La noche que Paul Auster sintió que finalmente podía decir que era escritor su padre murió de un ataque al corazón. Los planes cambiaron. El texto que había terminado aquel día quedó en el olvido y dos semanas después comenzó a escribir La invención de la soledad, el que formalmente es considerado el primer libro del escritor neoyorquino. "Tenía entonces 30 años, nada de dinero y mi matrimonio se iba a pique", recordó hace un tiempo en una entrevista al diario español El País. Pero a partir de ese momento, como si los astros se hubieran finalmente alineado, la vida comenzó a cambiar. Conoció poco después a Siri Hustvedt con quien llevan más de 30 años juntos e inició su carrera como escritor. Desde entonces, hace casi 40 años no sólo ha publicado más de una treintena de libros entre novelas, relatos autobiográficos y guiones cinematográficos, sino que, más aún, se ha convertido en un referente ineludible de la narrativa contemporánea.
Pero todo comenzó una mañana en que supo que su padre había muerto. La época de lecturas prematuras, cuando a los 13 años leyó a Andrè Gide y Dostoievsky y se concentró luego en la poesía; el periodo en la Universidad de Columbia, y los tiempos de traductor en Francia cuando fundó una revista hoy olvidada —Little Hand—, o incluso su primer libro como traductor, aquella Pequeña antología de poemas surrealistas editado en 1972, finalmente confluyeron hacia el que había sido siempre su principal objetivo, convertirse en escritor. "Enamorado del azar y de la manifestación de las coincidencias", como escribió el crítico de The Washington Post Hal Hinson, la obra de Auster es un permanente homenaje a los misterios de la vida. "Cada uno de mis libros es un intento de comprender quien soy", dijo en una entrevista y su última novela 4 3 2 1 —la primera después de siete años— es probablemente el mejor intento de ello: cuatro vidas posibles, cuatro posibilidades distintas sujetas como todo para Auster, por el azar y las coincidencias.
El "verdadero" primer libro
Si La invención de la soledad es formalmente la primera obra de Auster, no es su primera novela. Esta llegaría algunos años después y tras ser rechazada por 17 editoriales. Ciudad de cristal como todo —o casi todo— en la obra de Auster partió del azar. "Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él", se lee en las primeras líneas, una llamada que el propio Auster recibió e inspiró el libro. "Preguntaban por la Agencia de detectives Pinkerton (…) al otro día lo mismo (…) De esa situación sale la trilogía: historias sobre detectives que en realidad no lo son, crímenes sin muertos, sólo preguntas sin respuestas", comentó el escritor a La Tercera hace algunos años, durante su visita a la Ciudad y las Palabras. Ciudad de cristal, que inicialmente —en 1985—, se publicó en una pequeña editorial de San Francisco, se unió luego a Fantasmas y La habitación cerrada como parte de La trilogía de Nueva York, "el mejor ejemplo", según The Literary Review, de "un thriller metafísico". El libro publicado en 1987 fue la consagración definitiva de Auster y un libro imperdible para todo aquel que quiera iniciarse en su obra. "El verdadero misterio es la confusión de identidades de los personajes, el descenso de un escritor en un laberinto en el que los hechos y la ficción son difíciles de separar", escribió The New York Times tras la publicación del libro.
La literatura del azar
Después de La trilogía de Nueva York, Paul Auster comenzó a publicar un libro por año, manteniendo su rutina de escribir en libretas de notas para luego traspasar en limpio sus obras concluidas en una vieja máquina de escribir Olympia —hábito que sigue manteniendo pese a su temor a que "un día ya no encuentre más cintas de tinta para la máquina". En esos años posteriores a su primer libro, aparecieron dos libros esenciales, El palacio de la luna y La música del azar. El primero es una monumental obra sobre la vida, la esencia americana y las asombrosas vueltas que puede dar la existencia de una persona. "El palacio de la luna está unido por improbables coincidencias", escribió The New York Times tras la publicación del libro. Y si El palacio de la luna aborda las coincidencias, La música del azar muestra los efectos de ese otro componente en todos los libros de Auster, lo inesperado. La obra es un ejercicio sobre cómo las cosas pueden de pronto cambiar radicalmente. El protagonista se dedica a recorrer Estados Unidos en un Saab rojo gracias a la sorpresiva herencia recibida de un padre que nunca conoció —un guiño a la propia vida de Auster— hasta que cuando su herencia comienza a acabársela termina encerrado en la casa de un millonario jugando póker y pagando una apuesta. "Si el abogado no hubiese tardado seis meses en encontrarle, él no habría estado en la carretera ese día que conoció a Jack Ponzzi y por lo tanto ninguna de las cosas que siguieron a ese encuentro habría ocurrido nunca", se lee al comienzo del libro.
La política de Auster
"Trump es un monstruo", "Bush es la vanguardia de una especie de fascismo", "Voy a hablar alto todas las veces que sea necesario". Paul Auster es un intelectual a la vieja usanza, influido por la tradición francesa hacia la que no niega su admiración. Por eso, a medida que pasan los años evita cada vez menos hablar de política. Sin embargo, su obra no es política como la de otros escritores estadounidenses —basta pensar en Phillip Roth— con la excepción de un libro, Leviatán, publicado en 1992 y que es un largo recorrido por la contracultra de Estados Unidos.
Todo parte cuando a un hombre le estalla una bomba en una carretera de Winsconsin y el FBI comienza a investigar hasta que el protagonista, Peter Aaron, decide contar su historia que es también la historia de Benjamin Sachs, la víctima, un objetor de conciencia que marcó la vida del narrador. La obra, está plagada de guiños al propio Auster, desde las iniciales del protagonista hasta el hecho de que éste hubiera escrito una novela titulada Luna, clara referencia a El palacio de la luna. Leviatán es casi una declaración de principios del propio escritor y está dedicado a Don DeLillo, el novelista más político entre los escritores estadounidenses contemporáneos.
En primera persona
Toda la obra de Paul Auster está atravesada por su propia vida. Sin embargo, el autor de La trilogía de Nueva York ha escrito varios libros directamente autobiográficos. Basta citar Diario de invierno e Informe del interior, dos obras que tratan periodos opuestos de su vida, la edad adulta y la infancia y juventud, y que escribió luego de más de 20 años dedicados exclusivamente a la ficción, publicando novelas casi anualmente o trabajando como guionista en películas como Smoke —con Harvey Keitel— o Lulu on the bridge, que él mismo dirigió. Fue un proceso de revisión personal, que en parte, según reconoció el propio autor, lo llevó a escribir 4 3 2 1, su última novela que es un gran ejercicio de posibilidades. "Qué hubiera pasado si…" es la pregunta que recorre el libro y toda la vida del propio Auster.
En este esfuerzo por conocer al Auster más allá de su obra también es indispensable leer A salto de mata, cónica de un fracaso precoz, que no es otra cosa que la historia antes de la historia, un recorrido autobiográfico hasta los 30 años, justo antes de la muerte de su padre y La invención de la soledad, cuando el Auster que sólo aspiraba a ser escritor finalmente se convirtió en uno.