No sólo puso en duda su calidad de autor al decir que su obra dejaba sólo "dos o tres piezas valiosas". Benjamín Mackenna recurrió a un argumento aún más débil para intentar rebajar la figura de Víctor Jara, el cantautor chileno asesinado hace 44 años y que a fin de mes habría cumplido 85 años edad. El octogenario líder de Los Huasos Quincheros dijo en estas páginas que Jara no cantaba bien, apelando a ese argumento "técnico" y a esa idea tan de vieja escuela que pretende instalar la idea de que importa más la forma que de fondo. Y lo que dejan ver esas palabras, más allá de cualquier interpretación ideológica o generacional, es que ése es precisamente el tipo de discusión que le ha hecho tan mal a la música chilena durante tantos años.

Para Mackenna, el hombre de "Manifiesto" no vale la pena simplemente por su voz, que presume uno, no es como la de ellos, tan preocupados de la entonación como del vestuario, y más interesados en la interpretación que en el mensaje.

Su catálogo confirma esa idea, sobre todo a comienzo de la década del 60 cuando abrazaron el bolero en discos muy limpiamente ejecutados como Nosotros (1961), con arreglos de Valentín Trujillo. Sin embargo, la historia también lo confirma, serían otros los que aportarían corazón e identidad al repertorio. Y la Nueva Canción Chilena, de la que Jara fue su más insigne mártir, fue el género que por las mismas razones desperfiló a tradicionalistas y puristas como Los Quincheros.

Esta discusión ni siquiera tiene que ver con un tema de gustos personales. Al contrario, porque en la convicción de que no hay sólo una música chilena, se agradece que todo esto sea posible, desde Los Huasos Quincheros hasta Víctor Jara. Pero a la hora de la trascendencia, de lo que tuvo más y mejor permanencia en el tiempo, está claro quién llegó más lejos. Una cosa es sumar años, como Los Quincheros que esta temporada van por las ocho décadas de actividad. Y otra es sumar repertorio. Víctor Jara logró construir en apenas siete años un catálogo universal. Y aunque hubieran sido sólo "dos o tres piezas valiosas" la historia ha dicho que importaron más que las infinitas variaciones del "Patito Chiquito".