Coproducción chilena logra cálida recepción en Venecia
Los versos del olvido, de Alireza Khatami, cuenta con actuaciones de Julio Jung y Amparo Noguera, y se mostró ayer en la Mostra.
El cuidador de un cementerio y un sepulturero conversan mientras el último cava una tumba. La escena se repite varias veces en la película y, casi siempre, el cuidador tiene poco que decir mientras su acompañante llena todos los silencios con meditaciones poéticas y filosóficas. Tarde o temprano también se sabrá que el hombre de la pala tiene un impedimento físico y mucho más temprano que tarde nos enteraremos de que el anciano guardián del camposanto carga con otro mal: se acuerda con detalles de todo, menos de los nombres de las personas.
La película Los versos del olvido, del realizador iraní Alireza Khatani, construye alrededor del personaje del viejecillo del cementerio una alegoría sobre la relevancia de la memoria, la burocracia de la muerte y las heridas de la violencia. Con una puesta en escena de primer nivel (el director de fotografía es el francés Antoine Héberlé, colaborador de François Ozon, entre otros) y una historia de contornos existenciales, Los versos del olvido se instala como un arriesgado y muy personal primer largometraje del realizador iraní Alireza Khatami. La película co-producida por Chile, Francia, Alemania y Holanda, tuvo su estreno este fin de semana en el Festival de Venecia, con funciones de prensa el sábado y a público este domingo. Protagonizada por el veterano actor español Juan Margallo en el rol del cuidador del cementerio (ningún personaje tiene nombre en esta historia) y también con los chilenos Luis Dubó, Julio Jung y Amparo Noguera, Los versos del olvido se ambienta en Santiago y Valparaíso.
"Soy un obsesivo por las imágenes y la fotografía. No importa lo que digas, sino como lo digas. Por eso el cine tiene que ver antes que nada con la visualidad" comentaba ayer el director Alireza Khatami (1980) desde la Mostra de Venecia, donde el filme compite en la sección Orizzonti, destinada a las películas más rupturistas del encuentro. "Para esta historia quería una cinematografía muy particular, adecuada a cada escena. Por otro lado, a nivel narrativo me interesaba desviarme de lo clásico e introducir otros personajes satélites al carácter central", cuenta Khatami, quien contó con la producción del chileno Giancarlo Nasi, de Don Quijote Films.
Aunque en la película nunca se especifica el país donde transcurren los hechos ni tampoco la época, es fácil advertir que podría ser el Chile de Pinochet. El cuidador del cementerio presencia como un grupo de uniformados deja en el recinto varios cadáveres y, al mismo tiempo, un amigo le habla siempre de violentas protestas. Una mujer visita con asiduidad el lugar y suele preguntar si acaso está ahí el cuerpo de su hija. El cuidador sabe que hay una joven en la morgue del recinto y decide dar con su identidad para satisfacer las peticiones de la mujer.
Tanto en las funciones de prensa como en la de público hubo amplia asistencia y, en general, las reseñas de medios como The Hollywood Reporter y Screen Daily fueron positivas, destacando los valores estéticos de la producción que luego irá al Festival de Toronto y a mediados del próximo año se estrenará en Chile. "Creo que tuvimos una respuesta muy emocional del público. La gente rió, lloró y, en general, entendió el humor de la película", dice Khatami, que rodó el filme en castellano a pesar de no manejar el idioma. "Los primeros borradores de la película los hice en Irán. Yo crecí durante la guerra de Irán e Irak (1980-1988) y en esa época hubo una gran cantidad de cuerpos de soldados no identificados que llegaban a la ciudad. Se les llamaba 'cuerpos sin huellas'. Por otro lado, la historia de los desaparecidos en situaciones violentas es algo que se ve en todas partes: en Chile Argentina, Asia, Europa. Rápidamente me di cuenta que mi historia podía ser universal".
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