Cuando Foo Fighters anunció su nuevo disco, Concrete and gold, utilizaron una particular descripción: "Sgt. Pepper's (de los Beatles) pero en versión Motörhead". La metáfora era una forma de ilustrar la intención del conjunto de fundir sus sensibilidades pop con las guitarras furiosas que han marcado la carrera de una banda que se ha presentado como uno de los últimos bastiones de resistencia del rock de seis cuerdas, cuando el género pareciera estar en retroceso.

No era exactamente el manifiesto de un cambio de rumbo, sino más bien la reafirmación de una búsqueda que Dave Grohl ha realizado desde que dejó las baquetas de Nirvana y se transformó en cantante y guitarrista de su nuevo grupo: hacer las canciones más pesadas posible, pero siempre con un espíritu masivo y coreable. No es una novedad que Foo Fighters sea una banda en permanente coqueteo con el pop, pero en su nuevo disco -que estará disponible en formato físico y plataformas digitales este viernes- la banda efectivamente realiza nuevos pasos en abrazarlo completamente: desde sus músicos invitados -Paul McCartney toca batería en una canción, mientras que Justin Timberlake canta voces secundarias en otra- hasta su producción, con la banda colaborando por primera vez con Greg Kurstin, el cerebro detrás del sonido de temas de Sia, Adele, Ellie Goulding y Katy Perry.

"A Greg lo conocí porque una vez en la radio del auto sonó una canción de una banda que se llama "The Bird and the Bee" -dúo del cual Kurstin es miembro-, y me voló completamente la cabeza. Se llamaba "Again & again". La melodía era hermosa, la forma en que calzaba todo era muy sofisticada. Entonces compré el disco y me obsesioné con ellos", cuenta Grohl (48), en conversación telefónica con Culto. "Tres meses después estaba de vacaciones en Hawai, en un restaurante, y al otro extremo vi a Greg. Pensé, '¡Dios mío, es el tipo de "The Bird and the Bee!"(se ríe). Ni siquiera sabía que era un productor. Me le acerqué y le dije: 'no te quiero interrumpir pero amo tu banda, eres un jodido genio'. Me contó que quería sacar un nuevo disco algún día, pero primero estaba ocupado produciendo para Sia, Adele y gente así. Pensé, 'ok'. No sabía que era tan respetado en ese ámbito", continúa entre risas.

Ambos músicos forjaron amistad y continuaron vacacionando juntos durante los años siguientes, compartiendo su gusto por una variedad ecléctica de géneros. En una de esas conversaciones surgió la idea de hacer un disco juntos. "Pensé que si hacíamos un disco con Greg podíamos aportar nuestro sonido pesado y los coros grandes que siempre tenemos, pero darle su sentido de la armonía y melodía. Hacer armonías de cinco, seis partes. Ambos crecimos escuchando soft rock de los 70, entonces amamos una buena melodía. Pensé que mezclando ambos mundos podíamos hacer el mejor disco de Foo Fighters de todos", explica Grohl, con su entusiasmo eternamente juvenil característico; ese que ha construido una leyenda en torno a él como "el tipo más agradable del rock".

¿Fue un proceso muy diferente el concebir este disco en comparación a Sonic highways (2014)?

—Es que Sonic highways fue distinto porque era un proyecto muy masivo, no era sólo un disco, también era una serie documental. Fue un experimento grabarlo de la forma en que lo hicimos (cada tema se registró en una ciudad distinta). Y también sucedió con Wasting light (2011), que fue un experimento en el sentido de grabarlo en mi garaje, donde se generó una atmósfera muy especial, sin tecnología digital, sólo análoga. Entonces pensamos cuál sería el desafío esta vez y concluimos que sería ir a un estudio y grabar un disco como lo hacen la mayoría de las bandas. No habíamos hecho eso en mucho tiempo. Pero ir a un estudio y grabar se sintió jodidamente fácil (se ríe). Fue un alivio, porque mi otra idea para este disco era construir un estudio en el Hollywood Bowl y grabarlo en vivo con 20 mil personas.

Las canciones de Concrete and gold, si bien son pesadas, resultan melódicas y casi bailables. ¿Por qué siente la inquietud de mezclar ambas cosas?

—Para mí el objetivo siempre ha sido hacer canciones que todos canten. Que sea posible que si vamos a Glastonbury, o a Madrid o a Sudamérica, toda la audiencia pueda cantarla. Para mí el mejor momento es aquel en el que puedo agachar mi cabeza y desaparecer en la música, pudiendo olvidarme de dónde estoy. Y eso se disfruta más cuando puedes compartir un coro con miles de personas. Entonces, cuando estamos armando una canción, hay momentos en que tengo ganas de que sea jodidamente ruidosa y disonante, pero en muchos otros quiero encontrar una melodía que pueda conectar con todo el mundo; no importa si te gusta ABBA o Motörhead. Yo crecí escuchando a los Beatles y fue por ellos que aprendí a tocar la guitarra. Y ellos eran maestros de la mezcla entre melodía y letras.

¿Había alguna idea en específico que tenía en la cabeza al escribir las letras de este disco?

