Jack Johnson (42) se enoja. En este, su séptimo álbum, el artista hawaiano símbolo de la playa, el surf y el guitarreo fogatero perfecto para encantar señoritas, no puede evitar apuntar a Donald Trump con vergüenza. Lo hace a su manera por supuesto. En el primer single "My mind is for sale" lamenta la llegada del multimillonario a la presidencia de EE.UU. y lo hace al ritmo de un suave calipso. Apestado, pero ni tanto.
Las canciones de All the light above it too fueron motivadas por sus últimas vivencias de carácter outdoor: la participación de un documental sobre la polución plástica en los océanos, exploraciones, accidentes que le costaron puntos, y conversas con amigos. Compuso solo con guitarra y ukelele mientras acampaba en lugares donde no había señal.
Con el tecladista y colaborador habitual Zach Gill, Johnson presenta una obra que remarca sus fortalezas musicales más bien discretas -compositor e intérprete correcto a lo sumo en el territorio del soft rock- para cantarle a sol y los amores con títulos de escasa inspiración como Love song #16.
Sigue siendo curioso el caso de Jack Johnson. Su éxito se relaciona con cuanto representa -una existencia idealizada en torno a la playa y la naturaleza-, que el artista traduce en canciones mullidas y anodinas con fanaticada fiel.