Rough Trade (64 N 9th St,), una suerte de Amoeba de la costa este. Aunque enfocado a los discos nuevos, también tiene una sección de usados. Con una oferta inigualable, incluso superior a las tiendas de vinilos más populares de Manhattan, este lugar posee probablemente la mejor colección de rock africano y asiático de Nueva York. Así, se pueden adquirir discos de rock vietnamita, de Sri Lanka, Kenia, Congo, Angola y Malí. ¿Lo último de Amadou & Miriam? Ahí está. ¿Lo último de Tinariwen? También. Qué decir del rock más "tradicional". ¿Box set de The Byrds, Bob Dylan, The Smiths, The Band, The Flaming Lips, Johnny Cash, Oasis o Kiss? Ahí están todos.
¿Y la última edición de Sgt. Pepper? Por supuesto. En el segundo piso hay una sección dedicada exclusivamente a biografías de rock, desde David Bowie, Peter Hook, Elvis Costello y Henry Rollins.
El ciudadano Bowie
Pero se quiere indagar aún más en libros sobre música, de preferencia usados a un precio reducido, el paraíso es Strand Book Store (828 Broadway, New York), a unas cuadras de Union Square, cerca de Greenwich Village en Manhattan. Aquí hay dos pasillos dedicados exclusivamente a obras de segunda mano de todos los géneros musicales posibles, desde biografías, ensayos, relatos, crónicas hasta libros de fotos con papel couché.
Por 10 dólares se puede adquirir el libro de la periodista de Vanity Fair Lisa Robinson, There Goes Gravity, a life in rock and Roll (2014) en la que narra sus aventuras con los Stones, John Lennon, Patti Smith, U2 y Led Zeppelin. También The Sun & the Moon & Rolling Stones, la excelente crónica de 2016 de Rich Cohen o bien The Most Beautiful: My Life with Prince, libro publicado en abril pasado por Mayte Garcia, la primera esposa del fallecido multiintrumentista.
Y para rematar la ruta musical, bien vale la pena un vistazo al departamento donde Bowie pasó sus últimos años. Ubicado en Nolita, en el cuarto piso del número 285 de Lafayette Street, semanas atrás se podía divisar un papel con una estrella negra, la inconfundible blackstar de su último álbum, pegado en una de las ventanas. A diferencia del Dakota de Lennon, en el Central Park, el edificio de Bowie es de puertas abiertas en su hall central, con un portero que a diario veía salir y entrar a una de las figuras más relevantes e influyentes de la historia del rock, que se paseaba por Nueva York como un "ciudadano" más, casi como alguien común y corriente.