—Hay una temática que siento que está presente en todos los discos de Foo Fighters, que es la esperanza. Hay momentos en tu vida en que hay desesperación y división; que tienes una nube negra sobre tu cabeza, y siento que es importante encontrar la luz dentro de todo eso. Y creo que aquí es una idea que se cuela en todas las canciones de alguna forma, incluso si alguna se siente más oscura o melancólica. Tocó que la mayoría de estas letras las escribí en un período muy corto de tiempo. Fue en una época en que estaba fuera del país, en una habitación con un micrófono, una botella de vino y grabando demos de ideas. En muchas de las canciones cantaba sólo lo que se me venía directo a la mente, y en algunas no eran ni si quiera palabras, sólo sonidos y fonética. Pero luego cuando las volvía a escuchar se me venían a la mente las palabras que tenían que ir allí. Era una forma sorprendente de expresar lo que tenía en la cabeza. No lo tuve que pensar mucho.

Una lucha eterna

El trabajar con Kurstin, si bien no es una reinvención en Foo Fighters, sí sirvió para destacar y pulir algunos aspectos del sonido del grupo. En Concrete and gold, la priorización de las voces es notoria -en la primera canción, "T-Shirt", una introducción acústica explota repentinamente en una armonía tipo Pink Floyd-, así como los sonidos más allá de las guitarras, destacando el trabajo del tecladista Rami Jaffee, colaborador habitual de la banda pero que para este disco fue ascendido a miembro oficial.

Grohl especifica que si bien es un defensor del rock clásico, su oído se mantiene permanentemente actualizado: "Siempre estoy escuchando música nueva, y hay muchos artistas pop actuales que encuentro muy relevantes".

¿Como cuáles?

—Por ejemplo Sia. Es una vocalista excelente, tiene una pasión que te hace sentir todo lo que canta. A veces escucho Sia cuando estoy en el auto, atrapado en un embotellamiento y me largo a llorar (se ríe). ¿Has escuchado "Chandelier"? ¡Es una canción jodidamente hermosa, hombre! O por ejemplo Adele. He tenido la oportunidad de verla en vivo un par de veces y su voz es puramente humana. La escucho y pienso, "eso es lo que el mundo necesita". También escucho a las más nuevas: Lorde es jodidamente genial y también me gusta Halsey. Son artistas pop que son extremadamente populares, pero lo que hacen tienen un sentimiento clásico. Tanto como estoy atento a las bandas nuevas de rock y heavy metal, siempre estoy escuchando lo que pasa en el pop.

Pero usted ha sido un defensor férreo del rock en los últimos años, cuando se ha declarado que el género está muerto o ha perdido popularidad frente al pop. ¿No duda de esa postura ni por un segundo?

—No, para nada. Siento que todavía se hacen muchas cosas. Hay toda una camada de artistas que siento que va a explotar pronto, jóvenes que crecieron escuchando la colección de discos de rock de sus padres o mirando presentaciones de bandas clásicas en Youtube. Además, el término "rock and roll" es bastante amplio. Por ejemplo, un grupo como (el conjunto de pop rock) The Lemon Twigs es absolutamente genial, tienen una presencia tremenda en el escenario y hacen música asombrosa. Si un chico joven va a verlos en vivo se va a identificar con ellos, va a pensar, "wow, ellos tienen 19 años, yo también podría hacer eso". Eso es lo que me pasó a mí cuando era joven y veía a grupos de pop rock. Pensaba, "mierda, esos son sólo tres acordes, yo podría escribir algo así". Y así empieza. El espíritu del rock and roll siempre ha estado en eso y hoy está en muchos estilos de música. Canciones como las que nosotros en Foo Fighters hacemos, con voces fuertes, baterías marcadas y guitarras, siempre van a salir de alguna parte.

Fuera de los escenarios ha sido un año particularmente difícil para el rock, con hechos trágicos como los suicidios de Chris Cornell y Chester Bennington. ¿Cómo le afecta pasar por hechos así?

—Yo… -Grohl pausa por segundos. Cuando reanuda la frase, su voz es mucho más sombría- . Es difícil perder a gente que ha traído tanta alegría a tu vida y al mundo en general. La música muchas veces es algo que a todos nos ha ayudado a salir de momentos difíciles. Entonces perder a músicos, a gente que ha entregado un arte hermoso, es un golpe directo a tu corazón. Y aún más cuando es un amigo; es algo que se hace profundamente personal y difícil de seguir. Yo quiero que todos sobrevivamos, que vivamos para siempre. Es algo que me rompe el corazón. Pero hay que tener la fuerza de seguir adelante y esperar que se vengan días mejores. No puedo permitirme perder la esperanza. Es algo en lo que pienso todos los días. Tiene que haber un balance entre la luz y la oscuridad. Y hay que levantarse todos los días con ese desafío: vivir la vida y evitar que esta se escape en la dirección equivocada. Es jodido, amigo, la vida no es fácil. Es una lucha y hay que seguir peleando.

Por último; ¿Veremos pronto a Foo Fighters en Chile nuevamente?

—Oh, yo ya sé cuándo iremos para allá, simplemente no se lo he dicho a nadie (dice con voz cómplice). Estén atentos, porque será pronto. O digamos que eventualmente estaremos llegando.